Capítulo 1

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 N.A: No sean tan duros conmigo por favor, es mi primer fic, no estoy acostumbrada a escribirlos. Sean pacientes conmigo vale? :) Tengo planeado desarrollar más historias además de esta, pero todo dependerá de la recepción de la misma. Si les gusta, recomienden, si no, mientan (en palabras de Harry Styles), voten y comenten constructivamente :p  Bueno, ya sin más, lean y espero lo disfruten xx

Si alguien me hubiera advertido que toparme con él me causaría tantos problemas, entonces jamás hubiera aceptado subirme a su Ford capri.

Aquella tarde no era una tarde muy diferente al resto. Bueno, quizás sí lo era. Llevaba cerca de un mes viviendo en la enorme casa de campo Silbey, así que ya me había hecho de algunas buenas compañías. Cuando me pidieron por primera vez que asistiéramos a una de varias fiestas en el distrito vecino me negué rotundamente…no era lo mío. Sin embargo, y tras varias y constantes súplicas, no pude decir que no.

Me las arreglé para armar un atuendo que no desentonara tanto con la ocasión, ya que no había llevado tanta ropa cuando me dijeron que tendría que quedarme en aquel lugar algunos meses. Elegí cosas muy básicas en realidad, porque jamás me ha importado mucho la marca de la ropa o lo fina que sea. Unos simples jeans negros, botines de piso y un suéter a rayas bastaban, así que eso es lo que me pongo.

Alguien pasa por nosotros a las nueve en punto, seguramente algún amigo de uno de mis conocidos, que llevan más tiempo viviendo en la mansión. Cabemos unas ocho personas dentro de la van color azul medianoche, aunque solamente somos seis, así que vamos cómodos. Llegamos en unos treinta minutos, aproximadamente. Resulta que la fiesta ha sido organizada en una casa, enorme a decir verdad, en las orillas de un pequeño pueblo rumbo al norte; para cuando aparecemos ya hay cerca de una treintena de personas distribuidas dentro de la casa, en el jardín de enfrente y en el patio de atrás. De inmediato, el par de chicos que nos acompañan, William y Cesc, se abalanzan sobre la mesa de aperitivos y bebidas. Lisa y Vada, dos de las chicas que también vienen con nosotros, les siguen. La relación que llevo con Cesc y con Lisa es buena, aunque no los considero amigos precisamente; de todas formas me preocupa la condición en la que puedan llegar a casa. De cualquier forma no hay nada que pueda hacer yo, puesto que no soy su madre para decirles qué hacer o no. Y, por todos los cielos, ya todos hemos cumplido los dieciocho, ya tenemos una buena idea de las consecuencias que todo esto podría traernos.

Ciara y yo esperamos a que el resto regrese a reunirse con nosotros. Ella es la persona con la que mejor me llevo de las diez que conseguimos alojamiento en Silbey, porque quizá es con la que comparto más cosas en común…como el hecho de que no ingerimos alcohol hasta emborracharnos. También nos agrada mucho la lectura, aunque mientras yo prefiero novelas de literatura clásica y ciencia ficción, a Ciara le fascina lo realista.

—    ¿Si alguien te invitara a bailar aquí y ahora mismo, aceptarías?

Sonrío; no pensé que bailar fuera una opción…porque detesto bailar.

         —No lo creo. No me gusta el baile.

         —Hey, es la primera vez que sales desde que llegaste a Silbey. Deberías intentarlo, es divertido.

El hecho de que Ciara disfrute de bailar realmente parece ser la única gran diferencia entre ambas. Guardamos silencio después de que prefiero no responder su sugerencia. William y Vada regresan después de un par de minutos.

            —Toma Ann. —Anabella es mi nombre de pila, el que aparece en mi certificado de nacimiento, aunque la mayoría me dice Ann, como en este caso lo hace Will mientras me entrega un vaso rojo de refresco de cola. Vada le entrega uno igual a Ciara.

Cesc y Lisa se han separado de nosotros; los cuatro que quedamos pasamos la siguiente hora intentando llevar una conversación fluida en tanto ingerimos nuestras respectivas bebidas, cosa que no resulta muy práctica. Vada y Ciara se separan después porque me parece que han visto a un par de chicos conocidos, así que al final sólo estamos Will y yo. Nos animamos a entrar a la casa para echar un vistazo y mover un poco nuestras piernas, que se han entumido. Hay unas diez personas dentro, en la cocina, comedor, sala de estar…pero es obvio que los anfitriones han tomado sus precauciones y han prohibido el paso hacia la parte superior. Por los dormitorios y esas cosas. Ambos tomamos asiento en uno de los mullidos sofás de piel sintética y miramos con atención a una chica que se ha subido a la mesita de centro a brincar. Con seguridad sé que ha bebido más de cuatro cervezas.

—    ¿Alguna vez te veremos así? —la pregunta de Will resulta insultante, pienso.

—Ni en un millón de años, gracias. —una mueca graciosa de disgusto se forma en mi rostro ovalado. —No creo que mucha gente encuentre atractivo el aliento a vómito.

Ambos sonreímos. De pronto Will y yo notamos que algo ha llamado la atención de varios de los presentes en la habitación, incluida la chica de la mesa. Nos levantamos del asiento para poder observar la escena a través de la ventana que da al patio trasero, donde se está llevando a cabo la riña, ya que queremos mantenernos al margen de la situación. Primero vemos a dos chicos agarrarse a golpes; alguien ya los está separando, pero es obvio que ya se han dado algunos puñetazos en el rostro. Uno de ellos empuja al intermediario para tratar de llegar hasta el otro chico, que ya tiene un ojo color ciruela medio entrecerrado. Entre otro par de chicos empiezan a guiarlos a la puerta, la que da a la casa, porque seguramente quieren que resuelvan su problema afuera, aunque ambos todavía están desafiándose con miradas y señales obscenas.

Entre los empujones, el ruido de los asistentes, y la atmósfera de sopor generada por el humo del cigarro hay un momento en el que los ojos de uno de los dos chicos que intentan seguir con la pelea, iluminados por la luz artificial de las lámparas, verdes como el océano del caribe y perspicaces como los de un gato, se acomodan sobre los míos, fulminándome. Luego el mar de gente se congrega alrededor de la escena, a lo que el contacto visual se evapora.

Cuando la revuelta sale de la casa, y hacia el jardín de enfrente, yo recupero mi lugar en el sillón seguida por Will.

—    ¿Qué clase de argumento habrán tenido esos dos?

            —Una chica, quizá. —contesta Will, por alguna razón esa respuesta me molesta. —Aunque Harry siempre ha sido un chico de cuidado.

            — ¿Quién? ¿El que tenía el ojo hinchado como ciruela, o el que tenía cara de no soportar a nadie?

Casi estaba segura que se trataba del segundo, el de la mirada verde-azul, así que Will sólo termina por confirmar mis sospechas. Nuestro encuentro de miradas había durado a penas una milésima de segundo, pero lo peor de todo era que no había sido nada agradable porque, a pesar de la intriga que había en sus ojos, su ceño fruncido y sus fosas nasales expandidas me dieron a entender lo furioso que estaba…y lo ansioso que se encontraba por romperle los huesos al otro chico. Al final de la noche decido no tocar el tema de la riña, sobre todo para poder olvidar la desafiante mirada esmeralda del tal Harry.

Don't let me goDonde viven las historias. Descúbrelo ahora