El ángel de un mortífago.

2.4K 179 61
                                    

Dos rubias bajaban las escaleras del dormitorio de las chicas, en la Sala Común, les esperaban el resto de sus amigos.

—Qué guapa estás hoy, Scarlett —le dijo un elegante y apuesto castaño.

La joven de ojos miel tan sólo sonrió con arrogancia.

—Lo sé, Greengrass.

Minutos después, se les unieron Lucius, Severus y Regulus; todos se veían sumamente apuestos, incluso Snape.

—Qué hermosas damas —halagó Regulus.

—Ya viene de familia, primo —dijo Cissy, apretándole los mofletes con ternura.

Scarlett observó a Lucius embelesada, él vestía un elegante traje completamente oscuro.

—¿Te gusta lo que ves, Byrne? —murmuró cerca de ella.

Hasta ese momento, nadie les observaba, pues cada quien estaba sumido en sus propias conversaciones.

—¿Te gusta lo que ves, Malfoy? —cuestionó al atraparle mirándola con coquetería.

Él sonrió de lado, aquella sonrisa que derretía a más de una mujer.

—Por supuesto —respondió con descaro.

En ése instante, Scarlett pudo notar como su mejor amiga les observaba con fijeza, e incluso con dolor. Entonces se alejó del chico, y caminó a su lado. Su vestido color vino se ondeó con su caminar.

—¿Cissy?

La encantadora rubia le dedicó una pequeña sonrisa.

—¿Sí?

—¿Te encuentras bien?

La joven Black sonrió de nuevo.

—¿Por qué no lo estaría? Hoy es el Baile de Navidad, nadie puede estar triste. Bueno, los chicos sí, ya sabes... —hizo una mueca— Ellos recibirán la Marca estas vacaciones... —murmuró.

—Ni siquiera lo menciones —dijo con tristeza—. No imagino lo terrible que deben sentirse Lucius, Reggie, Bella y Severus.

—Olvidas a tu prometido —rió Narcissa.

La otra hizo una mueca antes de volver a hablar.

—Estúpidos matrimonios arreglados, tienes una gran suerte de estar prometida desde tu nacimiento con Lucius. Es una lástima que él no te guste —dijo frunciendo el ceño.

Una lástima que no me guste, pensó con sarcasmo.

—Sí, es demasiado arrogante. Excesivamente egocéntrico —y es lo que más me atrae de él, pensó de nuevo.

—Dejen de cotillear, chicas, bajemos ya —inquirió una chica pelinegra de piel bronceada.

—Ya vamos, Marie —respondieron al unísono mientras reían.

Como dictaba el protocolo, cada una debía ir con sus respectivos prometidos, ya que, desde hacía un año se habían celebrado las fiestas de celebración de compromiso. No era algo que pudieran contradecir, ya que eran las tradiciones familiares que sus ancestros habían seguido por décadas.

—Te encuentras sumamente encantadora, Narcissa —le halagó Lucius mientras tomaba su mano.

La chica agradeció mentalmente llevar algo de maquillaje puesto, pues así evitaba que su sonrojo se hiciera tan notable.

El Ángel de un MortífagoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora