Capítulo 8: No hay muerte

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— ¿Ezra Bridger? — no pudo evitar interrogar Rey. — ¿El legendario Ezra Bridger, hijo de los héroes de la Rebelión de Lothal? ¿El discípulo de Kanan Jarrus, que volvía loco al Imperio en la nave "Espíritu"? — y luego agregó—....¿Me conociste?

Ezra sonrió. Estaba concentrado en un solo propósito:

— Eres un engendro creado por el Lado Oscuro, Rey, por si Luke no te lo ha contado.

Las palabras de Ezra eran mortíferas, eficaces. Pero ella estaba pensando en la arena de Jakku por la tarde, cuando los soles se ponían y todo era silencio.

Estaba enfocando su mente en sus tiempos de soledad, de pobreza, y de cómo se había sobrepuesto a todo eso sin guardar resentimientos ni deseo de venganza. Ni siquiera cuando le robaron el mayor logro de su vida. Su truco mental funcionaba. Ezra había pensado que le estaba dando tiempo para considerar lo que él le estaba diciendo. Pero pronto se dio cuenta de que los largos minutos que habían pasado habían sido usados por Rey en una forma inesperada. Había tranquilizado su mente a través de la meditación. La había subestimado.

— Defiendes tu mente con esos pensamientos de arena. Eres fuerte. Muy fuerte. — dijo el hombre, empezando a acercarse.— Pero te faltan algunos años de práctica para poder ganar este duelo. Si no quieres unirte a nosotros, tendrás que morir aquí y ahora...

En ese punto Ezra se interrumpió y puso atención, presintiendo algo. Un segundo después el Halcón Milenario apareció, con los motores en silencio,usando sólo la inercia del impulso inicial, emergiendo inmenso desde el barranco, y Chewbacca abrió fuego con el gran cañón sobre el guerrero. Este desvió la energía hábilmente con su sable, pero la potencia del cañón era tan grande que envió lejos al Caballero de Ren. Chewbacca siguió disparando en su dirección hasta que el aire se llenó de polvo, árboles y rocas desprendidas. Entonces Jaina encendió los motores, justo cuando el Halcón empezaba a caer, y se acercó suavemente a la cornisa del cerro, bajando la plataforma de carga de la nave. Rey apagó los sables, e iba a empezar a correr hacia el Halcón, pero se detuvo. Recordó a la aprendiz tendida en el suelo. Sentía que aún vivía. Corrió hacia ella, y con un esfuerzo logró cargarla en su espalda y correr hacia el Halcón Milenario en medio del polvo que la nave elevaba.

— ¡Apresúrate, ya viene! — gritó Jaina, que había llegado a la plataforma, mirando algo en la lejanía. Chewbacca volvió a abrir fuego, desgranando la montaña sobre Ezra. Pero un instante después ya se elevaban, lejos de ahí.

Rey llevó a Zana hasta la pequeña habitación del Halcón que a veces usaban como enfermería, y junto con Jaina la conectaron a los equipos de soporte vital lo mejor que pudieron, mientras Chewbacca llevaba la nave hasta un punto adecuado de la órbita para saltar. Jaina ya había programado las coordenadas de la nueva ubicación de la base. Estaba sucia y tenía la ropa rota y la piel bastante rasmillada, pero ni un quejido escapaba de sus labios.

— ¿Crees que se recuperará? — Preguntó la padawan a Solo, mirando a Zana tendida sobre la camilla. La quemadura de su rostro había tomado un color negruzco similar al del costado.

— Lo dudo — repuso la interpelada. Rey se inclinó sobre la joven y le puso una mano sobre la frente, que estaba fría. Cerró los ojos. — ¿Qué haces?.

— Leí en el libro que me dio Luke que a veces los jedis pueden usar La Fuerza para ayudar a la reparación del cuerpo de los seres vivientes. No sé cómo se hace, pero...

— Eso te debilita a ti, y es una habilidad avanzada...— empezó a objetar Jaina. Pero entonces sintió como Rey empezaba a traspasar un poco de energía a la muchacha herida. No era mucha, pero en esa situación podía representar la diferencia entre la vida y la muerte.

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