Capítulo 9:Reuniendo fuerzas

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Luke Skywalker llevaba casi dos días meditando. En ese tiempo no había probado bocado, y apenas había tomado el agua indispensable para no desfallecer. A su alrededor, el Lado Oscuro provocaba visiones de muerte, pérdida y traición. Imágenes que no podían dejar de verse cerrando los ojos.

Estaba en lo profundo de la Cueva, en Dagobah. Se sentía preocupado por haber dejado sola a Rey esos pocos días, pero lo necesitaba. Necesitaba confrontar sus temores una vez más.

Vio a una mujer que había amado, asesinada. Edificios arrasados. Escuchó alaridos. Vio a decenas de padawans pasar por delante de sus ojos con cuerpos quemados y ensangrentados: la mayoría había muerto, otros habían desaparecido, y algunos habían levantado sus armas en contra de él mismo, entregándose al Lado Oscuro.

Estaba sentado en una roca. Frente a él había un pequeño pantano. En la otra orilla, las raíces de un gigantesco árbol se enredaban dejando una pequeña abertura en tinieblas que la pequeña linterna del jedi no podía disipar.

Cuando el agotamiento Skywalker avanzaba, sintió la respiración ruidosa y vio a Darh Vader salir de ahí. Le parecía que su padre avanzaba hacia el en sus vestiduras negras, imponente y siniestro. « ¿Cuál es tu mayor temor, Luke?» preguntó Vader con voz profunda. Entonces se apartó y una figura de menor estatura apareció tras él . Era Rey.

Su padawan vestía simbólicamente de negro, y traía en su mano un sable de hoja doble encendido. Era de color rojo. Luke se fijó en el rostro de Rey, y le impresionó el cambio que el Lado Oscuro puede operar en una persona. La mirada de la joven, antes dulce, ahora era dura, resentida, astuta. La expresión de su boca era de profunda ira, y se notaba cada músculo de su rostro en tensión. Tenía el pelo suelto, casi provocativo. Detrás de ella, apareció la figura deforme de Snoke. Las palabras de este último resonaron dentro de su mente: "Ella ha elegido a su maestro".

Luke sabía que se trataba de una visión, pero no podía evitar sentir dolor ante ella. Entonces una luz empezó a disipar las tinieblas, y Obi-Wan Kenobi, resplandeciente, se interpuso flotando sobre el pantano.

— Luke — dijo Obi-Wan Kenobi — has venido a confrontar tus miedos. Pero no puedes evitar que las personas decidan por sí mismas de qué lado están. Eso no está en tus manos.

— Ben — respondió Luke — es bueno verte al fin.

— Te dije que siempre estaría contigo.

— Temo haber sido un pésimo maestro. He entrenado a decenas de jóvenes, pero ahora no hay ninguno del lado correcto.

— Su propio equilibrio La Fuerza buscará — respondió otra voz conocida. La figura radiante del maestro Yoda se unió a la de Ben.

— He sentido que las dos personas que elegí están en problemas — repuso Luke — pero no podía salir de aquí hasta recibir su consejo y dejar de sentir este miedo que confunde la mente.

— Listo pronto estarás, maestro Skywalker — repuso Yoda

— Quizá pronto llegará el tiempo en que les ayudarás de la forma en que nosotros te ayudamos a ti. — prosiguió Obi-Wan.

Luke reflexionó en estas palabras por un momento.

— ¿Estoy listo para trascender a la muerte y poder presentarme a ellos como ustedes se presentan ante mí? ¿Soy ya uno con La Fuerza?

— Cuando llegue el tiempo, lo sabrás — contestó la figura de Yoda.

— Pronto podrás descansar. Te necesitan por un poco de tiempo. — agregó Obi-Wan — Necesitan tu presencia y tu calidez en forma humana todavía.

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