Capítulo 11:Abandono

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Rey pasó casi dos días de mucha concentración intelectual. Lo único que hizo fue leer el libro de Luke y trabajar en su proyecto del sable doble, tratando de adaptar el sable de Zana al de Skywalker, con piezas que Poe y Jaina le habían dado. Casi todo el tiempo estuvo sentada en la hierba del cementerio, enfundada en su capa de padawan con la capucha puesta, frente al monolito de Han, y rodeada por los memoriales de Shara y Kes. Tenía la sensación de estar acompañada en ese lugar. Además, la charla continua de la base no resultaba fácil de soportar para una persona socialmente aislada y criada en un lugar como Jakku. La pequeña y delgada pantalla con imágenes que Poe le había regalado colgaba ahora de su cuello, mostrando en primer lugar aquella en que salían los tres sonrientes: Shara Bey, Kes Daemeron y una pequeña Rey.

Había logrado adaptar el sable de Zana al de Skywalker para poder unirlos y separarlos en cualquier momento por la empuñadura. Se levantó sonriente, y se sacó la capa marrón. Comenzó a dar golpes al aire tal como antes lo hacía con su vara, y se sintió más a gusto que con el sable tradicional. Estaba en eso, acuchillando el aire como si de un juego se tratara con su sable azul por un extremo y rojo por el otro, cuando percibió algo. Era su maestro, Luke, que se aproximaba. Apagó el arma y corrió en la dirección que La Fuerza le hacía sentir.

El día era nuboso, y el cielo estaba gris. Pero había un espacio entre las nubes por el que el sol de la mañana entraba con un nostálgico tono plateado. Abajo, todo estaba cubierto de un pasto muy verde en que los pies se hundían, mecido por una leve pero helada brisa. Rey subió a una loma. Había pequeños cerros verdes hasta el horizonte, hasta los rayos del sol. Y a contraluz pudo ver, casi como una mancha, la silueta de Luke Skywalker, vestido tal como lo había encontrado la primera vez, sólo que ahora se aproximaba a ella como un peregrino. La joven sintió una puntada de felicidad, y corrió a su encuentro.

Pero al aproximarse tuvo un presentimiento, y fue aminorando la marcha. Había visto dureza en el rostro de Luke. Se detuvo a unos metros y esperó. El jedi prosiguió caminando casi como si no la viera, pero dijo:

— Me desobedeciste. Te dije que debías evitar toda pelea, y es lo primero que haces. Sí, lo sé todo. No perdiste una parte del cuerpo, pero casi pierdes el alma.

Rey empezó a caminar a su lado. Quería mostrar algo así como arrepentimiento. Pero la felicidad de verlo otra vez era muy grande para poder fingir algo negativo.

— Estaba muy preocupada por Finn, lo siento — repuso Rey— es que no puedo quedarme de brazos cruzados...

— ¡Ya sé que no puedes! — repuso Luke, volviéndose apenas hacia ella, y gesticulando con la mano metálica — ese es tu problema. Que no piensas lo suficiente antes de actuar. Que sientes que la justicia tiene que ser inmediata o no es justicia, y te sientes invulnerable por unos momentos. Fuiste afortunada con Ezra Bridger. Cuando sentí que estabas cerca de él, casi di todo por perdido. Ya no sé si seguir diciéndote que un jedi practica la defensa más que el ataque, porque sé que terminarás atacando sin pensar.

Rey tenía ganas de abrazarlo, pero no se atrevía al verlo caminar tan rápido sobre la mullida hierba. Leia también había sentido la presencia de su hermano, y venía a su encuentro, a lo lejos. Cuando estuvieron cerca, la General lo abrazó con cariño, sin decir nada más.

— No seas tan duro con ella — agregó cuando se separaron y prosiguieron el camino hacia la base.

— No la defiendas. Mi padawan tiene un talento especial para ponerse en peligro. No sabe lo importante que es.

— Recuerde cómo era usted cuando era joven, Maestro — repuso Leia con ironía, caminando a su lado, hacia la base — ni el Maestro Yoda creía que usted iba a ser obediente alguna vez. Estaban pensando en hacerme jedi a mí.

Siempre hay dosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora