13 de Marzo, 2009

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Por fin se me ha aclarado la vista.
Está muy oscuro, pero todo aquí me es familiar: es mi habitación, pero sigo llevando puesta la ropa de ayer.
No me encontraría bien y me acostaría pronto; habrá sido sólo una mala pesadilla.

Bajo a la cocina para prepararme el desayuno. Me hago cereales y tomo la primera cucharada. Me dispongo a tomar la siguiente cuando oigo un ruido proveniente del salón.
"Será el viento"- me digo, pero de pronto me parece ver una sombra.
Me levanto a toda prisa del islote y me escondo tras él. Oigo pasos que se se aproximan.

¡Dios! no había sido un sueño, había sido real.
Está aquí, conmigo, el hombre del pasamontañas está en mi casa. Seguro que secuestró a George y ahora viene a por mí.
Tengo unas tremendas ganas de llorar. Una lágrima amenaza con salir pero debo ser fuerte, voy a necesitar todas mis fuerzas para librarme de éste hombre y tratar de huir; por mí, por George.

Creo que se ha dado la vuelta, porque los pasos se están alejando. Me incorporo un poco para ver si consigo verle la cara, pero todavía no me he terminado de levantar cuando resbalo y caigo al suelo en un golpe seco.

     "¡Mierda!"- maldigo en silencio.

Ha debido oír el golpe, porque está acelerando el paso de vuelta a la cocina.
Me arrincono detrás del islote, entonces lo veo.

                      "¡Es George!"

Me levanto entusiasmada para abrazarlo, pero él me frena golpeándome la cara.
No entiendo nada. Me alejo rápidamente de él e intento huir, pero él es más rápido que yo y me coge del pelo, jalando muy fuerte.
Huele a alcohol, está borracho.

A rastras me sube hasta el dormitorio y me tira bruscamente sobre la cama; intento hacerlo razonar:

-George, ¿qué te pasa? ¿dónde has estado?- Digo, pero entonces vuelve a golpearme, y otra vez, y otra, y otra más.
La lágrima que previamente amenazaba con salir ha ganado, y seguida de ésta otras tantas hermanas la acompañan.

           "¿Qué está pasando?"  "¿Por qué me hace esto?" "¿Qué le he hecho yo?"

No entiendo nada.
No deja de golpearme, me siento muy débil. Ya no siento mis brazos, ni mis piernas, ni la sangre correr por mis venas.
No me quedan fuerzas para seguir defendiéndome; se me caen los párpados, no veo nada.

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⏰ Última actualización: Jun 08, 2017 ⏰

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