Lo Prohibido

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Una fina copa de vino fulguraba bajo la luz rojiza de las lámparas de aceite que iluminaban tenuemente la amplia habitación. Sentado en su cómodo sillón negro junto a la ventana, sus ojos permanecían fijos en el cielo despejado, oscuro y salpicado de estrellas. De vez en vez se movía para alcanzar su copa y tomar un sorbo de vino, que degustaba lentamente conforme el líquido permanecía en su boca, y luego volvía a quedarse inmóvil. Era difícil saber qué era lo que estaba pensando, pues su mirada ausente y su rostro completamente desprovisto de alguna emoción particular, no dejaban saber qué era lo que le tenía tan ensimismado.

De pronto, el sonido de unos pasos en tacones altos se dejó oír en la planta baja, dibujando inmediatamente una sonrisa en su rostro. No se movió de su lugar, pero por primera vez en mucho rato, sus ojos se tornaron llenos de ansiedad y deseo, fijos en la puerta a la espera de que se abriera, dejando ver a su visitante.

Pronto su deseo se vio cumplido, cuando lentamente la puerta se fue abriendo y recortando contra la oscuridad del pasillo, la figura femenina que esperaba. Se acomodó en su asiento, colocando las manos en los reposabrazos y recorriendo con todo el descaro del mundo el cuerpo de aquella mujer. Sonrió nuevamente, invitándola a pasar con ese gesto y sin quitarle los ojos de encima. Ella entró, cerrando con seguro la puerta y recargándose en ella, dejando que los ojos azules la recorrieran a gusto.

La lujuria brilló en los ojos de Milo cuando regresó su mirada al rostro de su invitada. Se puso de pie y rellenó, generosamente, su copa de vino, luego se la ofreció y al ver que ella no se movía; bebió su contenido completo, dejándola sin cuidado en la mesa nuevamente.

Se fue acercando a ella, paseando los ojos por el perfecto cuerpo de pronunciadas curvas, deseando tocarla, deseando verla desnuda. Colocó sus manos a cada lado de la cabeza de cabellos verdes, acorralándola entre su cuerpo y la puerta. Sin mediar palabras y exudando excitación, llevó sus labios al blanco cuello, lamiéndolo y besándolo de manera apasionada, consiguiendo así que ella soltara suspiros deseosos de más.

-Estuve esperándote toda la noche...Shaina -le dijo al oído mientras mordía el lóbulo de su oreja y repartía pequeños besos.

-Perdone si lo hago esperar, Milo, pero hasta este momento se me antojaron sus favores -le respondió con prepotencia y sarcasmo, mientras paseaba sus manos por su abdomen de manera provocativa. Milo sonrió sin detenerse de su tarea y apretando el cuerpo contra el de ella.

Shaina se dejaba hacer, mientras las grandes manos recorrían su cuerpo y se deshacían de las piezas metálicas de su armadura de entrenamiento. Pero justo cuando sintió que estaba por comenzar con sus ropas, lo tomó fuertemente de los brazos y se giró apresándolo a él contra el frío muro. Apresado de las muñecas, Milo sonrió sugestivo y expectante ante lo que la amazona tenía planeado, permaneciendo en esa posición por largos segundos, hasta que finalmente la fémina dio unos pasos hacia atrás y se dirigió a la cama, invitándolo a seguirla con ligeros y sensuales movimientos.

Sin hacerse esperar, el Santo de Escorpión la siguió, parándose frente a ella, quien lo empujó hasta dejarlo sentado en el lecho. Aún de pie frente a él, dio unos pasos para dejar algo más de distancia entre los dos y permitirse mover con mayor libertad. La amazona permaneció quieta unos momentos, disfrutando de la tortura mental que le asentaba al griego, sosteniéndole la mirada cargada de lasciva. Finalmente comenzó a contonearse sensualmente, al ritmo que se quitaba la tela ceñida a su cintura; la sostuvo en su mano y se acercó lentamente a él, salvando la distancia que los separaba y perfilando su silueta con la luz lunar que se filtraba por las ventanas, mientras su piel tomaba un tono rojizo por el rojo del fuego que consumía las lámparas de aceite en las paredes.

Sin perder su sensualidad, se inclinó y le cubrió los ojos con la tela, asegurándose de que el nudo no se desatara, para luego sentarse sobre él e iniciar con movimientos provocativos que aumentaron inmediatamente la excitación del escorpión. La tomó de la cintura y delineó el curvilíneo cuerpo con sus fuertes manos, paseó los dedos con desvergüenza por sus senos y empezó a desnudarla mientras marcaba el ritmo de sus movimientos

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⏰ Última actualización: May 11, 2014 ⏰

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