Capítulo 1

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—No me puedes dar algo más— le digo a Phill, el dueño de una pequeña tienda. Intento vender la ropa vieja de mi madre.
—Lo siento. Solo cinco monedas, no puedo darte más. Lo tomas o lo dejas— dice, tiene el ceño fruncido.
—Muy bien—no es la mejor oferta, pero no puedo ponerme exigente en esta situación.
Después de vender la ropa, voy a otra tienda del centro a comprar un poco de comida.
Durante mi recorrido, intento no toparme con personas que están en el suelo delirando, y cuerpos sin vida.
Hay personas que me piden un poco de dinero, mas sin embargo, realmente lo necesito y no puedo regalarlo.

Aún recuerdo que de pequeña, la ciudad era muy hermosa. La tragedia aún no había llegado a nosotros, pero ahora, es irreconocible. Es increíble que en tan poco tiempo, todo este al borde de la destrucción total.

A lado mío pasa una camioneta del laboratorio médico.
Por lo que he oído, a chicos sin hogar se los llevan y les hacen estudios. Al parecer, existe una cura para la enfermedad, pero se necesita de la sangre de ciertas personas para fabricarla.
Las personas con esta condición son muy reducidas.
Eso sí, las personas que entran ahí, no vuelven a salir.
Me recorre un leve escalofrío.

En la tienda solo puedo comprar una lata de comida, y un poco de arroz.
Me sobra una moneda, así que le compro unos caramelos a Bryn, mi hermana pequeña.

Cuando mamá murió, quede a cargo de ella.
Las horas de escuela son muy pocas y la mayoría de las veces no hay clases. Eso me da tiempo de estar con ella y ayudar en la pequeña farmacia de la vieja Liz. Es un trabajo que tuve que tomar para conseguir un poco de dinero.
La paga no es muy buena, pero de alguna manera sirve para sobrevivir.
Mis padres no nos dejaron un sustento económico, solamente el hogar en el que vivimos. No es muy grande y el servicio de luz ya no funciona.

Por lo menos tenemos un techo en el que cobijarnos.

Cuando llego, mi hermana ya esta en la casa. Es una gran ventaja, la escuela esta doblando la esquina, y para mi es una preocupación menos. Casi no siempre llego a la hora de salida.

—¡Bryn!—la llamo cuando abro la puerta. 
Silencio.
—¡Bryn!—empiezo a recorre las habitaciones exaltada.
—¡Feliz cumpleaños!— grita Bryn cuando entro a la cocina, pegándome un gran susto, pero un gran alivio me invade.
—Casi me matas— digo abrazándola.
Es tan parecida a mamá. Caballo largo, rubio y ondulado, y ojos verdes.
Yo soy más como papá. Cabello castaño, hasta los hombros y ojos azules oscuro.
—Perdón—dice Bryn—Pero recordé que era tu cumpleaños y decidí darte una sorpresa.
En la mesa hay un pequeño pastel con una vela. No se de donde lo sacó pero es un gesto hermoso.
—Se lo cambie por unos de mis juguetes a una compañera. —dice. No puedo creer que ella lo haya hecho.
—Es muy dulce de tu parte—digo— Pensé que había sido olvidada. Te quiero.
Ella sonríe.

—Te traje unos caramelos—digo sacando una pequeña bolsa. Su rostro se ilumina. No siempre podemos darnos ciertos lujos.

Al menos, hoy si.

Prometo Cuidarte|| [SinEditar] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora