Beth estaba escribiendo bocetos(? en su escritorio, tenía una pequeña oficina en su casa y en ella trabajaba todo el tiempo. Era escritora. Sus historias se basaban en las antigüedades que había comprado con Gladys. Tenía una daga antigua en su cocina y de ella había sacado inspiración para escribir uno de sus libros. No era una escritora famosa pero sus libros lograban llegar a la venta y poseía varios lectores y seguidores. Cada cuando sacaba un libro nuevo hacia firmas en ellos donde conocía a sus fans. No era mucho pero le gustaba darle felicidad a alguien con su escritura.Alguien había tocado la puerta interrumpiendo su escritura. Beth había ido a recibir quien fuese que estuviera en la entrada y era un hombre con un paquete. -¿Señorita Beth Williams?-.
-Si-. Seguro era un paquete de su manager.
El hombre le entregó el paquete que estaba algo grande y le pidió su firma, al haberse ido Beth llevó el paquete ligeramente pesado a la cocina y uso un cúter Para abrirlo. Dentro de él estaba la alfombra que había visto en la tienda de Gladys.
No tenía sentido, la otra mujer se la había dejado a Gladys. Seguramente fue un error en el sistema de envío. Llamó a la tienda de Gladys y pronto contestó.
-Antigüedades Glady's, ¿En qué le puedo servir?-.
-Hablo yo, Beth-.
-¡Ah querida!, ¿pasó algo?-.
-Si, fíjate que he recibido un paquete que no era para mí-.
-¿De qué objeto se trata?-.
-Es la alfombra mediana- Beth le leyó el código en el paquete para especificar el envío.
-¡Hay no!, lo siento tanto querida, debí cometer ese error, ¿Pero qué hago?, todos mis hombres están en servicio y les tomaría días llevárselo-.
-¿Días?- a Beth le sonaba como cuando a su manager le salían mal las cosas y las copias de un libro nuevo le llegaban tarde. -La mujer que la quería debe estar esperando por ella-.
-Déjame ver qué puedo hacer con el asunto, luego te llamo querida-. Gladys colgó.
Beth observó el paquete, justo cuando se había olvidado de aquel caso perdido volvió a ella. Dejó el paquete en la cocina y volvió a su oficina. Después de una hora recibió una llamada, su detector de llamadas le indicó que se trataba de Gladys.
-¿Qué pasó Gladys?-.
-Anya ha venido a quejarse en persona y se pregunta- un ruido interrumpió a Gladys. -Disculpa, yo le hablaré Gladys, tú siéntate. Me dicen que has recibido mi alfombra, ¿Será que puedo ir por ella?-.
Beth no sabía cómo decirle que no confiaba del todo en extraños, especialmente siendo una escritora. -No te preocupes, no soy una asesina, pero enserio quiero la alfombra-.
-Esta bien, dile a Gladys que te de mi dirección, estaré aquí todo el día-.
-¡Muchas gracias!-, la mujer colgó sin más.
En el paso de media hora alguien había tocado su puerta, seguro era la chica. Beth fue a recibirla. Esta vez la chica vestía unos pantalones de mezclilla que marcaban bien su figura y un suéter algo grande, su cabello estaba suelto y tenía unos lentes puestos.
-¡Ah pero si eres la chica que también quería la alfombra!, ¿puedo pasar?-.
Beth la dejo pasar y la chica se quitó el suéter, para su sorpresa el busto de la chica era grande también, cosa que no había notado la última vez.
-Ah, perdón.. Mi nombre es Anya.. Anya Moore-. Colgó su suéter en el gancho de la puerta.
-Deja voy por tu paquete-, Beth fue a la cocina y Anya la siguió.
Beth tenía varias antigüedades en su casa, unas pinturas viejas colgaban en las paredes, una mesa rústica se encontraba en la sala y notó un armario viejo de vidrio lleno de libros antiguos y libros normales.
-Tienes un lindo hogar-.
-Gracias-. Llegaron a la cocina y Beth le entregó el paquete ya abierto con la alfombra adentro. -Aquí tienes-.
-Gracias...- Anya leyó el nombre en el paquete -Beth Williams-.
Entonces como si fuera una tormenta empezó a llover fuerte. Ambas se asustaron por la repentina lluvia.
-¿Justo ahora?-. Anya no podía salir en ese momento, Beth lo notó.
-Puedes quedarte haya que se haya calmado la lluvia- Beth la llevó a la sala de estar.
-Muchas gracias, saldría pero con este frío no pienso mojarme-.
-Tienes suerte, tengo calefactor-.
Anya se sentó en su sillón y noto una estatua antigua de un pequeño niño desnudo en la esquina de la sala, una sonrisa salió de su rostro.
-Me fue de mucha ayuda aquel niño, ¿Quieres algo de beber?-.
-Oh si gracias, estoy bien con lo que sea-.
Después de haber hecho un té caliente para ambas se sentó junto a Anya.
-¿Cómo es eso de que el niño te fue de mucha ayuda?-.
-Fue una gran inspiración para uno de mis libros-.
-¿Escritora?- no se lo imaginaba.
-Si, no sé si hayas leído uno de mis libros, tengo varias copias en mi oficina-.
-Oh, me interesaría saber qué clase de libro tiene la inspiración de aquella figura-.
Beth había ido a su oficina y fue por el libro, regreso a la sala y se lo dio a Anya. Almas desnudas. Era un libro Delgado de aproximadamente 150 páginas.
-¿Importa si lo tomo prestado?-.
-Me encantaría que lo leyeras-. Beth no podía contener su curiosidad, -¿La alfombra?, ¿por qué tanta prisa en tenerla?-.
-Tendré visitas importantes y algunas que otras nuevas decoraciones y muebles son necesarios para la situación-. Anya tomó otro sorbo del té. -Pero se nota que tú tienes una clara obsesión con antigüedades-.
Beth no dijo nada más. Anya cruzó sus piernas. -Pero verás, la alfombra es algo grande y pensaba partirla a la mitad, ¿Te gustaría tener la otra mitad?-.
A Beth le brillaron los ojos -¿Enserio?-.
-Por supuesto, claro que esto no te saldrá gratis y ya no será una alfombra sino un tapete-.
-Estoy consciente de ello- Beth estaba dispuesta a pagar su mitad de la alfombra. -¿Cuánto costaría?-.
-Una cita- Anya le guiñó el ojo.
Beth se sonrojó, ¿cómo podía una mujer tan bella como Anya querer salir con alguien tan normal como ella?. -Esta bien-.
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¿Cómo ligar con una alfombra?
De TodoEste es un concurso hecho por @LeterLet en el que he decidido participar y escribir una historia original con el titulo de arriba.