Capítulo V: La pista del cazador

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Mientras Lily estaba regresando con los caballos, los demás estaban preparando las cosas para salir esa misma noche en el carruaje.

—Ésta noche le toca a Jack ir con George, mañana temprano me tocará a mi manejar el carruaje y después de mí a Albert y George —decía Arthur mientras acomodaba las joyas debajo de los asientos.

Con los horarios bien establecidos Albert y Arthur abordaron el carruaje y Jack se sentó junto a George para manejar el carruaje.

"Esa niña ya se tardó" pensó Jack.

—Disculpen la tardanza —gritó a lo lejos Lily con un carruaje entero.

—¿Qué se supone que hagamos con dos carruajes? —preguntó George al ver a Lily.

—No hay de qué preocuparse, sólo hay que sacar las cosas de valor y amarrar a los caballos a nuestro coche —dijo Lily y se bajó del caballo para amarrar a los demás al carruaje.

George y Jack se encargaron de terminar de juntar los caballos bien, mientras tanto Lily se subió al carruaje que robó para bajar todas las cosas de valor. Cuando Lily acabó con su tarea se subió al carruaje.

"Lo suponía, no puede contra unos cuantos ricos, no me imagino contra kryuns grandes" pensó Albert al ver que Lily tenía la ropa sucia y rasgada.

—¿A dónde nos dirigimos ahora? —preguntó ansiosa Lily.

—Nos dirigimos hacia la frontera con Mauntland —respondió Arthur y Lily le agradeció.

En ese momento los tres empezaron a sentir sueño, sobre todo Albert y Arthur que no habían dormido en la tarde.

—Siento un kryun de gran magnitud cerca —dijo Jack.

—¿Cómo es que lo sabes? —preguntó George.

—Al hacer un contrato con una karpeka empiezas a repudiar a los kryuns y su olor es totalmente pestilente —contestó Jack—. Debe de estar muy cerca, nos está buscando —agregó Jack.

George estaba algo confundido con lo que decía Jack, él sólo asintió y siguió manejando. Al pasar varios metros se empezaron a sonar ruidos algo extraños, como animales quejándose y de pronto se sintió el aire más espeso. George detuvo el carruaje para que Jack le avisara a los demás.

—Despierten holgazanes, hay un kryun cerca —Entró ruidosamente Jack.

Al percatarse tomaron sus armas y salieron al ataque. Frente de ellos estaba un hombre que tenía las piernas como una cabra, torso y brazos de hombre y una cabeza de lobo. Se acercó corriendo hacia los cuatro y Albert le disparó en medio de los ojos.

—No seas idiota, a esa cosa sólo se le mata cuando le arrancas el corazón —dijo Arthur y al terminar su frase el kryun se levantó.

Ellos sabían que debían de actuar rápido. Jack y Lily se acercaron a la bestia para provocarle un poco, se movían rápido y le hacían heridas en el cuerpo, el kryun se defendió y lanzó lejos a Lily. Jack siguió combatiendo con él y Arthur se unió a la batalla, Albert intento disparar por la espalda al kryun vio que su piel era más resistente en las zonas cercanas a su corazón.

"Es inútil, necesitamos karpekas" pensó Arthur y sacó a su as de diamantes. Era una karpeka grande que levitaba, era un diamante con un ojo en el centro. Cuando Albert vio al as de diamantes también sacó su karpeka. Lily se levantó y se acercó algo adolorida dentro del carruaje por un arma especial.

El as de corazones tomó con sus dedos al kryun y el as de diamantes disparó un rayo láser de su ojo hacia el pecho del kryun pero apenas le hizo cosquillas. Lily sacó del carruaje una daga con una esfera y un botón en el mango, entonces lo lanzó con fuerza hacia el pecho del kryun. Cuando la daga se le clavo estalló, haciendo que se le formara una hendidura en la piel, así que el as de diamantes aprovechó y siguió disparándole con el láser en el corazón.

La situación era inútil y no se lograba nada, así que la karpeka de Albert soltó a la bestia y le lanzó su dedo anular hacia el pecho, el cual le perforó todo el abdomen y prácticamente lo partió en dos. El kryun se agitó un poco y dejo de moverse a los pocos segundos, en ese momento Albert retiró el dedo de su karpeka y Jack se acercó al kryun para encenderle fuego. Al calcinarse por completo el cuerpo del kryun, el as de diamantes lanzó un chorro de agua al cambiar su ojo a un color de azul y así apagaron las llamas.

Después de la batalla cada quien tomó su posición en el carruaje sin decir ni una sola palabra. Jack siguió guiando porque a veces George se quedaba dormido, y los otros tres estaban durmiendo adentro del coche. Llegó el amanecer y habían llegado a una pequeña aldea de comerciantes. Al despertar Albert comenzó a buscar entre las cosas que hurtaron algo de valor que pudieran vender en esa aldea.

En ese momento el carruaje se detuvo, Jack y George subieron al carruaje cansados y los otros tres salieron de ahí. Albert había sacado en un saco todo lo que habían juntado entre los bandidos y el carruaje que robó Lily.

—No le veo sentido a que saques esas cosas, no hay que provocar alguna riña —decía Arthur mientras se subía al asiento de George.

—Lo voy a vender, necesitamos más provisiones —dijo Albert.

—Sólo vende una parte, no hace falta que lo vendas todo aquí, no hay que levantar sospechas —dijo Arthur.

—En todo caso no podemos detenernos mientras ese par este durmiendo, debemos de continuar nuestro camino sin distracciones —dijo Lily, dicho esto ella volvió a la parte interior del carruaje junto a Arthur.

Mientras tanto, en alguna parte de todo el continente, uno de los bandidos que intentó asaltar al carruaje de los ases volvía a una gran mansión. La propiedad no era suya, era de su amo, un noble que tenía un alto rango en la sociedad. Entre jardines logró llegar al pequeño estudio del noble al que servía.

—Disculpe mi señor, la persona que buscaba la hemos encontrado —dijo el bandido haciendo una reverencia.

—Muy bien, ¿a dónde se dirigen? —preguntó el hombre.

—Al sur de Skarst, es seguro que se dirijan hacia Mauntland —respondió el bandido.

—Muy pronto pagará por sus terribles crímenes esa escoria humana. Tu trabajo, Michael, es hacer que sea descubierta esa persona y la ley le atrape. Si no, deberás de guiar a los cuatro ases hasta la base que manejo para que yo sea quien destruya a esa escoria, ¿entendido?

—Sí, amo Roger —contestó reverenciándose.

Aquel hombre moreno se sentó en su escritorio en cuanto el bandido se fue, sacó un mapa de su escritorio y un cuchillo marcó el sur de Skarst. Su único ojo verde acertó con precisión el lugar en donde se encontraban los cuatro ases, él sonrió satisfecho mientras pensaba a quien tenía que cobrarle la pérdida de su ojo.

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⏰ Última actualización: Mar 31, 2016 ⏰

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