Epílogo

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10 meses más tarde...
Daniela notó como el agua del mar acariciaba sus pies hasta la zona de sus talones. Después de un largo día caluroso de verano el agua de la Costa Brava estaba dentro de lo aceptable a una buena temperatura. Pero en esos momentos la muchacha solo estaba pendiente en visualizar a una silueta de cabellos oscuros y ojos verdes.
-¡Desiré!- Daniela se había llevado sus dos manos alrededor de la boca para hacerlas como amplificador y que su voz retumbara para que se escuchase con más potencia. Pero aun así la muchacha no obtuvo ninguna respuesta de su amiga.- ¿Dónde se habrá metido esta caraculo?
-¿Caraculo? ¿A caso me estabas llamando?- Daniela no pudo evitar desprender una sonrisa incluso antes de voltearse y confirmar de quién era esa voz que la había hecho sonreír.
-No, es otro caraculo el que estoy buscando.
-¿Intentas ponerme celoso?
-Siempre.
Daniela percibió el cosquilleo de las manos de Félix rodeándola por la cintura y atraiéndola a él. El chico vestía unos tejanos que le llegaban por las rodillas y llevaba su pecho al descubierto. Daniela colocó sus manos sobre sus pectorales y los acarició mientras Félix dejaba caer sus labios sobre los de ella. La muchacha al momento notó la esencia de Félix que la volvía completamente loca. Se dejó besar por infinita vez ese día por el chico mientras percibía las manos de él infiltrarse en el interior de su camiseta.
-Ey, chico guapo.- Daniela detuvo las manos de Félix que se dirigían hacía el seguro de la parte de arriba de su bikini y el joven sonrió como sí le hubieran pillado comiendo del bote de las galletas.- Ahora no.
-¿No te apetece? El sol está a punto de ponerse. Es algo muy romántico.- Su voz se había acaramelado, pero al mismo tiempo mostraba una necesidad de arder con ella.
-Estoy buscando a Desiré.- Dijo Daniela mientras cogía la cara de Félix con sus manos para apartarlo de su cuello y que dejará de besarlo.- ¿Me ayudas?
-Echar un polvo con tu novia o buscar a una de Las Diosas al Cubo... Las dos cosas suenan muy excitantes.
-Eres un morboso.
-¡No lo decía en ese sentido, mal pensada! Lo decía porqué encontraros a alguna de las tres cuando desaparecéis es algo completamente imposible y es todo un reto para conseguirlo.
-¿Y los retos imposibles te excitan?
-Creo que a estás alturas tu misma deberías de responderte esa pregunta.- La sonrisa repleta de diversión y sensualidad hizo reír a Daniela mientras negaba con su cabeza. 
Le encantaba ese Félix. Que pudiera tener ese punto tan meloso y al mismo tiempo juguetón le hacía pensar que las cosas volvían a ser como antes. 
Cuando finalmente el chico se recuperó del cáncer y de las últimas sesiones de quimioterapia, su relación no podía estar mejor. Ambos sabían que la enfermedad de Félix había sido un punto muy grande a favor para que ellos maduraran tanto como personas y como pareja. Félix había aprendido a abrir su alma herida por el pasado a Daniela, y la chica había aprendido que por muy extraño que pueda parecer todas las personas necesitamos amar y ser amados.
Y eso es justo lo que Félix le hacía sentir: amada; y esa sensación era todo lo que necesitaba ella para vivir.
Aunque a veces las pesadillas llegaban a ella. Esa pesadilla en que Félix muere una y otra vez aparecen algunas noches en su almohada. Pero siempre se encuentra Félix a su lado, cuando despierta con el rostro lleno de lágrimas. Por suerte la chica no grita en sueños y no despierta a su novio, aunque ella no es tonta y él sabe que esas pesadillas todavía la persiguen. Por eso todos los días ambos están juntos. Es extraño no encontrarte a Daniela con Félix, o a Félix con Daniela.
La mayoría piensan que el amor que sienten ellos es muy intenso en ese momento, pero que dentro de unos meses esa pasión morirá. Aunque eso es justo lo contrario a lo que ha ocurrido. Esa llama ha ido creciendo y arrasando con todos los obstáculos que encontraban. Pero claro que discutían. Todos los días discutían, pero por muy orgullosos que fueran enseguida llegaba el miedo, y el miedo les hacía buscarse y reconciliarse.
-Entonces estoy segura que yo para ti tengo que ser un gran reto diario.
-Daniela, tu eres un reto todo los días de mi vida, porqué a veces aguantarte no es tarea fácil.- La chica soltó una carcajada y alzó su mano hasta el pelo rizado de Félix para cogerlo y pegarle un tirón. Sus rizos habían vuelto, y Daniela se pasaba todo el día acariciándolos, enroscándoselos en sus dedos, aspirando su aroma y pegándole un buen tirón cuando Félix soltaba alguno de esos comentarios.- ¡Ay!
-Lo que tendría que ser un reto para ti es conseguir que tu piel de Cásper se ponga morena ¿Cómo puede ser que llevemos prácticamente un mes en casa de la abuela de Diana qué está al lado de la playa, y no te hayas puesto moreno?
-Pero me he quemado cinco veces. Eso es un avance.
-Descompensamos totalmente, blanquito.- Daniela colocó su brazo moreno a un lado de la piel pálida de Félix y enseguida los dos comenzaron a reírse.- Parezco un conguito a tu lado.
-Un conguito muy sexy cuando se pone el bikini blanco.
-Mañana me lo pongo sí tu te pones crema.- Félix entrecerró sus ojos. Él odiaba la protección solar, y Daniela lo sabía. La mayor parte de las discusiones de esos jóvenes este verano había sido porqué Félix no quería ponerse la crema y Daniela no dejaba de ir detrás suyo echándole en cuánto el chaval se distraía.
-Bikini blanco y sin pareo.
-Hecho.- Dijo Daniela entre risas y se inclinó sobre los labios de Félix para sellar su nuevo trato.
Al segundo momento, Daniela notó como los brazos de Félix la volvían a rodear por la cintura y ella hizo lo mismo con los suyos pasando por encima de la nuca del chico para unir más sus labios y sus cuerpos. La chica notó como su chico la alzaba del agua del mar y al mismo tiempo como el viento despeinaba los mechones rubios de la chica que ya le llegaban por sus hombros.
-¿A dicho que sí?- Una voz los interrumpió de golpe. Daniela y Félix separaron sus labios, y mientras el chico dejaba a su novia de nuevo sobre la superficie terrestre miraron hacía la dirección de la voz.- ¡Enhorabuena, chicos! Bienvenida a la familia de los Ortigas, Daniela.
-¿Qué?- Daniela parpadeó con rapidez hacía la dirección dónde se encontraban Adam y Diana, observándoles. Ambos estaban cogidos de la mano y sonrientes. Aunque la expresión de Adam fue cambiando poco a poco.- ¿Por qué nos das la enhorabuena?
-¿Todavía no se lo has pedido? ¡Santa mierda, Félix! ¡Este era el momento perfecto!
-¿Pedirme el qué?- Daniela miró directamente a los ojos de un chocolate intenso que en esos momentos estaban enviando una mirada de advertencia a su primo.- ¿Hola?
-Nada, Dani. Algunos se les va mucho la cabeza.- Félix todavía no le había vuelto a mirar, y eso a Daniela le hizo olerse algo, pero no sabía sí era bueno o malo.- Estamos buscando a Desiré ¿La habéis visto?
-Seguramente habrá vuelto a subir hasta el castillo.- Dijo Diana en un tono apagado.- Ya sabéis que le encanta ir a ver como se pone el sol en ese lugar tan elevado.
-Creo que deberíamos de hablar con ella.- Opinó Félix.- Pienso que ya debería de ser hora que empezará a olvidar a Ángel y que conociera a otros chicos.- Daniela le dio un codazo a su chico, y Félix se quejó.- ¡Quieres dejar de pegarme!
-No digas eso, imbécil.- Le espetó Daniela.- Que Ángel se fuera del internado no fue sencillo para Desiré. Es normal que no le haya olvidado viviendo y estudiando en el mismo sitio dónde le conoció.
-Por eso mismo lo digo.- Se defendió Félix.- Es verano y hay muchos guiris. Puede utilizar alguno para olvidarle y sin tener nada serio con él. Es una buena forma de pasárselo bien y olvidar un amor fallido.
-Vaya idiota estás hecho.- Dijo Daniela mientras se cruzaba de brazos.
-Daniela, mi primo lo dice para ayudar. Somos sus amigos y nos preocupamos por ella. Y vosotras dos sabéis mejor que Félix y yo que aunque diga que está bien muchas de las veces que lo dice no es cierto porqué está pensando en él.
-Ya...- Susurró Daniela mientras pegaba su mirada apenada a sus pies que se encontraban todavía debajo del agua salada.
-¿Creéis que sí localizáramos a Ángel volvería para estar con ella?- La voz inocente de Diana siempre era la última voz que se escuchaba, exceptuando por esta vez, que fue una voz que parecía haber caído del mismo cielo.
-¿A quién decís que queréis localizar?


Desiré podía divisar diferentes colores frente a ella. Podía ver un cielo anaranjado con destellos dorados que rozaban con un violeta que acariciaba el rosado del horizonte. La Palomera de Blanes, la cual era una enorme roca que tenía para subir unas ochenta y dos escaleras, desde lo alto del Castillo de la Costa Brava se veía como el excremento que arrastran los escarabajos: una bola rocosa sin forma y con la bandera de Cataluña.
También sí giraba su cabeza hacía la izquierda podía ver el puerto. Habían enormes barcos que se veían como pequeñas canoas que salían del puerto a una gran velocidad aunque los ojos de Desiré lo reflejaran como sí en un minuto solamente avanzaran dos centímetros.
Todo desde allí arriba se veía muy diferente a como era en realidad las cosas. Quizá por eso le gustaba estar en aquél lugar a Desiré. O también cabía la posibilidad que era la zona más cercana a rozar el cielo con sus manos. Un cielo por dónde podía volar, pero no era el cielo que ella quería.
La chica suspiró pesadamente. Odiaba abrir sus ojos y viera lo que viera todo le recordará a él ¿Cómo era posible? Ya habían pasado más de diez meses y en su mente todavía seguía Ángel tatuado en ella. Y en su corazón. Era como si en él se hubiera perforado un agujero y él se hubiera escondido en él. Desiré quería pensar que tarde o temprano encontraría la forma de borrar los recuerdos de Ángel y ella, y finalmente poder ignorar a su corazón.
Pero nunca llegaba ese momento. En el momento en que no pensaba en que hubiera ocurrido sí ella hubiera detenido a su hermano y le hubiera dicho a Ángel que quería que fuera su cielo. En porqué su boca no dijo la simple palabra “sí” para conseguir todo lo que necesitaba ella para volver a recuperar ese equilibrio que nunca terminaba de encontrar.
Esa es una de las cosas básicas que pensaba Desiré de la vida. Encontrar el equilibrio. Un equilibrio delicado que el universo conseguía darle la vuelta entera a las cosas que eran sencillas y aseguradas en nuestra vida. Sorprendiéndonos cuando estamos en baja guardia, sin ser conscientes del cambio que está dando nuestra vida. Pero la pregunta es... ¿Realmente el equilibrio de la vida se encuentra alguna vez? Es decir: ¿Alguien en algún momento de la vida siente que se encuentra en el centro de la balanza de su vida y lo mantiene hasta el final de sus días, o cuando ya has conseguido ese punto, el punto en que parece que la perfección la estás rozando, llega la fuerza de la gravedad y hace que todo vuelva a ser diferente?
Desiré se hubiera jugado la vida en esos instantes en asegurar que una persona nunca encontraría la perfección de su existencia. Ese nirvana total que muchos hablaban de su existencia. Pero justo antes que pudiera asegurar algo poniendo su vida por delante, una voz que la llamó, bloqueó su razón de ser.
-¿Ángel...?
-Así que al final es cierto.- El mestizo dio un paso hacía delante y se colocó a un lado de la muchacha, pero no la miraba a ella. Sí no el horizonte.
-¿El qué es cierto?
-Este lugar. Parece que puedas tocar el cielo ¿no crees?- Desiré al momento sabía de dónde habría escuchado esa frase. Desiré se lo había dicho a sus amigas en confidencia cuando le preguntaron que tenía de especial ese lugar para que le gustará ir tanto. Y esas palabras fueron exactamente las que Ángel le respondió.
Desiré presintió como sus mejillas comenzaban a enrojecerse y en como su corazón había vuelto a reaccionar para bombear con intensidad miles de estímulos y descargas eléctricas que pasaban por todos los rincones de su cuerpo, sin olvidarse ni del más mínimo espacio en que la chica no pudiera sentir unas inmesas ganas de lanzarse sobre sus brazos.
-Es un buen lugar para pensar.- Susurró la chica mientras aprovechaba para observar cada detalle de él ya que Ángel seguía sin mirarla.
Desiré no le recordaba más hermoso de lo que podía haber estado en un pasado que como lo estaba ahora. Sus ojos estaban más azules y su piel más morena. La última vez que había visto a Ángel sus sedosos cabellos le caían por encima de la frente y le rozaban la zona de la nuca. Ahora lo llevaba diferente a como lo solía llevar hace diez meses. Había conseguido que su oscuro cabello se mantuviera intacto y alborotado al mismo tiempo sobre su cabeza sin la falta de ningún producto fijador.
Y se veía irresistiblemente sexy con sus tejanos de un azul clarito y su tejana del mismo color que sus preciosos ojos que estaba abierta hasta su esternón. El aire los acarició a ambos y a Desiré le vino la fragancia celestial del cuerpo de Ángel. Lo había echado tanto de menos. Y ahora estaba ahí, delante de sus ojos. 
Todavía vacilaba sí todo esto no era una de sus alucinaciones de ella, como le pasaba a Bella en Luna Nueva que veía a Edward por todos lados. Pero Ángel no era ningún vampiro. Él era su ángel protector y justo en esos momentos la estaba mirando a ella. La chica parpadeó sus ojos mientras Ángel se volteaba a su dirección. Eso solo significaba que él quería hablar con ella, pero Desiré no sabía sí iba a soportarlo.
-¿Cómo estás, Desiré?- La chica notó como sí alguien le diera una doble patada en el estómago, haciendo que sí fuera por ella ya se hubiera caído por el pricipio al que estaban asomados viendo como poco a poco se evaporizaba la claridad del sol.
Escuchar su nombre de nuevo en sus labios era como una dulce caricia, pero al mismo tiempo como si alguien le arrancará el corazón de su pecho. Ojala eso hubiera ocurrido, había pensado Desiré miles de veces durante todo ese tiempo en que Ángel había desaparecido de su vida. Sí no tuviera corazón el sufrimiento se hubiera ido con él y ella podría haber vuelto a vivir. Porqué era así realmente como se sentía ella sin él. Muerta y con un corazón que latía. Un corazón que odiaba que palpitará dentro de su cuerpo porqué cada uno de sus pulsos iban dedicados a esos ojos azules.
-¿Quieres la verdad?- La voz de Desiré se escuchó completamente rota. La chica ni siquiera se la reconoció. Intento destensar la tenacidad de sus cuerdas con un carraspeo y volvió abrir su boca para cerrarla de nuevo. Tenía tanto que decirle, pero ni siquiera sabía por dónde comenzar.- Habías desaparecido...
-Ambos sabíamos que era lo mejor.
-¿Y quién decide que es lo mejor y qué no?- La voz de Desiré sonó como sí alguien tirará un jarrón al suelo y todas las piezas se rompieran en mil pedacitos.- Te he echado tanto de menos.
-Oh, Desiré...
La chica notó como una mano de Ángel le cogía del codo y la arrastraba hacía su cuerpo. La chica perdió todas sus fuerzas y se dejó rodear por esos brazos que tanto había extrañado con todo su ser. En esos momentos podía notar como su calor se mezclaba con su cuerpo y como se infiltraba bajo los poros de su piel. La chica pasó sus manos por la ancha espalda de Ángel y le devolvió el abrazo.
-Yo también te echado de menos. Te e echado en falta durante estos últimos tres cientos siete días. 
-¿Y porqué nunca volviste?- Desiré separó su rostro que había comenzado a estar mojado por sus inoportunas lágrimas.- Sí tanto me has extrañado porqué nunca viniste a buscarme.
-No llegaste a contestarme aquel día en el hospital, y pensé...
-Hay cosas que no se tienen que preguntar Ángel, simplemente darlas por hecho.
-Desiré...- Ángel alzó sus manos y cogió el rostro de la chica con ambas manos. Con la ayuda de sus pulgares comenzó a trazar un camino que eliminó cualquier rastro de lágrimas que caían de los ojos verdosos de la muchacha.- ¿crees en el amor irracional?
-¿Qué tipo de amor es ese?- La chica mostró su primera sonrisa que venía directamente de su corazón. Una sonrisa que volvía a deslumbrar como la luz de un faro que guía a los barcos por la noche.
-El amor que no es perfecto, que ha cometido miles de errores y que es imposible de entender. Un amor que te droga de la médula hasta el alma y que desearías dejarla de tomar para volver a ser una persona racional. Para volver a ser humano y no un ser que haría cualquier cosa por no volver nunca a ser humano. Es un amor que llega a ti y que es imposible de controlar. Es el amor que siento yo por ti, Desiré. Ese es el amor irracional.
-Sé como te sientes. Es el tipo de amor que muchas veces te hace daño y en que tu también haces daño, pero es un amor que no cambiarías por nada del mundo.- Susurró Desiré mientras llevaba una de sus manos a la cara de Ángel, devolviéndole la caricia que sabía que el chico aceptaría.
-Yo no lo hubiera descrito mejor.
-¿Y que hacemos con este amor irracional?- Ángel se encogió de hombros ante la pregunta de Desiré y mostró una de sus sonrisas que podría hacer revivir a cualquier persona que ya viviera en el otro mundo.
-Dejarlo que viva.
Desiré presintió como sus frentes se rozaron y como sus respiraciones se volvían una. Podía escuchar latir su corazón y necesitaba sentir el suyo. Desiré colocó su mano sobre su pecho y lo notó. Era constante y rápido. La chica percibió como una de las manos de Ángel que seguía sosteniendo su cara se deslizaba hasta uno de sus mechones y lo escondía detrás de su oreja. Desiré alzó sus ojos y vio como ese azul tan penetrante y único en su especie cada vez estaba más cerca de los de ella.
-Sí...
Y cuando esas palabras fueron nombradas fue como sí el alma de Desiré pudiera descansar en paz des de ese preciso instante. Era lo que necesitaba. Decir que sí a todo lo que él le dijera. La chica notó como Ángel cada vez se iba inclinando lentamente sobre sus labios, pero por primera vez fue Desiré quién se lanzó esta vez.
La chica al mismo momento percibió como las manos de Ángel pasaban de su rostro a su cintura para pegar más sus cuerpos. La joven cogió el rostro de Ángel entre sus manos y no dejó que en ningún momento el mestizo se alejará de ella hasta el punto de morir por escasedad de oxigeno.
-Te quiero.- Susurró la voz dulce de Ángel mientras volvían a juntar sus labios.
-Cómo vuelvas a desaparecer te cortaré las alas para que no vuelvas a volar nunca más lejos de mí ¿lo has entendido, maldito ángel?
-Dime que me quieres.- Ángel volvió a inclinarse sobre las labios de Desiré y la chica le devolvió el profundo beso que parecía que le daba la esencia que necesitaba su cuerpo para vivir. Desiré buscó con sus ojos la mirada oceánica de Ángel y le susurró.
-Te quiero.
-¡Aleluya!- Una voz aguda y potente se escuchó a varios metros de ellos. Desiré y Ángel giraron su cabeza al mismo tiempo, pero no despegaron sus cuerpos en ni un solo momento.- Por fin las cosas vuelven a estar en su equilibrio.
-¡Daniela! Les has interrumpido su momento.- La voz protestona de Diana apareció justo detrás de la silueta de la chica de cabellos dorados. La cual iba cogida a una mano de un chico de unos ojos dorados y repletos de felicidad que la miraban con el amor más fuerte del mundo.
-Daniela siempre interrumpe los momentos claves.
-Tu calla, imbécil.- Daniela cogió uno de los mechones oscuros de Félix y les pegó uno de sus rutinarios tirones que tanto disfrutaba la chica hacerle a su novio.- ¡Desiré! ¡Hemos traído a Luisa! ¿No crees que es perfecto ver la puesta de Sol mientras cantamos todos una canción?
-Mientras no cantes tu, estoy de acuerdo contigo.- Todos rieron la broma de Desiré, exceptuando por supuesto a Daniela la cuál le estaba echando una de sus miradas asesinas mientras intentaba no soltar una carcajada.
-Yo voto por eso.- Dijo Adam mientras alzaba una de sus manos mostrando lealtad a la propuesta de la chica.
-Bah, sois unos aguafiestas.- Espetó la chica mientras se alejaba de ellos por el camino de dónde habían venido.
-¡Dani!- Félix le llamó, pero Daniela no dejó de caminar colina abajo.- ¿Dónde vas?
-¡Olvídame!
-¿Yo? ¡Pero qué te he hecho...!
-¡Que me olvides!
-Ya empezamos...- Félix se quitó la funda de su guitarra de las espaldas y se la entregó a Adam.- Cuídala con tu vida. Voy a buscarla.
-¡Y haz el favor de pedírselo de una maldita vez!- Félix se volteó mientras corría hacía la dirección de Daniela y le enseñó su dedo corazón a su primo mientras le sonreía divertido.
-¿Qué es lo que tiene que pedir Félix a Daniela?- Desiré se percató del detalle de las palabras de Adam. El chico se volteó y mostró una de sus sonrisas.
-Cuando vuelvan, lo verás.



-¡Dani!
-No me sigas.
-Vale, pero espérame.
-¡Te estoy diciendo que no me sigas!
-Y yo te contestó que vale.- Daniela escuchó de lejos la risa de Félix y eso fue la gota que colmó el vaso para que la chica se detuviera y se volteará. Realmente la chica no estaba enfadada con él, pero quería que él fuera detrás de ella. Aunque eso obviamente no lo iba a reconocer.
-¿Qué parte no has entendido de que no me sigas?
-No te estoy siguiendo. Te estoy PERsiguiendo para acosarte en la primera esquina disponible y hacerte mía, nena.- Daniela notó como las manos de Félix la cogían por la cintura y la alzaban hasta la altura de sus hombros para cargarla como un saco de patatas.
Daniela comenzó a patalear y a chillar como una histérica (más histérica de lo que ya era de por sí). La muchacha escuchaba la risa de Félix mientras ella empleaba diferentes adjetivos para cualificarle, y en general por no decir todos eran negativos.
-¡Suéltame!
-¿Estás segura?
-¡Félix suéltame o te castro y se los regalo a la iglesia para que le den de comer huevos a los pobres!- El muchacho volvió a soltar una de sus carcajadas y tiró a Daniela al suelo.
La chica pensaba que iba a notar un dolor penetrante en su trasero y en sus manos que se habían llevado mayormente la peor parte de la caída, pero la verde hierba que la rodeaba la protegió de cualquier daño. Exceptuando de los ochenta quilos de Félix(los cuáles la mayoría eran músculos) que impactaron sobre su pecho y la hacían rodar por el descampando con una inclinación ligera hacía un acantilado dónde debajo se encontraba la playa dónde se habían estado besando hace unos minutos.
Rodaron cuesta abajo varios metros ya que estaban peleando por quién se quedaba encima el uno del otro. Cualquiera que hubiera tenido infancia y los viera diría que les recordaba a Simba y a Nala cuando ambos se revuelcan en el bosque.
Y como no, Félix quedó encima de la Daniela. El chico sujetó las manos de la chica sobre la hierba y se acercó a sus labios para susurrarle sobre ellos.
-Eres toda mía.
-Ja.
-Dímelo.
-Solo los tontos dicen tonterías, y tu eres muy tonto.- Daniela volvió a notar la vibración de la risa de Félix, pero está vez más cerca de ella. Mezclándose con la refrescante brisa del atardecer y el aroma salado del mar.
-Te quiero.
-Te quiero.
-Eres una maldita bipolar ¿Lo sabías?
-Ya, pero te encanta.
-Me encanta.- Repitió Félix mientras se acercó a los labios de la chica y los besó.
Daniela notó el mismo cosquilleo que siempre le transmitían la boca de su chico al rozar la suya con esa sensualidad y ese amor que solamente él sabía darle. El único amor que ella quería recibir por el resto de sus días. Félix liberó las manos de la chica y se las llevó a la cintura de la chica, dónde su camiseta estaba ligeramente levantada y podía notar la calidez del chico.
Daniela aprovechó que Félix estaba distraído para darle una patada en sus partes íntimas y quitarse de debajo de él. El chico emitió un gruñido y cayó boca arriba a un lado de su novia. Daniela soltó una carcajada al ver la cara de dolor exagerado de Félix y se subió encima de él.
-Es muy fácil vencerte ¿Lo sabes, no?- Daniela pasó sus manos por encima del pecho de Félix que había sido cubierto por una camiseta de manga corta que iba a juego con su palidez.
-Qué sepas... que esto está haciendo que me arrepienta de lo que quiero decirte.
-¿Qué pasa? ¿Ibas a pedirme matrimonio o algo por el estilo?
-¿Matrimonio? ¿Yo casarme contigo?- Félix parecía que poco a poco se iba recuperando de la patada de Daniela y se reincorporó para quedarse sentado en la hierba, pero no quito de encima suyo a Daniela. Todo al contrario, la acercó más a él haciendo un nudo con sus manos justo detrás de su cintura.- Esa es la mayor locura que podría hacer alguien.
-Vaya... Yo que ya me estaba haciendo ilusiones a que me regalarías un pedrusco que me dejaría atontada por su brillo...- Félix soltó una carcajada contagiosa y Daniela se dejó llevar por su risa.- ¿Entonces que me quieres decir?
Félix mostró una sonrisa tímida. Una sonrisa que iba acompañada con un sonrojo que podía notarse muy fácilmente en sus mejillas de tono pálido. El chico se llevó su mano al collar que colgaba de cuello y se lo mostró a la chica. Daniela al momento se llevó el collar que le había regalado él la última noche antes que lo operasen hace diez meses y comprobó que no lo había perdido. Después la chica se fijó mejor y se dio cuenta que no era una cruz lo que colgaba de él, sino un anillo.
-Me encanta hacer locuras, sobretodo cuando la persona principal de mi locura eres tu.
-Félix...
Daniela se quitó de encima del chico y se puso de rodillas ante él. Después Félix la imitó mientras quitaba el anillo de la cadena plateada y le mostró el anillo a su chica. Su color era de un dorado deslumbrante y tenía unas pequeñas hojas que parecían que volaban por una corriente de aire. Era precioso.
-Este anillo se lo regaló mi padre a mi madre... Sé que es muy típico, pero para mí es importante que alguien especial lo lleve. Y creo que no hay nadie en este planeta o en cualquier otro lado del universo que pueda serlo más que tu.
-¿Tu madre te dio el anillo?- Félix asintió con ayuda de su cabeza.
-Me dio el anillo y un consejo: Cuando una chica hace que esto de aquí.- Se llevo su mano sobre el pecho dónde se encontraba su palpitante corazón.- se atasque cuando ella se aleje de ti, y que vuelva a funcionar cuando ella te permita cogerla de nuevo de la mano, nunca, jamás, la dejes escapar.
-Es un buen consejo, pero creo que tu madre no te lo hubiera dado sí hubiera sabido que tu ibas a enamorarte de alguien como yo.
-Este anillo me lo dio la mañana en que partimos a casa de la abuela de Diana para las vacaciones, Daniela. Me estaba dando permiso para decirte que quiero que seas la madre de mis hijos y que seas tu quién aguante todas las noches mis ronquidos.- Daniela soltó una carcajada y notó como una lágrima empezaba arderle la mejilla.
-¡Con lo bonito que te estaba quedando! Siempre tienes que estropearlo.
-Sí, pero te encanta.
-Me encanta.- Susurró la chica y cogió el anillo de la mano de Félix para colocárselo en el dedo correspondiente. Se llevo su mano a la boca y lo besó ante los ojos del chico, los cuales también brillaban con intensidad.- Ahora ya no puedes echarte atrás. Tu eres mío.
-Y tu eres mía.
-¿Eso significa que ya puedo tirarme pedos delante tuyo?
-Oh ¿Entonces los concursos de pedos y eructos que haces con Adam en mi casa no cuentan?
-Uy, a ti te queda mucho Daniela por ver.
-No hagas que me arrepienta.
-Demasiado tarde.- Canturreo la chica mostrándole el anillo feliz a su prometido, y Daniela vio por primera vez una lágrima de Félix que regalaba felicidad por todo su rastro sobre su mejilla.



-¿En que piensas?
-Huele a mar.
-Estamos al lado del mar, Adam. Es normal que huela a eso.- Adam abrió uno de sus ojos y le envió una mirada divertida a Diana, pero enseguida los volvió a cerrar y dejo que el aroma le embriagará.
-Esto es mejor que cualquier droga en el mundo.
-Al final vas a conseguir que me ponga celosa de una puesta de sol.- Finalmente el chico abrió sus ojos y soltó una carcajada. 
A Diana le gustaba esa sensación. Saber que Adam reía de nuevo por ella le hacía sentirse completa. Durante estos diez meses no había sido fácil para ninguno de los dos intentar superar la repentina fuga de Berto a Londres. Adam había perdido su acceso al FBI, pero Berto se había asegurado que no volviera a la cárcel por el poco tiempo que le quedaba para ser libre. El chico nunca se lo reconoció a ella, pero él estaba eternamente agradecido con el no-camarero por no haberla apartado de ella.
Y Diana estaba eternamente agradecida por haberle enseñado a sentir tanto en tan poco tiempo y en haberla hecho feliz respetando su decisión. Berto no se había enfadado con ella y habían dejado su relación en malas condiciones. Simplemente se habían dado un tiempo que ambos necesitaban para volver a empezar sus vidas de cero, y cuando ellos estuvieran preparados volverse a incluir en sus vidas.
Diana sabía que en el fondo de su corazón siempre quedará un rincón para Berto. Pero todo lo que era su mente, alma, ser y el resto de su feliz corazón le pertenecía al pequeño Robin Hood que en esos momentos había comenzado a tocar a Luisa.
-Y no me digas sí me estoy muriendo, porqué no quiero saberlo. Sí no puedo ver el sol, tal vez debería ir a él. No me despiertes porqué estoy soñando ángeles en la luna, dónde todo el mundo sabe nunca es demasiado pronto.
-¿Qué cantas?
-Angels in the Moon, de Thriving Ivory. Es perfecta, escuchala cuando puedas.
-¿Crees en el destino, Adam?- El chico detuvo sus dedos que se estaban deslizando sobre las cuerdas haciendo determinados acordes. Alzó sus ojos dorados y Diana sintió como el corazón se le apretaba en un puño.
-Sí con el destino te refieres a resignarse a lo que una persona le toca, no.
-¿Entonces no crees en el destino?
-Creo que realmente nosotros decidimos nuestro destino. Es decir, nadie que este ahí arriba debería de tener el derecho a decidir cual va a ser el sufrimiento de esa persona, o su felicidad. O cualquier otra cosa. Uno debería de ser libre al menos en eso... en ser dueño de su propio destino ¿no crees?
-¿Entonces no crees que tu y yo estábamos destinados a estar juntos des del primer momento en que me viste en la cafetería?- Adam se encogió de hombros.
-Des del primer momento en que te vi sabía que serías mía. O más que saberlo... Necesitaba creérmelo. Es extraño pero, creo que solamente hay una vez en la vida en que ves a una persona y dices: Esa es la persona que me va a cambiar por completo y que quiero que esté junto a mí el resto de mis días.
-Pero no todo el mundo encuentra a esa persona.
-Por eso las personas que la encuentran deben de disfrutar ese destino que ellos han decido luchar para tener. Tienen que disfrutar para los cobardes que se rindieron al primer no y dejaron marchar a esa persona.
A Diana le pareció que Adam estaba hablando de Berto, pero en verdad estaba hablando de él mismo. A veces a la joven le daba la sensación que Adam se torturaba a él mismo en silencio por haber dejado que el tiempo se consumiera mientras ella vivía rodeada de otros chicos que nunca le podrían dar el amor que él podía darle. Se maldice a él mismo por haber dejado que el miedo a perder a Diana cuando ni siquiera se conocían, apareciera y se alejará de él para siempre.
-Gracias.- Susurró el chico mientras inspiraba con profundidad con el único pulmón que tenía.
-¿Por qué?
-Por darme la oportunidad de respirar el mismo aire que tu respiras.- Cualquier persona que leyera esto pensaría en que Adam le estaba agradeciendo su donación de pulmón, pero Diana sabía que el chico le estaba dando las gracias por haberse quedado con él y al mismo tiempo le pedía que nunca le dejará.
-Gracias.
-¿Por qué me das tu la gracias?
-Por haberme dado una vida.- Diana sabía que Adam entendería el mensaje. Sabía que él había entendido que no solamente se refería a que gracias a él se interpusiera entre esa bala y ella, Diana seguía con vida. Además, él había comprendido que gracias a él tenía un destino que le hacía sentirse feliz. Un destino que le gustaba vivir.
-¡Luisa! ¡Oh, Dios! ¿Pero que te han hecho?- La voz escandalosa de Félix se escuchaba detrás de la espalda de Adam.- ¡Animal! No la has afinado antes de tocarla.
-Félix, Luisa está perfectamente afinada.- Adam se levantó del suelo y al momento su primo le arrebató la guitarra de sus manos.- Exagerado.
-¿Exagerado? ¡Oh, claro! ¡Solamente estás tocando mi guitarra sin antes haberla afinado, pero nada más señores, no sufran! Irás directo al infierno por lo que acabas de hacer.
-¿Quién irá al infierno?- La voz curiosa de un ángel caído del cielo se acercó junto con una chica de ojos esmeraldas que deslumbraban con intensidad y felicidad.
-El estúpido de mi primo ha tocado a Luisa sin haberla afinado antes.
-Oh, por Dios. Eso es pecado, Adam ¿Cómo te atreves?- La voz divertida de Desiré hizo reír a todos menos a Félix que la miraba con unos ojos indignados y Adam que estaba intentando hacer un esfuerzo por no reírse con los demás y no hacer enfadar más a su primo.
-Es que Adam es un rebelde.- La última voz que faltaba en el grupo para reincorporarse se escuchó detrás de la silueta de Félix que al momento se volteó hacía ella.
-Tu síguete riéndote de mí, pero cuando las cuerdas de Luisa se rompan veremos quién sigue riendo o quién no puede hacerlo porqué estará muerto.
-¡Oh! ¡Ya sé lo has pedido! ¡Alegría!- Espetó Adam mientras corría hacía Daniela y la alzaba con sus brazos mientras ambos reían.- ¡Ahora sí! ¡Bienvenida a la familia de los Ortigas!
-¡¿Cómo?!- Las voces de Diana y Desiré se escucharon de fondo al mismo momento en un gritó agudo y que hizo que todos los chicos sintieran un molestó pito en sus oídos.
Las Diosas al Cubo se reunieron en un circulo, apartando tanto a Félix como a Adam del lado de Daniela y pidiendo todo tipo de detalles en como se lo había pedido él a ella.
-Mujeres...- Adam se encogió de hombros.- ¿Quién las entiende?
-Oye, gente ¿Os parece sí tocamos la última antes de irnos a cenar los gofres de la abuela de Diana? Yo ya tengo hambre.- Comentó Félix para captar la atención de todos.
-¿Para cenar gofres? ¿Qué tipo de cena es esa?- La voz de Ángel sonó sorprendida, pero divertida.
-La abuela de Diana siempre nos hace ese tipo de cenas.- Le explicó Desiré a su chico.- Ayer cenamos un bizcocho de limón... Mmm... Buenísimo.
-¿Te quedarás lo que queda de verano con nosotros, Ángel?- La voz inocente de Diana había sonado entre las altas siluetas que la rodeaban.
-Ammm, yo me había cogido habitación en un hotel que ahí aquí al lado. No quiero dar trabajo a tu abuela.
-Deja la cortesía aparcada, amigo.- Adam se acercó al profesor de literatura y le dio un palmada en la espalda.- Aquí mientras respetes los turnos de fregar los platos, eres bienvenido.- Todos comenzaron a reír mientras que Félix se había sentado en el suelo y había comenzado afinar su guitarra.
-¿Entonces te quedas?- Desiré se había acercado a Ángel y había enredado sus brazos en el de él. El chico le devolvió una sonrisa y asintió con ayuda de su cabeza.
-Dónde tu estés allí estaré yo. Además, siempre es divertido fregar los platos con una novia tan guapa que te ayude hacerlo.
-¡Oye, esto ya está!- Anunció Félix mientras dejaba el afinador dentro de la funda de la guitarra y comenzaba hacer un repaso de todas las cuerdas para asegurarse que todo estaba puesto en su sitio.- Venga chicos: cogeros de la mano y hacer una redonda que no parezca una patata.
-¿Una patata?- Daniela se sentó al lado de Félix con una ceja levantada mostrando su incredulidad. El chico se encogió de hombros.
-No sé, es lo que siempre nos decían los profesores en primaria cuando no hacíamos bien una redonda.
-Vale ¿Qué cantamos?- Adam se sentó al lado de Daniela, y junto a él Diana. Después Desiré y Ángel se volvieron acercar al círculo y terminaron por cerrarlo.
-Que Diana y Adam canten esa canción... ¡Buah, no me acuerdo como se llama! Esa que cantáis tan bien.- Desiré mostró sus grandes dotes de la descripción, y sí no fuera porqué todos ellos la conocían perfectamente después de tanto meses y años compartidos juntos, todavía estarían intentando acertar que canción se refería la chica.
-¿Te sabes los acordes de memoria?- Preguntó Daniela mirando a su prometido.
-¿De la canción Now that I have found you? Bah, está chupada para mí. Cuando estéis listos, parejita.
Las dos parejas miraron al chico de cabellos dorados y de la chica pelirroja discutiendo en como era la letra de una parte de la canción. Félix puso orden diciendo que cantarán lo que les saliera del alma en ese momento y empezó a tocar.

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Una breve introducción de Luisa tocadas por las manos de Félix hizo que todos se silenciarán. Desiré se había acercado a Ángel y el mestizo la estaba rodeando con sus brazos, mientras que Daniela había apoyado su cabeza sobre el hombro de Félix. E incluso antes que Adam comenzará a cantar ya le había guiñado uno de sus dorados ojos a Diana.
-Espero que tus ojos sonrían para siempre. Solo una vez he dicho una mentira. Espero que estos días duren para siempre. Y estar siempre a tu lado. Eres todo lo que quiero saber... por el resto... de mi vida. No puedo arreglar lo que el tiempo ha hecho y lo mucho que he tenido que esperar. Ahora que he encontrado tu mano en la mía espero que no sea demasiado tarde. No hay belleza como la de tu rostro en la luz de la mañana.
Adam miró a Diana y mientras entrelazaron sus manos comenzaron a cantar juntos:
-Toda mi vida he estado asustado y nunca supe que te quería ahí. Me han quebrado, me he caído, me han atrapado. Tan perdido en el amor, tan poco preparado, cariño. Pero ahora que te he encontrado, ahora que te tengo... Lo tengo todo, cariño. Porque tu significas todo para mí, cariño. Porque tu significas todo para mí, cariño. Te veo en mis pensamientos. Te escucho en mis sueños. Ahora que te he encontrado... ahora que te tengo, lo tengo todo.
Y me siento como un tren de escape. Si te sostengo no iras a ninguna parte. Cariño... Escúchame cuando te digo: Toda mi vida he estado tan asustado, y nunca supe que te quería ahí. Me han quebrado, me he caído, me han atrapado. Tan perdido en el amor, tan poco preparado, cariño. Pero ahora te he encontrado... Ahora que te tengo, lo tengo todo, cariño.
Amo cuando duermes con los calcetines puestos. Amo que estés todo el día en casa. Amo tu sonrisa en la mañana. Amo tener tu cabeza sobre mi pecho. Extraño tus besos en la noche (cuando estás lejos). Extraño poner mis manos en tu cadera (cuando estás lejos). Extraño el olor de tu perfume, y el lápiz labial en tus labios...
Toda mi vida he estado asustado, y nunca supe que te quería ahí. Me han quebrado, me he caído, me han atrapado. Tan perdido en el amor... Tan poco preparado, cariño. Pero ahora que te he encontrado. Ahora que te tengo... Pero ahora que te he encontrado. Ahora que te tengo... Pero ahora que te he encontrado. Ahora que te tengo... Lo tengo todo, cariño.




DOBLE EPÍLOGO
Cinco años más tarde...

-Que horror.
-Que caro.
-Que preciosidad.- La única que parecía estar entusiasmada observando los trajes para recién nacidos era Diana. En cambio Daniela pensaba que todo lo que había en esa tienda o era demasiado cursi o demasiado ñoño. Y por otro lado Desiré estaba más pendiente del excesivo precio que podría costarle una simple camiseta para su primer niño de cinco meses.
-Estoy por ir a los chinos y comprarle allí la ropa.- Espetó Daniela mientras volvía a dejar la falda rosa con estrellitas blancas que había examinado con una cara de repugnancia.- Seguro que tienen más estilo que en esta tienda de recién nacidos.
-Shh, Daniela.- Diana le dio un codazo a su amiga de cabellos dorados.- La dependienta nos está comenzando a mirar con mala cara.- Daniela se encogió de hombros.
-¿Y qué? ¡La clienta siempre tiene la razón!
-Creo que las hormonas se le están volviendo a disparar.- Susurró Desiré a Diana mientras ambas observaban un jersey que podría ser tanto para chico como para chica.
-¡Claro, guapas! Cómo vosotras no estáis embarazadas de gemelos con empacharos de chocolate ya estáis listas, pero los míos no dejan de dar patadas aunque que me vaya a comer a un buffet libre.
-¿Le has dicho ya a Félix que estás embarazada de gemelos?- La voz de Diana sonó cuidadosa, pero mostrando una gran curiosidad.
-¿De gemelos?- Una voz desafinada sonó detrás de las espaldas de las chicas y de inmediato Las Diosas al Cubo se voltearon.- ¿Va enserio? ¿Vamos a tener gemelos?- La voz de Félix estaba en un punto que parecía que en cualquier momento el chico entraría en un paro cardíaco y caería redondo al suelo. Pero Daniela sabía que lo único que había en esos ojos chocolates era una inmensa adrenalina y felicidad.
-Sí, y uno de ellos ya se como se llamará.- Daniela cogió a Félix de la mano y se colocó de puntillas para llegar hasta sus oídos. La chica susurró un nombre sobre la oreja del chico, haciendo que sus cabellos rizados se revolvieran con el aliento de la chica. Félix abrió sus ojos al máximo y miró sonriente a la chica.
-¿De verdad?- Daniela asintió con ayuda de su cabeza y al momento notó como los labios del chico chocaban con los de ella.- Eres la mejor ¿Lo sabes, no?
-Sí, y tu también serías un poco mejor sí me ayudarás a escoger la ropa de nuestros bebés. Sabes que odio comprar ropa en este tipo de sitios tan... Pijos.- Félix soltó una carcajada y volvió a besar los labios de su mujer. Desiré y Diana se miraron entre ellas y se encogieron de hombros.
-Parece que Daniela no es la única persona que tiene las hormonas revolucionadas.- Susurró Desiré y al momento se llevó una mirada divertida de Félix.
-¿Qué quieres? ¡Me acabo de enterar que voy a ser padre primerizo de dos gemelos! ¡Y encima con Daniela!- Las dos amigas comenzaron a reír mientras Daniela entrecerraba sus ojos.
-¿Qué quieres decir con eso?
-Nada, cariño. Algún día lo entenderás.
-Que te den.- Daniela se desizó del amarre de Félix y se dirigió hacía la sección de carritos de gemelos.
-Ya empezamos... Nos vemos luego chicas.- Félix después de despedirse de sus amigas siguió a su mujer y ambas chicas observaron como la abrazaba desde atrás. Félix le susurró algo al oído a Daniela y eso hizo sonreír a la chica. Ella se dio la media vuelta, le dio una bofetada a Félix y después lo besó.
-Después de tantos años y siguen igual...
-Supongo que hay cosas que nunca cambian.- Dijo Desiré volviéndose a centrar en ropa de recién nacidos. Le encantaba toda la ropa para chica que había, en cambio de chico que era la que necesitaba no había nada que le llamará mucho la atención.
-¿Estás segura de eso?- Una voz caída del cielo acarició los mechones oscuros de la chica. Eso hizo que al momento Desiré se diera la media vuelta y se encontrará con una sonrisa deslumbrante y unos ojos oceánicos que nunca podría cansar de mirarlos.
-¡Has venido!- Desiré pasó sus brazos por el cuello de Ángel y lo acercó a sus labios. Ambos se dieron un breve, pero intenso beso.
-Pues claro que he venido ¿A caso pensabas que iba a dejarte sola con los miles de dependientes que van a colarle las cosas más caras a las madres primerizas?
-Oh, mi héroe ha venido a ayudarme a comprar pañales. Que tierno suena todo.- Desiré escuchó la risa de Ángel impactar sobre sus labios y la chica volvió sellarlos con los suyos. De nuevo la chica volvía a sentirse como un ángel volando por el séptimo cielo de Ángel.- Gracias por haber venido.
-¿Quieres que empecemos por la cuna? He visto unas a muy buen precio en la tienda de dos calles más abajo.
-Claro ¿Diana, vienes con nosotros?
-He quedado con Adam aquí. Cuando llegué iremos para allí los cuatro y que Ángel nos aconseje sobre cunas.- La pareja rieron la ironía de Diana y se despidieron de ella.
Diana observó como Desiré y Ángel, encajándose perfectamente en un abrazo salieron de la tienda y se perdían de la vista de la chica dándose un nuevo beso. Después Diana volteó su cabeza buscando a Daniela y a Félix, pero una chica se cruzó en su camino.
Parecía tener más o menos la misma edad que ella. Quizá un par de años más, pero sería difícil predecirlo. Tenía unos ojos azules preciosos y unos mechones más rubios incluso que los de Daniela. No parecía de España. Diana observó que ella estaba utilizando un pre-mamá como ella, pero su barriga era mucho más grande que la de Diana.
-Perdona ¿Sabes sí aquí venden juguetes para recién nacidos?- A Diana le costó darse cuenta que esa chica le estaba hablando a ella. Diana parpadeó con rapidez y le contestó con una voz inestable.
-Mmm... No. Creo que aquí solamente venden ropa y carritos.
-Oh, muchas gracias.- Diana pudo percibir un acento británico. Sin duda no era de aquí, sí no del Reino Unido.
-De nada.- Le contestó Diana mientras le devolvió la sonrisa que la chica le había mostrado cordialmente mientras se dirigía hacía la entrada.
Diana observó como la chica se detenía en la entrada para hablar con un hombre. Seguramente sería su chico. El hombre se volteó y sonrió a la chica con la que Diana había estado hablando hace unos segundos, y pudo notar como su corazón se detuvo prácticamente al momento.
A pesar que hacía casi seis años que no había vuelto a ver esa sonrisa, Diana estaba segura que solamente se podía tratar de él. Y por sí ella pudiera mostrarse vacilante ante ese hombre, sus ojos color cafés lo delataron. La muchacha de cabellos rojizos percibió con cosquilleo en el rincón que siempre le perteneció a Berto, y como hacía que miles de recuerdos volvieran a su mente.
No había cambiado en nada. Bueno, quizá estaba más musculoso y se había quitado por siempre la barba que solía llevar antes. Esa barba de tres días que hacía que siempre que sus labios chocaran pudiera sentir una caricia que le raspaba la piel y hacía estremecerse.
Él no la había visto, de eso estaba segura. Pero Diana pudo notar que los hombros de Berto se tensaban de esa forma que siempre lo hacían cuando algo le ponía nervioso. La chica supuso que lo que había dicho antes Desiré sobre que hay algunas cosas que nunca cambian podían ser ciertas. Y el motivo por el que ese chico se había tensado era porqué había visto a alguien, y ese alguien era su pequeño Robin Hood que estaba entrando en la tienda.
Adam no se había percatado de Berto, pero Berto de él y en el siguiente segundo de ella, sí. Solamente fue un segundo, pero los ojos miel y los ojos cafés de esos dos chicos que se habían amado locamente, crearon una conexión que los embriagó tanto como al mismo tiempo les dolió.
La chica rubia con acento británico llamó la atención de Berto y él se volvió a centrar completamente en ella. Y antes que Diana pudiera sentir un pinchazo de celos, unos ojos dorados habían hecho despertarla de aquel sueño tan confuso.
-¿Cómo están mis dos chicas favoritas?- Adam colocó su mano en el vientre con volumen de Diana y depositó un tierno beso en los labios de su mujer. La chica desvió su mirada hacía la entrada y comprobó que ellos ya se habían marchado. Como él con su nueva familia ya se había alejado de ella.- ¿Di, estás bien? Te veo un poco pálida.
-¿Qué?- Diana parpadeo con rapidez y reconoció una preocupación que siempre estaba en los ojos de ese chico cuando Diana se encontraba mareada por los efectos secundarios del embarazo.- No, estoy bien. Tranquilo.- Diana alzó su mano y acarició uno de los mechones rubios de su marido.
-¿Seguro? Podemos cancelar la tarde de tiendas e irnos a casa. He pasado por el videoclub y he cogido la primera temporada de Como conocí a vuestra madre.
-¿Quién coge cosas todavía en el videoclub cuando se encuentran gratis en Internet?- Diana mostró su sonrisa burlona mientras Adam se la devolvía con una mezclada con diversión.
-Pues tu pequeño Robin Hood que está noche tiene ganas de tumbarse en el sofá y que le de mimos su mujer.
-Es un buen plan.- Susurró la chica y dejó que Adam volviera a besarla.
-¡Ya era hora!- La voz de Félix sonó a varios metros de la pareja, el cuál venía junto con Daniela, abrazados como los dos colegiales que seguían siendo.- ¿Sabes lo agobiante que es mirar tanto carritos de gemelos?
-¿Carritos de gemelos? ¿En serio? ¡Esto hay que celebrarlo por todo lo alto!
-Mientras invites tú, genial.
-¡Papá, mamá!- Un chico de cabellos dorados y de ojos marrones corrió hacía Diana y Adam, y los abrazó con fuerza.- ¿Os he dicho que sois los mejores padres del mundo y que ha salido el nuevo videojuego de Final Fantasy? 
-Desiré y Ángel han ido a la tiendas de cunas de dos calles más abajo.- Informó Diana mirando a Félix y a Daniela.- Id tirando. Vamos a mirar ese videojuego para Rubén.
-¿De verdad? ¡Genial! Vamos, papá. Ya verás ¡Es una pasada!
-Creo que está noche tendremos que olvidarnos de los mimos en el sofá...- Susurró Adam en el oído de Diana mientras Rubén corría hacía la tienda de videojuegos de al frente, y Daniela y Félix salían de nuevo discutiendo de la tienda sobre que color debería de ser el carrito ya que iban a tener a un chico y a una chica.
-Siempre podemos trasladar los mimos a la cama.- Una sonrisa pícara recubrió el rostro de Adam e hizo sonreír de nuevo a Diana.
-Me parece un buen plan. ¿Vamos?- Adam le ofreció su brazo a Diana como sí se tratará de una dama del siglo XVII y salieron de la calle, observando como Rubén se estaba entreteniendo persiguiendo a unas palomas de la plaza de Barcelona.


FIN DE LA PRIMERA TEMPORADA DE PERDONA PERO, TE VAS A ENAMORAR DE MÍ.
Escrita por -Albbba.

Perdona pero, te vas a enamorar de míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora