Room 304

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Canción y vídeo en el que se basa: https://www.youtube.com/watch?v=hMPzvh50tKo 

Las hojas de los cerezos caían de las ramas de los árboles sobrevolando sus manos. Había sacado los brazos a través de las rejas de su habitación para sentir el tacto de los pétalos rosados entre sus finos dedos. Sus ojos ausentes no miraban mas allá de los árboles, eran incapaces de enfocar otra cosa que no fuera los cerezos en flor. Parpadeó despacio y suspiró con fuerza al oír como se abría la puerta. Ignorando todo lo que había a su alrededor se acercó más a la ventana para poder sentir la luz del sol cerca de su rostro. Cerró los ojos y se dejó llevar por la melodía del viento a un lugar donde solo estuvieran el y sus cerezos.

"Quiero irme a casa...necesito salir de esta habitación...¿por qué no me dejan en paz? ¿Qué hecho yo para estar aquí?"

Abrió la puerta temblando. Era su primer trabajo fuera de los instrumentos y los bafles, y el tener que tratar con gente que jamás sabía cómo podía reaccionar no era precisamente un plato de gusto. Cogió aire con fuerza y se dispuso adentrarse en aquella habitación. La enfermera jefe le había dicho que tuviera cuidado especial con aquel paciente, que no se dejase embaucar por el aspecto frágil que había tras las gafas de montura metalizada y los ojos marrones vacíos y fijos en el paisaje muerto. Le había asegurado que los que parecían más cuerdos a veces eran los más peligroso por la agilidad con la que podían llegar a pensar.

Cerró la puerta tras de sí y se quedó mirando hipnotizado la figura que había delante de él. Envuelto en uno de los pijamas blancos del hospital había un cuerpo pequeño y de aspecto terriblemente frágil. No supo qué hacer al ver que estaba totalmente pegado a la ventana y con los brazos extendidos mientras jugaba con los pétalos que caían cerca de él. Le habían dicho que sólo tenía que darle una vuelta por el centro sobre una silla de ruedas, lo que le hizo pensar que el paciente no podría caminar, pero el verlo allí de pie le rompió los esquemas.

Sentía como lo observaban, pero no sabía quién era. No sentía el aura de la enfermera que venía todas las tardes a apartarlo de su ventana, del único contacto con el mundo. Suspiró al oír como se acercaban poco a poco a él. Notaba el miedo del intruso, suponía que le habían advertido de que era un paciente difícil, más de una enfermera o dos habían acabado renunciando a su puesto de trabajo por su culpa. "Si yo no les hago nada, pensó. Son ellas las que se enamoran de mí y se frustran por no obtener respuesta. A esta pobre le ocurrirá la mismo..." Sin que lo esperase su cuerpo se sobresaltó. Una voz grave pero extrañamente dulce lo llamó por su nombre.

Lo vio girar y sintió como se encogía su alma. Sus ojos se quedaron fijos en el marrón ausente de los del otro joven. El flequillo se adentraba en sus ojos y la melena roja que llegaba hasta su nuca caía sobre su rostro ensombreciéndolo aún más. Llevaba los mechones desfilados en mil sentidos, lo que aniñaba todavía más aquel rostro de ojos ausentes. Deseó abrazarlo con todas sus fuerzas. Nadie le había dicho qué le ocurría, sin embargo le habían dado su más sincero pésame las enfermeras cuando se enteraron de que él estaría a cargo del paciente de la 304. Con miedo se acercó al joven que seguía inmóvil en su posición. "¿Kyo?" Repitió de nuevo esperando una respuesta.

"Soy yo, pensó. no te han dicho nada de mí... lo siento por ti, pareces buena persona, pero vas a volverte loco si tienes que cuidarme...tan loco como lo hizo él. Tan loco como acabaré yo si no me dejan salir de aquí..." Despacio comenzó a caminar hacia el joven de melena azulada. Cuando estuvo un par de pasos mas cerca de él se dio cuenta de que le sacaba más de una cabeza. "Ya estoy acostumbrado a ser el más pequeño siempre, por otra vez no pasará nada"

Lo vio acercarse a él y notó como lo analizaba para después volver a la ventana y continuar mirando los cerezos en flor. No sabía qué podía hacer, no le habían dado más órdenes que el que saliera de la habitación cerca de una hora, o si tenía la paciencia suficiente un par de ellas. Caminó despacio hasta él y se puso a su lado mirando los cerezos. Kyo sentía como alternaba el mirarlo a él y a los árboles. No pudo evitar fijar los ojos en él una de las veces que giró hacia su lado, y se quedó ausente frente a su nuevo enfermero. Tenía una extraña belleza que le atraía y hacía que no mirarlo resultase difícil. "Eres casi tan bello como los cerezos, pero no creo que jamás llegases a entenderme como lo hacen ellos". Giró la cabeza despacio, pero al oír que lo llamaban de nuevo, se quedó congelado.

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⏰ Última actualización: Mar 15, 2016 ⏰

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