Lápida 1: La muerte del poeta

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Mi nombre era Alexander, yo era una persona como cualquiera; comía, dormía, trabajaba y descansaba, mi vida fue muy tranquila en sus primeros años, yo era feliz, sin embargo, un fatídico día el cual maldigo con toda mi alma, se descubrió en mí un gran potencial, la poesía, al principio me emocioné pues había encontrado lo que me hacía especial, gente de muchas partes me buscaba para simplemente oírme hablar, me encantaba el simple hecho de que les gustaran mis palabras, pero, como todo en la vida, fue algo pasajero, las personas empezaron a olvidarme y a quejarse de mi forma de pensar, poco a poco perdía lo que tenía en manos de críticos como si se tratara de lobos devorando a una pequeña oveja, caí en la depresión, la vida ya no tenía sentido, me hundí en botellas de alcohol y cigarrillos para tratar de olvidar mis penas, hasta aquel día en que conocí a esa mujer, esa mujer de rubios cabellos y ojos de esmeralda con su sonrisa cálida y dulce como el verano, volví a ser feliz, mis días tenían luz y vida de nuevo, con una sonrisa ella era capaz de alegrarme inmensamente, muchos años de alegría fueron los que pasamos juntos, pero ahora esos días se ven tan lejanos, ella murió asesinada por un simple ladrón de poca monta que quería robarle el collar que le había regalado por su cumpleaños, me sentí destrozado, solo y abandonado, en un mundo vacío y muerto en el que estaba encadenado, entonces lo decidí, había encontrado una respuesta, si acababa con esto podría reencontrarme con mi amada, entonces tome un puñado de pastillas para terminar con todo, mientras sentía de mi cuerpo escaparse ese último aliento, pensando en que por fin podría ver a mi amada, cerré los ojos esperando poder ver a mi amada del otro lado, pero no fue así, abrí los ojos, no tenía pulso, no necesitaba respirar, estaba vivo y a la vez muerto, mi piel se tornó tan pálida como la nieve, mi cabello negro como la noche y mis ojos de un verde brillante como los de un gato, ¿qué había pasado?, no podía entender lo ocurrido, ¡¿Por qué seguía yo aquí?! Me arreglé y salí a la calle para ver que más había cambiado, la gente podía verme y tocarme pero para ellos no era más que una simple sombra en un espacio vacío, mucho tiempo deambulé sin un motivo hasta que cierto día vi a una chica acercarse a mí para preguntar una dirección, me quede anonadado por ese acontecimiento pues hace varios años nadie me había hablado, pude ver en su cuello un listón negro el cual hizo sentir en mi cuerpo un escalofrió acompañado de un mal presentimiento, la ayude a encontrar el lugar que buscaba y la acompañé, después de todo no tenía nada que hacer pero seguía teniendo ese mal presentimiento, como si aquel listón negro fuera la señal de un mal presagio, al llegar a las cercanías de su destino se despidió de mí, en ese momento aquel listón negro que se encontraba en su cuello se soltó cayendo al suelo y en ese mismo instante un auto la golpeo haciéndola impactarse con el edificio al otro lado de la calle, horrorizado la vi tirada en el suelo sangrando, preocupado la tomé entre mis brazos y vi como la luz se desvanecía de sus ojos mientras me sonreía dándome las gracias, en ese momento vi una rosa de cristal emerger de su pecho y la tomé, en sus pétalos se veían sus recuerdos y experiencias, desde ese momento decidí cuidar los recuerdos de todas las personas que murieran por motivos fuera de su control, yo soy Alexander, yo soy El Shinigami.

Memorias de un ShinigamiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora