El finde en la base había pasado muy rápido y me encantó ver a mi hermano después de tanto tiempo. La visita había tenido un sabor agridulce, después de la confesión de An me había sentido doblemente culpable, primero por rechazarla cuando sabía que sus sentimientos por mi eran sinceros y en segundo lugar por el beso robado que me dio. No era mi intención, nunca lo fue el besar a An, pero me sentía culpable por Nia, no sabía si contárselo ya que le haría daño. Estaba hecha un lío, así que decidí invitar a Nia a cenar a mi casa y hablar las cosas.
Yo todavía no había llegado a casa, pero me quedaban 10 minutos aproximadamente, así que decidí pasar por la universidad para recoger a Nía y que no viniera a mi casa andando. Al llegar toqué la puerta, como siempre, pero como era frecuente Nia estaba tan ensimismada que ni escuchó la puerta así que entré sigilosamente, me puse detrás de ella y le tapé los ojos.
¿Me has echado de menos?- susurré seductoramente mientras mordía su lóbulo izquierdo de su oreja. Ella abrió la boca y gimió.
Supongo que eso será un sí- dije mientras besaba su cuello. Nia reposó su cabeza en el respaldo de su silla. Me senté en sus piernas y ella sonrió, rodeé su cuello con mis manos, y cuando iba a besarme yo le di mi mejilla a lo que ella frunció esos labios que me encantaban.
No seas mala Beca- me dijo tocándome el culo y acercándolo hacia ella- Claro que te he echado de menos. Ahora era ella quien besaba mi cuello con besos húmedos e intensos, que dejaban a su paso unas marcas en mi cuello que más tarde seguramente serían muuuy visibles.
Esa situación empezaba a ser algo que se me escapaba de las manos, ya que perdí la noción del tiempo y de quién era en el momento en el que Nia puso su mano debajo de mi sujetador. Arqueé la espalda y di un gemido un tanto sonoro.
Shh... ¡Cállate nos van a pillar por tu culpa!-dijo entre risas mientras tapaba mi boca con su mano.
Vamos Nia, vamos a mi casa y te la enseño- dije con una sonrisa pícara.
Nia me cogió de la cintura mientras reía a carcajadas, sabía que mi intención no era exactamente enseñarle la casa de una forma muy tradicional. Sino que pretendía hacerla gemir en cada una de las habitaciones de mi piso. Mientras conducía a casa Nía no paró de meterme mano, yo no podía hacer nada, en algún que otro momento se me escapó algún acelerón. Realmente estaba húmeda, tener a Nía tan cerca me hacia estar en una tensión permanente. Salimos del coche y subí las escaleras corriendo para que Nía dejara de meterme mano.
Para ya- grité entre risas mientras abría la puerta. Para mi sorpresa al abrir la puerta me quede muda, petrificada y congelada, ahí estaba mi tío Juan.
¿Qué haces aquí?- Pregunté mientras retiraba a Nía hacia la salida.
Vaya, vaya, vaya. Después de estar dos semanas sin que me cojas el teléfono, de que te pago este piso, tu nuevo coche y seguramente los lujos con los que has conquistado a esa putita que escondes, ¿tienes los cojones de hablarme así?- Dijo mi tío alzando la voz cada vez más hasta acabar gritando.
Primero, no necesito tu dinero para conquistar a MI NOVIA; segundo, he estado en la base de Madrid con mi hermano y tercero todo lo que me has dado ha sido porque me lo he ganado trabajando, no te debo nada.- Le contesté muy tranquila y segura de mi misma, cubriendo aún a Nia.
Mi tío, que estaba a un escaso metro de mi me cruzó la cara de un golpe con el antebrazo, con el cual caí al suelo. Nia quiso socorrerme pero mi tío no le dejó, me arrastro dentro del piso cogiéndome de la parte superior del cuello de mi camiseta, cuando estaba en el interior del piso me propinó una patada en las costillas.
Vas a seguir trabajando para mi te guste o no. La semana que viene tienes un viaje a Marruecos, vigilarás el cargamento con los demás.- Fue lo último que espetó antes de soltarme un fajo con 50.000 euros.
Cuando recuperé el aliento le grité: "Este va a ser el último trabajo, no pienso moverme de aquí. Ya he pagado este piso, no te debo nada" Mi tío se giro para verme la cara ya morada por el golpe, sonrió de medio lado y se marchó.
Nia entró apresuradamente al piso y me recogió del suelo. Me ayudó a incorporarme y trajo hielo para mis contusiones sin articular la más mínima palabra. Las lágrimas caían por mi mejillas de la rabia. Ahí estaba yo, sentada en el sofá con una mano en mis costillas doloridas y con la otra agarrando mi pantalón, tenía los nudillos blancos de la fuerza con la que lo agarraba.
Vete- susurré.
¿Qué?- dijo Nia poniendo su oído en mi boca.
Que te vayas- Volví a decir un poco más fuerte, era todo lo que podía alzar la voz.
No pienso moverme de tu lado hasta que estés mejor- Giró mi cabeza para que la mirara a los ojos- Si quieres que me vaya me iré, pero hasta puedas moverte sola yo no me levanto de este sofá.
Solté la bolsa de hielo que tenía en la mano derecha y cogí la nuca de Nia, la acerqué con brusquedad y a mis labios y la besé. La besé como nunca antes había besado a nadie: con el corazón abierto, sin corazas ni armaduras. Ahora realmente sabía que Nia no iba a hacerme daño, que estaba aquí para mi, para ser mi compañera, en lo bueno y en lo malo. Según como iba mi vida, más bien en lo malo, pensé. Nia era mi primer gran amor, ese que una persona quiere a su lado para toda la vida. Para siempre.
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Por amor al arte. (Profesora & Alumna)
RandomBeca entra en la universidad, su sueño se ha cunplido, puede que sea lo mejor que le ha pasado o no. En esto tendrá mucho que ver su profesora, Nia.