2. Final.

216 31 4
                                    

Con el volante rozándome la espalda, me senté encima de él, agarrándolo de los hombros, sintiendo al fin cómo los músculos que había admirado durante tanto tiempo se tensaban bajo mis inquietas manos. Tanteé su corpulencia, recorrí con las uñas el profundo surco de sus vértebras y hundí las manos en su pelo.

Él interrumpió el beso y me apartó un poco. Luego desabrochó con furia la camisa, haciendo que se saltase algún que otro botón en el camino, dejando mi abdomen al aire.

-Qué camisa más molesta... -murmuró, arrastrando las palabras.

-Esperaba que te gustase -dije, mi voz chirrió como un gozne oxidado.

Me atenazó los pezones con el pulgar y el índice, pellizcándolos, retorciéndolos con delicadeza, y luego tiró de ellos con fuerza. El corazón me latía desbocado y la sangre se me agolpaba en la dolorida punta de mis pezones, anegándolos por completo.

Le puse las manos detrás de la cabeza y se la empujé hacia una de las puntas erectas. Gemí cuando atrapó el pezón en la boca. Lo mordisqueó, lo lamió, jugueteó con él.

Me restregué contra su pelvis, contra la protuberancia que se estaba hinchando dentro de sus vaqueros. Me froté hacia delante y hacia atrás, y la fricción de la áspera tela creó una ardiente llamarada de calor entre mis piernas, terminando por despertar mi miembro...si es que aún seguía algo dormido.

Bajó una mano hasta mi culo y lanzó un gemido cuando sus largos dedos se hincaron en la tela, que lo dejaba casi al desnudo debido a lo ajustados que estaban los pantalones.

-Vamos a la parte de atrás.

Con la respiración agitada, miré hacia abajo. Tenía la boca borrosa y roja, las mejillas afiladas y una expresión salvaje. La dureza de su mirada habría podido cortar un diamante, y una vez más no lo dudé, no me importó que mi culo quedara delante de su cara cuando me encaramé entre los asientos para acceder a la litera.

La cama estaba deshecha, las sábanas arrugadas en una punta. Me tumbé de lado, me puse enseguida en un extremo y esperé hasta que él hubo franqueado los asientos y se tumbó a mi lado, solo que tenía las piernas demasiado largas y se acostó en diagonal, apretándome las rodillas. Deslicé un muslo entre sus piernas y me puse encima de él.

Me senté sobre sus caderas y él deslizó las palmas de las manos por mi torso quitándome por completo la chaqueta y la camisa. Cuando estas volaron sobre los asientos, me rodeó con los brazos y me desabrochó los pantalones con movimiento experto. Su respiración se hizo más profunda.

-Llevo una eternidad deseando probarte.

Solté una carcajada breve y entrecortada.

-No te habría dicho que no.

-Entonces, ¿por qué has esperado tanto?

-¿Por qué no diste tú el primer paso? ¿De verdad eres tan arrogante que tienen que ser los demás los que se te ofrezcan?

-No creía que me dirías que sí.

-¿En serio?

Soltó un gruñido, las lijas de sus pulgares seguían raspándome los pezones.

-Eres guapo. E inteligente. Y tienes a todos los camioneros babeando por ti aunque seas un hombre.

-Pero tú eres muy guapo. No debe de haber muchas mujeres u hombres que te digan que no.

Arqueó una ceja.

-Bueno, no eres un guapo de cine, pero eres muy fuerte y tienes un cuerpazo. No creí que pudiese gustarte. Soy muy mayor para ti.

Como un tren. ❥Hunhan - Selu. ❥ONE SHOT. EXO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora