OsoChoro

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"Oye, Choromatsu," habló el demonio, mirando las praderas que se alzaban en frente de sus narices.

La diosa, escuchándose ser llamada, alzó la mirada y el rostro lo volteó apenas, notando que de espaldas a él, estaba el demonio con el cual había entablado una especie de extrañísima amistad. Y un poco más, se atrevía a mencionar.

"¿Qué?" Cuestionó la Diosa, volviendo su rostro hasta el frente. Un lago precioso, en el que se reflejaban las nubes.

"¿No te parece ridículo...?" El ser santo alzó una ceja, dubitativo. Sin entender del todo de dónde provenía semejante pregunta tan de repente. Osomatsu, tras notarlo, sólo pudo reír amargamente. "Todo esto." Pero Choromatsu, su Diosa, no parecía comprender a qué se refería como tal. Osomatsu cerró los ojos, dejándose poco a poco caer hacia atrás, silenciosamente, "la guerra, el bien y el mal... El que no puedas tocarme ni yo tocarte a ti... Todo, todo. Una ridiculez de lo peor, ¿Por qué tenemos que pagarlo nosotros?"

Choromatsu, que estuvo a nada de refutar de mala manera (como solía hacerlo casi siempre) de pronto notó un peso ligero y fugaz sobre su espalda.

El pecho se le encogió. Y el miedo subió al rostro de forma inmediata, calándole hasta los huesos y llegándole hasta el tuétano. Asustado. El terror había subido hasta su cabeza y se había centrado más que nada en el labio inferior. Éste le comenzó a tiritar. No era frío, no. Nada de eso. Era un sentimiento de desesperación.

De golpe, y esperando estar equivocado, se volteó.

Lo único que le recibió al gesto, fueron cenizas.

Cenizas de un adiós.

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⏰ Última actualización: Mar 16, 2016 ⏰

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