Capítulo 2

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Aquella noche regresamos a casa a eso de la una de la madrugada. No recuerdo muy bien el resto de la fiesta porque al parecer me había quedado dormida en uno de los sofás, aunque no por haber bebido de más. El sueño me había abatido por la falta de costumbre de asistir a ese tipo de eventos, y por suerte había tenido a Will a mi lado para echarme un ojo.

La siguiente semana transcurre con rapidez y antes de darme cuenta vuelve a ser viernes. Ese fin de semana Ciara pescó un resfriado, así que como su compañera de habitación tuve que quedarme a cargo de ella. Nadie decidió salir de la mansión esa vez, no sé si por ausencia de planes o por quedarse a hacernos compañía.

Empieza una nueva semana y entonces, en una de esas conversaciones de pasillo, alguien saca a flote el tema de una nueva “reunión social” muy cerca del mismo lugar de la semana anterior. Ninguno de los presentes objeta en hacer acto de presencia, ni siquiera Ciara, quien todavía mostraba malestar a causa del resfriado; por suerte, para cuando el sábado llega ya luce renovada. Como la fiesta sería un poco más informal, si se le puede decir así, cambio mis botas de suelo por unos cómodos converse azules de choclo, aunque el uso de suéter y pantalón negro ajustado permanece igual. Añado una bufanda y un gorro al atuendo porque estaba haciendo un frío, si bien no intenso, incómodo. Enrollo la bufanda color burdeos alrededor de mi cuello, procurando que no quede muy apretada, y me acomodo el gorro de punto, dejando mi largo cabello castaño oscuro extenderse sobre mi espalda y hombros. Al cabo de un rato escucho que alguien toca el claxon y me apuro a bajar las escaleras junto con Ciara, quien también ya está lista. Will, Cesc y Vada están en el recibidor, esperándonos, pero Lisa ha preferido no ir porque ha escuchado que asistirá un antiguo novio con quien no quiere toparse.

El tiempo de recorrido esta vez es de unos quince minutos. Me llama la atención que el lugar está bastante solitario en comparación con el pueblo anterior, además de que la casa se encuentra a las afueras del mismo. Cuando llegamos, lo primero que me atrae es el color de sus paredes, un azul Prusia bastante elegante; luego miro la terraza frontal y veo que hay un par de chicos compartiendo alguna carcajada, así que supongo que esta vez tendremos acceso a toda la casa.

Nos encaminamos hacia el patio trasero y poco después nos unimos a un grupo que consta de unas seis personas. Las caras de un par me resultan familiares, quizá de la fiesta anterior, pero el resto son completamente desconocidos para mí; seguramente serán amigos de Will y Cesc. Yo soy más bien reservada, así que cuando me introducen lo único que hago en sonreír sutilmente y esperar que ellos hagan lo mismo. Nunca me ha gustado ser el centro de atención y prefiero que sea así. Los siguientes cinco minutos me quedo en silencio escuchando las vivencias de una de las chicas del círculo, Charlie, desde su llegada a ese lugar; que se está quedando con unos tíos, y que cada fin de semana (los tres días) sale a cualquier fiesta que se le presente. A pesar de que Charlie y yo somos muy diferentes, de cierta forma me gustaría poder pensar como ella, tomarme las cosas siempre a la ligera y disfrutar cada momento de mi vida, por insignificante que sea. Por desgracia, la mayor parte del tiempo me resulta imposible. Al final de la conversación me doy cuenta que Charlie es de mis personas favoritas desde mi llegada a Silbey, no sólo por la manera en que ve las cosas, sino por la sinceridad con la que se expresa.

Y así, para cuando ella termina de hablar me doy cuenta de que alguien se va integrando al círculo. O es probable que Charlie jamás haya dejado de hablar, pero que yo esté tan pasmada al verlo que haya dejado de escucharla. Él está de frente a mí, sonriendo; puedo notar las arruguitas debajo de sus ojos y luego la apreciar la formación de sus hoyuelos en cada mejilla, su cabello ondulado acomodado debajo de un gorro naranja y el brillo de la luz artificial iluminar sus ojos verdes. Me resulta tan extremadamente inverosímil que sea el mismo Harry Styles de la otra noche, el que intentaba moler a palos al otro chico.

Don't let me goDonde viven las historias. Descúbrelo ahora