Las calles de los barrios bajos al este de Kobane, permanecían cubiertas por una gruesa capa de tierra. El asfalto agrietado por el paso del tiempo y su escaso mantenimiento, quedó escondido bajo las partículas de polvo que parecían adherirse a cada obra de infraestructura en aquel sector de la ciudad. Pues aquello no era obra de los servicios municipales o de limpieza, quienes habían cesado en sus tareas de un día a otro, sino más bien se trataba del infernal trabajo realizado por la artillería del Estado Islámico. La lluvia de proyectiles de obuses, habían convertido a los barrios bajos del este en un escenario postapocalíptico. Casi el 60% de las viviendas y edificaciones habían sido reducidas a polvo y atierres. Escombros y cascotes inundaban las calles y veredas, hoyos y baches producto de explosiones dificultaban el paso de vehículos, y de los pocos estacionados, un manto de tierra espesa cubría sus carrocerías. Los barrios del este parecían haber sido avasallados por un ciclón.
De entre las edificaciones en ruinas, asomaban los cascos y fusiles de quienes en ese sector montaban la guardia. La primera línea se había convertido en un entramado de caminos y recovecos en donde los milicianos y peshmergas aguantaban sus posiciones, a la espera de la avanzada de la infantería enemiga. En las viviendas que habían perdido sus techos, los muros seguían siendo parapetos tras los que avezados defensores se escondían. Múltiples y pequeños huecos sobre el concreto, servían de arpilleras por las cuales puntas de fusiles asomaban cuando se desataba algún que otro tiroteo. Pero estas crispadas balaceras, siempre ocurrían bajo el peligro amenazante de los morteros enemigos, que en forma de lluvia explosiva trataban de avasallar la resistencia kurda.
La guerra del "casa a casa" es una modalidad de combate urbana. Algo de por sí, muy distinto a las batallas en campo abierto como solían ocurrir en la antigüedad. Su origen es tan desconocido como amplio en la historia militar. Si bien la guerra urbana difiere del CQC (Close Quarters Combat) o combate en espacios cerrados, el cual se utiliza para operaciones policiales en su mayoría, éste último es una clasificación más de la misma. Quizás sus ejemplos más claros y no tan recientes, fueron los ocurridos en Stalingrado y Berlín, durante la Segunda Guerra. Allí, las tácticas de combate tradicionales se hicieron a un lado para dejar lugar a una nueva clase de enfrentamientos de distinta índole. En abril de 1945, cuando los soviéticos avanzaban para tomar el centro de Berlín, no lo hacían por calles o avenidas por temor a emboscadas desde la altura de los edificios. Los tanques no llegaban a disparar hacia las azoteas y eran blancos fáciles de bazucas o lanzagranadas. Por lo que se recurrió al combate "casa a casa", el mismo no es más que lo que su término ilustra. Así, las paredes de las viviendas son perforadas a mazazos, creando huecos que amplían una red de conexión de casas en toda la manzana. De esa forma, los soviéticos evitaron avanzar por las calles y lo hicieron por entre las edificaciones. El avance fue más lento, pero sin dudas que más seguro.
Quizás el hombre de Kahler que más relevancia tomaba durante esta mortuoria modalidad de combate, era el experto en explosivos, el colombiano Alexander Ramírez. El sujeto se paseaba por entre los escombros y hierros retorcidos, con su cuerpo echado sobre el suelo, improvisando explosivos y trampas. Minas antipersonal, C4, claymore activado a través de cableado y toda clase de artilugios que el "brechero" fabricaba para ralentizar el avance de la infantería oscura. Cubierto de polvo, arrastrándose entre los escombros, con cables en su boca y pinzas en su mano, Ramírez hacía de cualquier artefacto algo explosivo. Las balas que rebotaban a su alrededor, poco parecían importarle. El sujeto con una paciencia admirada por los milicianos kurdos, solo seguía con su trabajo mientras un demencial infierno de disparos se libraba a centímetros suyo.
Entre los camaradas del cuerpo especializado de peshmergas, el rumor ya se había hecho eco y corría en boca de todos. Los soldados kurdos comenzaron a apodarlo como: "El Topo". Principalmente, por su baja estatura y la facilidad para introducirse en pozos y túneles. Su flequillo terminado en jopo, siempre estaba gris a causa del polvo y su uniforme ya era indistinguible por lo desteñido y deshilachado que se encontraba. El topo trabajaba durante horas, y por momentos volvía arrastrándose por el suelo para descansar un rato. Se echaba como un perro sobre rincones, se fumaba sus olorosos toscanos y cada tanto, cuando escuchaba alguna explosión no tan lejana, levantaba su dedo índice adjudicándose el resultado.
—Ese es mío, muchachos —Decía luego de cada estallido mientras los peshmergas lo rodeaban para felicitarlo.
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OPERACIÓN TEMPESTAD #Wattys2016
Aksi"El hombre jamás podrá saltar fuera de su sombra". Proverbio árabe. Joachim Kahler es un contratista militar privado que alguna vez supo pertenecer a un ejército profesional. Sin embargo, su tormentosa vida lo fue llevando por caminos oscuros hasta...