Prólogo.

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Roma POV:

Estaba segura que este era el momento en que mi corazón dejaría de latir y me daría un paro cardíaco. Mi impala 67 yacía a un lado de la autopista por un estúpido problema de llantas.

Hice una mueca para caminar hacía el maletero y sacar mi mono azul, el cual me puse rápidamente amarrando las mangas en mi cintura. Con un poco de dificultad saqué la llanta de repuesto, el gato y las llaves. Aunque amara profundamente arreglar autos este momento no era el más apropiado. Tenía diez minutos para llegar hasta el instituto.

No es como si me importara mucho llegar tarde un día de clases pero uno en el que no he estado jamás podría apostar a que si. Hace un mes nos habíamos mudado a una pequeña ciudad situada en Carolina del norte debido a que mi padre le era infiel a mi madre con el jardinero. Fue un gran escándalo que la gran diseñadora Allie Gionetti fuera engañada por su esposo que resultó ser gay. Aún recuerdo los noticiarios con los nombres de mis padres en ellos.

Un sonido de motor me sacó de mis pensamientos haciéndome dirigir la mirada hacia una camioneta verde bastante vieja que se estaba estacionando detrás de mi auto negro.

-¿Necesitas ayuda?-preguntó su conductor bajándose de la gran camioneta de un salto.

-Necesita un arreglo en las puertas, el tubo de escape esta oxidado y necesita pintura... de preferencia gris-dije inspeccionado la camioneta. Para ser de un modelo antiguo no estaba para nada dañada.

-¿Disculpa?-preguntó el y fue ahí donde lo miré realmente.

Era un chico de mi edad aproximadamente. Su cabello castaño estaba desordenado y sus ojos oscuros resaltaban por su aceitunada piel. Su ropa parecía despreocupada y su sonrisa casual era bastante genuina.

-A veces cuando te bajas a ayudar a una chica en apuros no esperas que critique tu auto-dijo de forma sarcástica haciéndome sonreír de lado. Admito que eso había sido un poco grosero, pero ¿A quién le importa? no es como si me molestara serlo.

-¿Qué te hace pensar que estoy en apuros?

Su cara cambió de sarcástica a divertida en solo unos segundos- Quizá el hecho de que estás aquí tratando fallidamente de cambiar un neumático que de seguro pesa más que tú-explicó y esta vez fue mi cara la que cambió en solo unos segundos.

-No necesito ayuda de un imbécil-refunfuñé tensando la mandíbula por la molestia. Una cosa que odiaba completamente eran los prejuicios.

Me giré rápidamente y caminé hasta mi auto preparando todo para hacer el cambio y en menos de cinco minutos ya estaba el neumático de repuesto remplazando el antiguo.

-Soy mecánica-dije de mala gana al sacar el gato y guardarlo en el maletero junto a la llanta pinchada- ¿El mono azul no te dice nada?

-Oh...-exclamó el chico- lo siento... es que aquí las chicas nunca se ensucian las manos y pensé...

-Ya sé como termina...- Lo corté- Mi intención no era ofenderte, yo pensé que las mujeres no hacían eso, esto es un trabajo para hombres, ¿Cómo alguien tan joven puede ser mecánica? ¿No has pensado en criar ovejas? ¿Dónde está el baño?

Cerré el maletero y me subí a mi auto encendiendo el motor, lo cual era música para mis oídos. Lo miré por unos escasos segundos notando el pequeño pliegue entremedio de sus cejas indicando así que estaba frunciendo el ceño.

-Bien, este es el adiós... gracias por nada-dije para luego acelerar directo a mi destino. El instituto.

Riah POV:

The R sisters: Club blue eyes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora