Observo de nuevo por la ventana. No, todavía no llega. Si no llega en cinco minutos perderá el tren. No es que me preocuparan sus retrasos (que de echo sí) pero si no llega a tiempo no lo podré ver hoy. Rezo para mis adentros para que llegue a tiempo.
Dejo de mirar por el empeñado cristal. Así no se me harán tan largos estos últimos minutos antes de que el tren se ponga en marcha. Me acomodo de nuevo en mi asiento, inquieta. Me aliso por tercera vez la falda floreada que llevaba puesta por él. Últimamente voy demasiado arreglada para ir al trabajo. Pero es por él. Quería que me viera con mis faldas más bonitas. Es ridículo, porque sé que él nunca se fija en lo que llevo puesto. ¿A él que más le daba mi ropa si ni siquiera me conocía? Solo era la chica que se sentaba en el asiento de enfrente todos los días en el tren. Solo eso.
El silbato del tren suena estruendosamente, anunciando que está a punto de entrar en marcha. Me asomo nerviosa por la ventana, pero no hay nadie en la estación. Tampoco hay nadie en el asiento de enfrente. ¿Y si no viene hoy? No podría concentrarme bien en todo el día porque iba a estar preocupándome por él. ¿Y si le pasó un accidente de camino a la estación? ¿Y si se había enfermado? ¿Y si lo habían secuestrado? Giro mi cabeza de un lado a otro, despejando esas horribles ideas de mi mente. Tal vez simplemente se levantó tarde y no pudo llegar a tiempo. Si, era mejor pensar en eso.
Me asomo por última vez cuando siento que el tren empieza a rugir y el suelo empieza a vibrar, lo que significa que el tren se está poniendo en marcha. Él no vendrá. Necesito hacerme a la idea.
Doy un profundo suspiro y me dispongo a acomodarme de nuevo en mi lugar, cuando alcanzo a atisbar algo por el rabillo del ojo. Miro atreves del cristal y descubro que alguien viene corriendo por toda la estación, tratando de alcanzar el tren. No alguien. Él.
Viene vestido con su abrigo gris de siempre, unos pantalones negros que combinan con sus botas negras tipo militar. Trae en la mano su maletín de cuero negro. Viene corriendo a toda velocidad, haciendo que sus rizos salten y se despeinen.
El tren ya ha dado inicio a su marcha y está en movimiento. Si no corre más deprisa lo perderá completamente. No lo alcanzará. Como si hubiera leído mis pensamientos, se echa a correr más rápido hasta que llega a la puerta del vagón, agarra el barrote y se impulsa con fuerza. Se implanta en la suave alfombra del tren con un salto. Apenas lo logró. Ahora la maquina está a todo lo que da.
Se acomoda su largo abrigo y camina por el pasillo que hay entre los asientos hasta llegar al mío. Bueno, al suyo, ya que cuando tomé por primera vez este tren él ya estaba aquí. Yo fui la que llegó invadiendo su espacio.
Se sienta tranquilamente enfrente de mí y acomoda su maletín a su lado de manera protectora. Tal vez piensa que se lo quiero robar. Yo nunca haría eso. Pero, por supuesto, él no lo sabe. No me conoce.
Llevo más de dos meses yendo al trabajo en este tren. Tan solo un día perdí el directo y no tuve más remedio que escoger este. Y ahí estaba él, con sus hermosos ojos verdes, llamando mi atención, haciendo que se me cortara la respiración y que mi rostro se encendiera al notar que por primera vez posaba su mirada en mí cuando me senté en frente suyo.
Yo trabajaba en una cafetería en el centro de Madrid, España. Un poco lejos de mi casa. El directo me dejaba a una escasa cuadra del establecimiento. Este me deja a cinco. Pero no importaba. Caminar cinco cuadras no era nada comparado por poder verlo todos los días. Verlo, mas nunca hablarle ni acercarme a él. Algo desesperante la verdad. Pero no puedo hacer nada.
Si fuera más guapa o un poco más linda. Si fuera especial tendría el valor de cruzar la escasa distancia que nos separara y presentarme con él. Hablarle.
ESTÁS LEYENDO
Un día especial (One shot- Harry Styles)
FanfictionUn día especial este 11 de marzo. Mi día especial... Historia basada en el trágico accidente en Madrid, España. Inspirada en la canción de la Oreja de Van gogh. Espero que la disfruten.