Miracle in December

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Veía cómo hacía las maletas a unos metros de mí. Ninguno hablaba, no teníamos nada que decir. Ya estaba todo dicho, él había tomado una decisión, y yo no estaba en ella. Cerró la primera maleta y empezó a guardar cosas en la segunda. Aún le quedaban camisetas, algunos pantalones y ropa de invierno. La ropa de invierno con la que le había conocido hacía unos años. Esos recuerdos inundaron mi mente y sentí un fuerte puntazo en el corazón. Ver cómo guardaba las cosas sin levantar la cabeza y mirarme, aunque fuera por un segundo, me dolía. Me dolía porque no sabía cuándo podría volver a mirarle a los ojos. A esos hermosos ojos suyos. No sabía cuándo volvería a adorar su encantadora sonrisa de niño. Conocía a Lu Han, y sabía que si yo no me acercaba a él, él no tendría el valor de volver a mirarme a los ojos. Sabía que estaba sufriendo más por mí que por él mismo. Empecé a caminar hacia él y me senté a su lado, en el suelo, mientras cogía ropa y la metía doblada en su maleta.

-No es necesario que me ayudes -me dijo con un hilo de voz.

-No sé cuándo podré volver a ayudarte con algo, así que si esta es la última vez, déjame hacerlo. -Bajó la cabeza y asintió un par de veces. A los pocos segundos, se tapó la cara con el pantalón que tenía en la mano. Seguía asintiendo. 

-No sé si me estás diciendo que sí o está sonando alguna canción en tu cabeza y estás bailando al ritmo de la música -le dije, intentando que se riera. Necesitaba oírlo reír. Pero no. Dejó de hacerlo, pero seguía cubriendo su cara. Estiré un brazo y le puse detrás de una oreja los mechones que la cubrían, tenía que decirle algo y quería que me oyera bien. Me acerqué un poco más, pasé un brazo por sus hombros y le hablé.- Si este es el último momento que pasaremos juntos, si hasta aquí hemos llegado, si ya no... ya no nos veremos todos los días, al menos no llores delante de mí. Quiero guardar hasta el último recuerdo tuyo, pero me gustan más los alegres. Lu Han, ¿dejarás de llorar? -Negó con la cabeza y empecé a ver borroso.- Si no dejas de llorar -me mordí el labio e intenté tranquilizarme, coger aire, respirar-, acabaré llorando yo también. ¿Quieres que llore? -Giró la cabeza y, sin mirarme, cogió mi mano y la puso debajo del pantalón con el que se volvió a cubrir. No pude negarme a que algunas lágrimas decidieran escaparse, y levanté la cabeza, intentando coger aire otra vez. Pero sentía que incluso el aire me faltaba.

-Me odias -me dijo pasados unos minutos.

-¿Por qué piensas eso?

-Porque me voy y te dejo solo. Por eso sé que me odias.

-Yo no te odio. No podría hacerlo ni aunque quisiera, aunque me esforzara por hacerlo gastando todo mi tiempo, no podría. Odiarte a ti sería como odiarlo todo. Lu Han, odiarte a ti sería como odiar todo lo que me hace feliz, y eso no tendría sentido. -Por primera vez, me miró. Tenía los ojos rojos, igual que yo.

-Pues yo sí me odio. Yo me odio muchísimo. Aún no me creo que te esté haciendo esto. Sehun, no quiero que pienses que no me importas, porque me importas más que nadie. Pero esto...

-Lo sé, esto es algo que tienes que hacer. -Miré la ropa que aún quedaba por guardar y le sonreí.- Venga, acabemos con esto de una vez.


Conocí a Lu Han en diciembre del 2011. Recuerdo que ya estábamos todos los integrantes de EXO-K sentados al rededor de una amplia mesa que ocupaba gran parte de una sala de reuniones, pero aún faltaba la otra parte del grupo. Él fue el primero en entrar en la sala. Abrió la puerta con cuidado y asomó la cabeza. Al ver que estábamos ahí, sacó una pequeña sonrisa y acabó de abrir la puerta. Se presentó al entrar igual que hicieron el resto que iban detrás de él. Desde ese momento no pude sacarle los ojos de encima. Era como ver a un niño. Tenía esa cara tan infantil, se movía con cuidado, como si estuviera hecho de porcelana. Eso parecía Lu Han, un muñeco de porcelana. No podía dejar de mirarlo de reojo. Cómo juntaba sus manos sobre la mesa durante la reunión, demostrando que estaba nervioso, cómo asentía cada cierto tiempo, y esa forma de bajar un poco la cabeza cuando hablábamos en coreano, ya que no nos entendía bien. Durante los casi tres cuartos de hora que llevábamos ahí, él no me miró ni una sola vez. Yo deseaba que lo hiciera, pero a la vez me daba miedo que se diera cuenta de que lo estaba observando, embobado ante su belleza. Pero al final lo hizo. Fue un momento en el que nuestras miradas se cruzaron y me pareció que me sonrió. Yo aparté la vista y me centré en lo que uno de los representantes de la compañía nos estaba diciendo. Desde el momento en el que lo vi por primera vez, no pude volver a sacarlo de mi cabeza.

Miracle in December [One Shot HunHan - EXO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora