Whiskey Lullaby

469 53 7
                                    

Renuncio a los derechos de los personajes utilizados.

Beta reader: Andreea Maca.

•/•/•

"La vida es corta, pero esta vez fue más grande que la fuerza que necesitó para poder levantarse sobre sus rodillas."

- Bill Anderson y Jon Randall (compositores).

Mamá me contó alguna vez de dos enamorados que ella conoció, los amigos de su madre, sus mejores amigos. Me dijo que el amor no es simplemente felicidad a un lado de otro, que se trata de un sufrimiento que conlleva a la vida o a la muerte. No existe un punto medio en el amor: sólo vives, sólo mueres. Ellos decidieron lo segundo.


Sasori y Sakura. Ésos eran sus nombres. Se conocieron en algún lugar caótico, un supermercado o un teatro. Se conocieron y se asieron el uno al otro, como árbol al suelo. No se les vio separados en ningún momento desde que se conocieron. Sasori llevaba a Sakura a sus conciertos, mientras Sakura presentaba a Sasori frente a sus amigos y familia. Él era bajista en una banda reciente de folk; ella, muralista. Ambos dedicados al arte, ambos dedicados a la vida, ambos dedicados al amor.

Dos años después de conocerse, Sasori mudó sus cosas a casa de Sakura, en las afueras de la ciudad. Ella decoró las habitaciones y él colocó los focos en cada habitación. Pasaban las mañanas en la cama, mirando televisión, tocando el bajo o jugando con las pinturas. Las tardes las dedicaban a comer y a barrer. Los quehaceres de la casa se convertían en una premier para terminar desnudos en el sofá, en el suelo o en la mesa. La noche era su mejor momento: charlaban, se reían y volvían a charlar. Hablaban de sus deseos y de sus miedos. Hablaban de cualquier tontería a su alrededor. Los fines de semana, Sasori presentaba sus conciertos en la ciudad; Sakura pintaba en las escuelas, empresas y estaciones del subterráneo.

Su relación no se quebró, ellos no se apartaron, hasta que llegó una carta a la casa de ambos. En ella presentaban la oportunidad para la primera gira natal del grupo de Sasori. No pensó ganar el concurso en el que se metieron varios meses atrás. Diversión; eso era lo único que deseaban al tocar. Sasori no tomó la decisión, fueron sus amigos los que lo arrastraron a ir. Sakura insistió en acompañarlo, pero los boletos sólo alcanzaban a las cuatro personas de la banda y no tenían suficiente dinero para comprar una entrada más.

Sasori le prometió no tardar, le prometió regresar antes de que ella pensara en él. Se despidieron bajo la sombra del sauce que Sakura plantó cuando tenía quince años, aquel sauce en el que se juraron matrimonio.


Sasori se fue y ella sola quedó. Las primeras semanas las toleró, su ausencia no golpeó con tanta fuerza hasta que el clima se nubló en su ventana. Barrer y limpiar los muebles volvía a ser la actividad monótona de todas las amas de casa. Pintar no era lo mismo si no estaba su hombre cerca y la ciudad le sabía amarga. Sakura pasó una semana en su casa, comiendo pastas instantáneas y fruta de una gran canasta. Sus amigos la visitaron y más de uno la invitó a salir.

Sasori la llamó después de cuatro meses.

- Todo ha salido como queríamos. Una disquera quiere firmar una visita a Europa; la hemos tomado. - dijo.

Sakura asintió, aceptando cuál sería su destino. Las canciones del grupo comenzaban a oírse en la radio y Sakura reconocía el sonido del bajo. Melancólico por estar lejos de ella, así se oía.

Una noche abrió el refrigerador y encontró una botella de whiskey a la mitad. No recordaba cuándo abrió esa botella, pero esa noche bebió la otra mitad. Se descubrió feliz con ese líquido corriendo por sus venas. Se sintió maravillada y con la inspiración en lo alto.

Whiskey lullabyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora