Escribe:Alejandro Klappenbach
Cuando uno asiste a la escuela,de chico, adquiere conocimientos que, de una u otra forma, los mantiene firmes durante el resto de su vida.
Quien escribe, ya en sus 62 años de edad, recibió en la escuela primaria el claro mensaje referido a los indios (es decir, la raza nativa de Argentina): desaparecieron. Ya casi no existen.
Son parte de la historia.
Hasta hace veinte años atrás, esa era poco más o menos la opinión que me había permanecido.
Pero de repente, en estas ultimas épocas de nuestro pais, con la paciencia y la constancia de la hormiga, comenzaron a aparecer notas periodísticas aisladas que hablaban de un revivir de razas para todos nosotros (fuerza es reconocerlo) completamente desconocidas.
Dejando de lado la presencia casi constante de nuestros hermanos del Tahuantisuyo (jujeños, bolivianos y peruanos)a la cual nos habituamos o, con el clásico espíritu discriminativo propio de los argentinos dejamos bastante de lado, empezaron a perfilarse individualidades de etnias que yo, al menos, creía totalmente extintas.Por ejemplo, los comechingones y sanaciones, nativos originarios de la provincia de Córdoba, tienen una existencia real.
Con lo que yo considero un buen criterio, mantienen un perfil muy bajo, se reúnen en lugares solo conocidos por ellos y, cosa sorprendente, han conservado su idioma, sus tradiciones y casi todas sus costumbres.
Por ejemplo, un conocido matutino cordobés publicó, tiempo atrás, un reportaje a una india comechingóna de pura sangre que había ido a visitar a sus hermanos del Chaco, en el famoso Impenetrable
Este representante de la etnia comechingóna, según la nota del diario, había logrado ser cacique y lucia fotografiada con la pluma y el bastón lítico propios de su cargo.
Resulta muy interesante leer el reportaje.
Explicaba esta mujer que, antes de entrar a la selva chaqueña tuvo que ponerse en armonía con el espíritu de la selva.
Decía de arañas de enorme tamaño no conocidas por los etnólogos.
Su explicación hacia recordar las narraciones del doctor en antropología Carlos Castaneda y su maestro, el chamán indio DonJuan.
El reportaje continuaba hablando de su paso por la selva chaqueña, que tuvo que hacerlo a pie, tras ponerse s en armonía con ese espíritu.
En los relatos de Castaneda, habla que tuvo experiencias similares en el desierto de Mejico, zona brava si las hay. en el que se atrevió a pasar iniciaticamente, después que aprendió a ponerse en armonía con el espíritu del desierto.
Sido lector tiene curiosidades antropológicas, podría objetar que es imposible que una mujer alcanzara el rango de cacique.
Y si dice eso tendría razón.
Pero los avatares de la conquista hispana, el permanente avance de los blancos y su brutalidad de conquista hicieron que muchísimos hombres fueron masacrados.
Debido a la poca presencia numérica de su etnia, y a la escasa cantidad de hombres, parece que se decidió nombrarla cacique,con todo lo que eso significa.En definitiva, es un tema apasionante para conocer. Realmente, vale la pena.
Gracias por estar...