Como un niño

50 5 1
                                    

Al final del receso, y luego de pedir con una calma forzada el uniforme de repuesto, se fue a su salón en donde encontró a su maestra cambiando los lugares en donde se sentaba.

-Samanta, llega a tiempo. Se sentara allá- hablo señalando casi el ultimo asiento.

-Bien-dijo de mala gana.

Cogió su maleta y camino al final de la fila de asientos, luego lanzo su maleta al suelo y se sentó.

Empezó a buscar con la mirada a Adam. Al localizarlo gruño.

Ya lo conocía hace un año, realmente no lo conocía, pero si lo veía con su grupo de amigos. Era un compañero mas de su clase. Raramente intercambiaban miradas, jamas se habían dignado a hablarse hasta hoy.

Sintió una pequeña patada en su asiento, lo suficiente como para moverla un poco. Volteo lentamente y se dio la sorpresa de que él estaba atrás de ella.

-¿¡Pero que mierda haces atrás mio!?- cuestiono en voz baja, lo suficiente como para que él la escuche.

-¿Es que caso eres inútil?- pregunto sin mirarla- ¿No vez que están cambiando a todos? Me pregunto porque demonios me pusieron junto a ti, es estresante

La muchacha suspiro y se trago todos los insultos y gritos que tenia para decirle.

-Yo que sabré- respondió y le dio la espalda.

De un momento a otro sintió a alguien tomar su cabello. Se tenso y casi al instante se le erizo la piel al sentir la respiración de alguien por su oreja y cuello.

-¿Porque no vas y se lo preguntas?- escuchó en susurro.

Se sonrojo y se volteo bruscamente.

-Y-yo no voy a hacer lo que tu me digas y deja de tocarme el cabello

Se volteo de nuevo y se relajo luego de dar esa advertencia.

Sintió nuevamente que alguien tomaba su cabello y se molesto.

-Pues dejame decirte que yo tampoco haré caso a lo que me digas

Gruño y volteada trato de alejarlo con su mano.

Así pasaron las horas en clase. Samanta se pudo dar cuenta que Adam no era solamente alguien molestoso, si no que, parecía un niño en algunas cosas.

Como por ejemplo cuando no entendía algo tomaba sus hombros, la jalaba para atrás y le susurraba en el oído: "¿Entiendes?" A lo que ella automáticamente se sonrojaba y molestaba, y con gusto le respondía: "Dejame en paz"

Así daban inició a su pelea de niños:

-Tu no me respondes porque tampoco entendiste, tonta

-Entonces si yo soy tonta por que no entendí, tu también lo serias pedazo de imbécil

-¡A mi no me llamas así!

-¡Y tu no me hablas en ese tono!

Su pelea duraba hasta que la maestra les preguntaba: "¿Sucede algo?"

Si, los dos eran un caso perdido...

Dos pasados y un FuturoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora