Kansa era un malvado rey que vivió hace mucho tiempo. Un día, un adivino le dijo que seria asesinado por el octavo hijo de su hermana, Devaki. Kansa se enfureció y ordeno que custodiaran a Devaki y a su marido, Vasudeva, dia y noche. Dio orden de matar a todos los hijos que tuvieran, y los siete primeros retoños de Devaki fueron asesinados nada mas nacer.
Kansa quería mantener en secreto su malvado plan. Amenazo con matar a sus guardias si decían una sola palabra. No deseaba que los dioses se enteraran, pero estos lo hicieron. Vishnu, el Preservador, dios de la bondad y la misericordia, que tenia el poder de renacer una y otra vez con muchas formas distintas, decidió que reencarnaría en el octavo hijo de Devaki, y fue a convertirse en el bebe que esta llevaba en el vientre.
Cuando Devaki estaba apunto de dar a luz a su octavo hijo, Kansa no quiso correr ningún riesgo. Encerró a Devakiy a Vasudeva en las mazmorras y puso a un guardia armado frente a la puerta para que los custodiara día y noche.
Era medianoche. Una extraña calma se cernió sobre el mundo. Todo estaba tan silencioso que no había el mas mínimo soplo de viento sobre el suelo polvoriento. Devaki grito. El cuerpo obscuro y húmedo de un varón llegó al mundo retorciéndose, y el universo se estremeció de emoción. En el cielo, los tambores retumbaron frenéticamente. El señor Indra derramo una lluvia de flores y rocío desde el cielo. Las diosas, los ángeles, las ninfas y los santos empezaron a cantar.
¡Vishnu ha vuelto a nacer en forma de hombre, y su nombre es Krishna!
Vasudeva sostuvo a un hijo con temor. ¿Como podía salvarlo?. De pronto, Krishna abrió los ojos. Fue como si hubieran abierto las puertas del cielo, como una llave abriendo una cerradura. Devaki y Vasudeva vieron con asombro como se soltaban sus cadenas y se abría la puerta de la prisión. Fuera, los guardias dormían un sueño profundo.
¡Deprisa! ¡Salvemos a nuestro bebe! ̶ susurro Devaki. Las lagrimas le corrían por el rostro, porque deseaba quedarse con el niño, amamantarlo y besarlo. La familia se abrazo por un instante y, después, Vasudeva desapareció con su hijo en la obscuridad.
Corrío hasta que llego oa orillas del río Yamuna. Si lograba cruzarlo, estaría a salvo, puesto que en la otra orilla vivían un pastor de ganado y su mujer, llamados Nanda y Yasoda. Eran dos personas buenas y honestas que cuidarían de Krishna como si fuera hijo suyo.
Vasudeva se metió en el agua. Cuando estaba a mitád de camino, se desato una tormenta. Las aguas se agitaron con furia, y Vasudeva tuvo que sostener al recién nacido sobre su cabeza.
Pensó que había llegado el final y que ambos iban a morir ahogados, pero en ese momento Krishna extendió un pie y lo sumergió en el agua.
Milagrosamente, las aguas enfurecidas se calmaron, y Vasudeva pudo vadear el río hasta la otra orílla.
Nanda y Yasoda se hicieron cargo del niño.
No te preocupes ̶, dijeron en voz baja̶ . Lo cuidaremos igual que si fuera un dios. Vasudeva les dió las gracias y regresó junto a su esposa. Asi fue como Krishna se crió como el hijo del pastor. Correteaba y jugaba, y unas veces se portaba bien y otras mal, como cualquier otro niño. También podría ser muy travieso. Su nombre se podia oír por todos los prados.
¡Krishna es un niño travieso! ¡Krishna esta robando leche a los lecheros y mantequilla de sus mantequeras! ¡Krishna se a colgado de un rabo, del rabo de una vaca para que lo arrastre por la hierba!
̶ ¿Eso es verdad, Krishna? ̶ le preguntaba su madre. Y el la miraba con sus ojos negros y se echaba a reir, mostrando sus dientes nacarados que brillaban como las estrellas. Nadie podia estar enfadado con el durante mucho tiempo.
Yasoda tenia los mismos miedos y esperanzas que cualquier madre. Le advertía de los peligros, como la diabolica mujer ogro que comia niños o la daga que vivia junto al rio.
Un dia, los niños de la aldea llegaron corriendo a casa de Yasoda y le dijeron que Krishna habia comido tiza.
̶ ¿Es eso cierto? ¿Has comido tiza? ̶ le pregunto.
̶ No, no es cierto̶, contestó Krishna̶ . Lo que pasa es que los niňos quieren buscarme problemas.
Abre la boca. ¡Dejame ver! ̶ le exigio Yasoda.
Krishna abrio la boca, y Yasoda miro en su interior. El tiempo y el espacio se detuvieron. Miraba dentro de la boca de la eternidad. Vio la creacion del cielo y la tierra. Vio los planetas y las galaxias del universo. vio la tierra, el agua el fuego y el aire. Vio volcanes y terremotos, cadenas montaňosas que nacian, rios turbulentos, junglas, desiertos y oceanos relucientes. Vio su propia aldea y los pastores que cuidaban de los rebaňos. Vio la vida y la muerte.
Yasoda presenciaba la creacion en la boca del seňor Vishnu. Entendió que no hacia falta que amparara a Krishna porque el lo protegería.
Krishna cerro la boca, y Yasoda olvido al instante todo lo que habia visto. Pero su corazón rebosaba de amor hacia el. Lo puso en su regazo y no volvio a tener miedo nunca mas.