Capítulo 1

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Abracé por última vez a mis hermanos y amigos, estaba en el aeropuerto, eran las tres de la madrugada, pero aún así están todos aquí para despedirse de mí.
Intento mirar a Haru lo más mínimo posible, pero cuando no puedo más desvío la mirada hacia él y me lo encuentro mirando el suelo: también me está esquivando, o quizás haya algo ahí que sea más importante que mi ida.

-Noo, Mako-chaaan, no te vayas-. Me suplicó Nagisa por enésima vez agarrándome del brazo, no me pensaba soltar, estaba llorando, al igual que Kou que se abrazaba a Rei con fuerza, el de las gafas estaba haciendo un gran esfuerzo por no llorar, quería verse fuerte delante de sus amigos.- Quedatee, por favooor, iremos a la universidad todos juntoos y seguiremos nadando, es más fácil de lo que crees.

Creo que el rubio tenía toda la razón, era mucho más fácil quedarme aquí que viajar kilómetros de mi hogar, y tendría la oportunidad de nadar con ellos, cosa que fuera no haría... Pero no es tan fácil, ellos no saben como estoy por dentro, no puedo aguantar más, cada vez siento que este lugar se queda pequeño para mí.

-Nagisa-. Lo aparté con suavidad por los hombros.- Volveré para las vacaciones, os lo prometo, se que es duro, pero ya he tomado la decisión correcta.

-¿Pero y si no es la correcta? ¿Y si te estás equivocando?-. La voz de Haru me hizo sobresaltar sobre mí mismo, no pensé que me dirigiría la palabra.

Iba a contestarle pero una voz detrás de mí me lo impidió.

-Perdona señor, me temo que vas a tener que entrar ya en el avión, pronto va a despegar-. Después de esa noticia asentí y la mujer fue hacia una pareja.

-Hasta pronto, os llamo en cuanto aterrize-. Les dediqué una sonrisa y me despedí con otro abrazo. Al llegar a Haru me quedé paralizado, no sabía que hacer, ¿le debía dar otro abrazo? ¿O mejor me iba y ya está? Lo pensé durante unos largos segundos y cuando menos me lo esperaba él se lanzó encima mía, me estaba abrazando.

-Lo siento, soy un idiota-. Susurró en mi oído. Su voz era inestable, creo que ni él se creía que me iba, estaba pasándolo mal, tanto o más que los demás.

-No pasa nada, cuidate-. Le dí dos palmaditas en la espalda y me dirigí directamente al interior del avión, no quería ver las caras de tristeza de mis amigos, además que creo que Rei también se ha unido a los llantos de Nagisa y Kou, Haru está como siempre por fuera, su rostro no expresa nada, pero eso no es lo que me preocupa de él.

Me alegré al saber que mi asiento era justo al lado de una ventanilla, no era muy grande, pero lo suficientemente grande para ver cómo me alejaba más de lo que es y será mi casa.

-Aquí mami, yo me siento aquí, tú quedate ahí con mi hermano-. Una niña de unos siete años se sentó en el asiento vacío que estaba al lado del mío. La pequeña me miró con una sonrisa y yo se la devolví, me recordaba a mi hermana.- Hola-. Dijo ella sin tímidez.

-Hola, ¿cómo te llamas linda?-. Tenía unos ojos azules y cabello castaño, no tenía rasgos occidentales y un ligero acento inglés.

-Akane-. Me miró con el ceño fruncido.- ¿Qué te pasa? ¿No estás contento?

Tragué saliva al escucharla, esa es una buena pregunta, ¿estoy realmente contento? ¿Lo debería de estar? Sí, siempre he querido estar admitido en esa universidad, así que debo estar feliz.

-Claro que lo estoy-. Forcé una sonrisa, pero Akane no estaba muy convencida de esa respuesta, ¿por qué los niños pequeños tendrían que tener todos la razón sobre los mayores? ¿Por qué en numerosas ocasiones aciertan?

-Pues no lo parece-. Touché.

-He dejado a mi familia y amigos para ir solo a Estados Unidos-. La pequeña abrió la boca sorprendida.

-¿Solo? ¿Y no te da miedo perderte?

Sí, y mucho, tengo muchísimo miedo, ¿qué será de mí?

-No, no tengo miedo-. Mentí y la niña asintió, colocándose bien por orden de la madre, que le acaba de decir que no moleste a los pasajeros.

La verdad es que un piso compartido cerca de la universidad es lo que necesito ahora, no tengo ni idea de quién es la persona, el de la inmobiliaria me dijo que ya estaba ocupada, pero que había espacio para otra, o sea que seremos dos personas, por lo menos no estaré solo en la ciudad.

 Jugando con fuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora