1 | Chicles, Donuts y un Repipi.

516 49 20
                                    

Me pongo los vaqueros encima de las mayas y una sudadera enorme encima de mi nueva "adquisición" llamada Blusa Robada y sonrío, victoriosa.

Vamos, no me miréis así. ¿Quién no robaría en una tienda sin alarmas? Yo no, desde luego.

Me coloco el abrigo de piel enorme y lo abrocho, saliendo del probador dejando un par de prendas que no iba a robar. Le desvío la mirada a la dependienta, la que sospechosa me mira y salgo de la tienda, algo victoriosa.

—Eh, niña — Se me congela la sangre y dudo entre entregarme, o salir corriendo. Y no me voy a dejar pillar tan rápido. — ¡Ladrona, Ladrona! ¡Policía!

Pardilla — Pienso.

Doy zancadas cada cual más grande, bajando una especie de pasillo y tirando por delante a cualquiera que me encuentro, tirando bolsas y escondiéndome en los pasillos, notando pocas presencias policiales a mis espaldas y sonriendo cada vez más satisfecha.

Venga, lo logramos, otras compras más — Sonrío y encuentro unas escaleras.

Las bajo a zancadas con el corazón en un puño y pienso que lo voy a conseguir. Lo voy a conseguir, lo voy a conseguir.

Me cago en la puta, no lo voy a conseguir.

Diría que sí, y que lo podría conseguir, pero no me puedo librar de los brazos de un guardia negro y gordo tan fácilmente.

¿Sabéis esos típicos guardias negros como el de Justin Bieber? ¿Que siempre, en cualquier situacion del mundo están bebiendo un café o comiéndose el típico donut rosa? Pues uno igual. Doble. Creo que hay plagas o hacen castings para gente así. Dios.

Si es que soy idiota. Tendría que haber ido a un chino, que no corren tanto.

Y mierda, el gorila, o como lo voy a llamar a partir de ahora, donkey Kong me coge en brazos y yo maldigo en 20 idiomas el haber venido a robar a esta tienda. Y es que joder, vengo a la más cara y encima me pillan. Como se nota que en el Primark no me pillan.

Me suelta un sermón que ignoro por completo y me sienta en una silla.

—Quieta aquí.

Una mierda—pienso.
Y es que no creo que sea tan ingenuo de dejarme aquí sola, digo yo.

— Voy a llamar al jefe de la tienda y él verá lo que hacer contigo señorita, ¿Qué es esto de ir robando ropa? Ya puedes estar quitándotela.

— ¿Ya? Buf que rápido vas, almenos espera a la primera cita — yo río y maldigo haber dicho eso cuando sale un hombre de unos 40 años, si, soy una pro poniendo edades, alto, muy, muy, alto. ¡CASI MÁS ALTO QUE EL GUARDIA DONKEY KONG! Increible. Se sube las gafas y me mira.

— Deja de ser tan bromista y quítate la ropa que pensabas robar. ¿Tus padres acaso saben que haces esto?

—¿Usted piensa que yo les voy a decir a mis padres que robo mayas push-up? ¿Enserio? Se lo diría si fueran mayas normales... ¿Pero push-up? ¿Que pretende que me digan? ¿Que no necesito marcar culo? No joder, claro que no se los digo.

—Tú ibas más para humorista, porque de ladrona no te ganas la vida.

— No, si ya lo decía yo, que tendría que haber ido al chino. — Suspiro, burlona.

Donkey Kong me agarra del brazo y me levanta.

— Si me permite, vuelvo a mi trabajo. Usted se encarga de ella — dice el guardia mirándome, le saco la lengua y ruedo los ojos.

Hijo de puta el gordo —pienso.

El señor Gorila se va orgulloso, fijo que se va a comprarse un donut.

—¡Madre mía! ¡Apestas a tabaco!- dice el señor de la tienda, que está un poco calvo por cierto.— Al final tendré que quemar la ropa en una hoguera.

— Pues ya que estamos antes de quemarla dámela que esas mayas me hacen un culito... — Yo río y me siento en la silla, joder, mis padres me matan.

—¡Jesús! - grita el alopecico.

—¡Y la virgen Maria! ¿Usted es cristiano? Pues se puede ir a la iglesia.

—Malditos adolescentes de hoy en día...

Y de la puerta de emergencia sale un chaval, de mi edad más o menos.

Me mira y se intenta hacer el serio, pero mi indiferente postura con los pies sobre la mesa del hombre alopecico le provoca una media sonrisa y no puede reprimirlo, haciendo que haga una pompa con el chicle que llevo masticando cuatro largas horas.

—Jesús, vigila a esta...delincuente con aires de Eva Hache — sonrío victoriosa y alzo las cejas. — No la pierdas de vista, me han llamado de la frutería.

—¿Te quieren para papel de Chema, el de Aída? — Río para mi misma y pienso si me la estoy jugando o no, pero la verdad, me da bastante igual.

—¡Mira, niña — Bufa y está a punto de acercarse a mi pero el Walkie Talkie le suena y con ira , deja la habitación, dejándome con dicho niño con pintas de rico. — ...!

—¿Me harías el favor de quitar los pies de la mesa de mi padre? — Se aclara la voz y se coloca el sweater que lleva puesto y yo río. Menudo friki.

—Sí sí, lo que tú digas guapo — asiento falsamente con ironía — ¿Tienes un escupidero d'esos o tiro el chicle al suelo?

—...Tengo una papelera — Río por su burda inocencia y él se cruza de brazos algo insatisfecho. Qué niño más estúpido. Es guapo, pero lastima de físico envuelto en ropa friki y peinados repipis. Pero algo de repente me sorprende en cuanto los pasos de su padre se acercan ; Se revuelve el pelo, se desata un botón de la camisa que tiene debajo del sweater y me mira desde el otro lado de la mesa, colocando los codos sobre ella. — Mira, niña, no me caes bien ni yo a ti tampoco — Se las va de malo, ¿Eh? Capta mi atención con un chasqueo, ya que estaba mirando a apuntar el chicle en el numero de teléfono de la casa de mis padres. — pero me das pena, así que si te quitas la ropa te saco de aquí.

—¿Has robado algún chicle alguna vez? — Me pregunto, evadiendole y el suspira, poniéndose una mano sobre la frente. — Vale, ya paro. ¿Dónde quieres que me cambie? ¿Tienes una cortina en el bolsillito de tus jeans de niña? — No puedo evitarlo. Se empieza a cabrear.

— Me daré la vuelta, te cambiarás y te marcharás, borde. Pero rápido, tira. — Se pone de esquina a la pared y yo sonrío, algo agradecida. — ¡No robes nada más!

—No, no. — Me meto en un bolsillo el numero de mis padres y maniobrando, me voy quitando las prendas mientras entablo una conversación intentando que sea animada — ¿Qué, el típico rico?

—...Más o menos. — Río y dejo él chicle sobre la foto que tiene el jefe sobre la cara del hijo, algo malvada.

—Ajá — Quito unas monedas del guardamonedas y acaban en mi bolsillo. — ¿Novia o no te dejan los papis?

—Vete al cielo y preguntaselo, este es mi padrastro. — Vale. Ahí si que me pongo algo sentimental. He sido un poco bocazas. — Que es broma, qué débil pareces, niña.

—Tengo nombre. — Aviso, con odio y él ríe. — Pero no lo recordarás con tantos datos de mates y esas mierdas de Picaso en la cabeza. — Él ríe y ya vestida, pongo la mano en su hombro y le doy la vuelta. — Me llamo Maddie. — Sonrío y él suspira.

—Dame las monedas y largo, anda — Suspira, sumiso y yo le doy las monedas ( la mitad de ellas ) , algo divertida.

—Gracias, niño. — Le doy un pico en los labios para que se joda la cabeza y él alza los ojos, terriblemente asustado provocando una carcajada inevitable en mi garganta. — Oh, la chica mala te robó tu primer beso — hago un puchero — , que no te marque de por vida, cari.

—¡No vuelvas! — Señala a la salida.

—¡No te prometo nada! — Salgo por una puerta de emergencia agradecida y saco el billete de 20€ que tenía el jovencito en su bolsillo mientras le daba un besito de niña  mala.

Menudo friki.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Mar 19, 2016 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Bad Girls Need Love Too | GEMELIERSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora