Verlos reír en la mesa mientras esperan el almuerzo, me hacen sentir que hice una buena decisión en presentarle a mi hijo a Miguel. Desde ese día ninguno de los dos ha estado lejos del otro, juegan juntos, ríen juntos, almuerzan juntos, hacen la tarea juntos, de hecho.. lo único que nunca les he visto hacer juntos es ir al baño.
Seco mis manos con el trapo de cocina, y tomo los dos platos caminando hacia la mesa. Ruben hace una mueca graciosa y su amigo estalla en risa, haciéndome sonreír por la gran amistad que tienen. Coloco la comida en la mesa, y los dos me observan con una sonrisa acogedora, Miguel baja la cabeza rápido y Ruben lo observa extraño.
—¿Te pasa algo?—pregunta, y tomo los cubierto colocándolos junto a sus platos—¡Mamá, ¿qué le pasa a Miguel?!—chilla y sus ojos comienzan a cristalizarse, y observo al niño pelinegro.
—N-No llores, o y-yo.. también lloraré—los miro a ambos, y suspiro.
—¿Te pasa algo, cariño?—le pregunto a Miguel, el cual al verme hace una cara de susto.
—M-Mamá dijo que no debo comer en casa.. de e-ex.. extra..
—Extraños—murmura Ruben, y toma la mano de su amigo con fuerza—¡Tú eres parte de la familia! ¡Mamá es tu mamá, y papá también es el tuyo!—lo miro asombrado, y él me sonríe esperando a que asiente con la cabeza.
Mis ojos observan como mi hijo aprieta con fuerza la mano de Miguel, y algo en mí se retuerce causando que haga una mueca. Ruben lo nota, y de un tirón suelta la mano de su amigo, veo el rostro de este y está algo triste por lo sucedido.
—N-no quietes tu mano, e-está calientita.. y me gusta así—dice Miguel entre balbuceos a punto de llorar.
Ruben soba su ojo derecho, y se levanta de su asiento. Abraza a Miguel con fuerza, y comienzan a murmurarse cosas que nos son entendibles para mis oídos, pero sólo una llamó mi atención "No llores, te amo."
Y sólo los miré, ambos observándose como si estuvieran viendo su serio favorita y podía jurar que mi hijo se perdía en los ojos negros de su mejor amigo.
Mi esposo se coloca junto a mí y pasa una mano por mi cintura apegándome a él, ambos observábamos a los niños jugar en el patio fútbol. Los hijos de los vecinos gritaban entre sí por quién llevaba el primer punto, mientras Ruben y Miguel descansaban en el césped jugando con sus figuras de acción.
Mi esposo me deja en la puerta de patio y camina hacia los niños los cuáles no dejaban de gritarse sobre el punto, y yo traté de acercarme a mi hijo pero algo me decía que no sería bueno interrumpir su momento.. de amigos.
—Iron man vuela hasta el edificio más alto del mundo, ¡pium, pium pium! Esquiva a los robots y ¡boom! esquiva esa bomba también.
—Ruben, yo quiero ser Iron man—lloriquea Miguel sorbiéndose la nariz mientras observa el muñeco de acción con deseo.
—P-Pero, dijimos que tú te quedarías con el Capitán américa y.. N-No, no llores. Toma, yo me quedaré con el capitán ¿vale? No llores Miguel—abraza al nombrado mientras le entregue la figura en sus manos.
Miguel sonríe secando sus lágrimas, y en un rápido movimiento besa la mejilla de Ruben, este se sonroja y desvía la mirada de esos ojos negros para concentrarse en los juguetes esparcidos en el jardín.
—Iron man vuelve a volar, y... pss, pss Ruben es tu turno.
El nombrado asiente, y toma al capitán américa y lo alza al aire sintiéndose feliz. Doy un suspiro, no debía preocuparme solo son niños, niños que tendrán novias y se casarán cuando crezcan. Vamos Sue, no mal pienses la situación..