Filofobia

Cuento

Hace dias que la veia caminar entre las veredas y avenidas de aquella ciudad que no vale mencionar su nombre. Tres veces le habia hablado en la vida, ningun fruto de cada conversación. La cosa era tan sencilla como un cubo rubbiek. Tal vez solo quiera preguntarle como estaba o que hora es. Quiza quiera saber el color de sus sabanas, si le gusta el cafe o quiza si hay conejos en su recamara. O quien sabe. Paradoja del ades es el sifrir en el solo porque sabes que el eden existe ahi afuera, pero siempre afuera. del otro lado. Y yo la tengo a travez del espejo donde todo es al reves y al cruzar ya no le tengo, si es que alguna vez la tuve. En algun plano inmaterial, o en lo real ¿Cual es la diferencia?
Hace dias que la veia caminar entre las veredas y avenidas de aquella ciudad que no vale mencionar su nombre y solo tres veces e podido hablarle. Los nervios y la estupidez han sido mis compañeros de campiña muentras yo mismo estoy en otra parte. Al diablo con todo, al diablo conmigo, con ella, con nada, con lo mismo. Y el anciano me ve con su mirada de viejo sentado en el parque con sus ojos de insulto clavandose en mi.
Lo he notado, el me ve. Mira timidamente aunque ya me a hablado no ha sido mas de tres veces. El me mira y yo lo se. Aunque quiza no se percate que lo sé pues no puedo permitirlo. No puedo ser vulnerable ni débil ni dominable, no me debo dejar domesticar tan facil pero.. ¿por que asumo que eso desea? Me suelo suponer que se ha fijado en mi pero ¿Porque lo haria? Quiza solo piensa en alguien mas al verme, quiza solo quiere amistad pero es timido y eso lo acorrala en si mismo, alejarme a mi, ahuyentar a cualquiera. ¿Que desea? ¿Porque posa con tanta delicadeza y ternura el dulce profundo y fuerte cafe con leche sobre mi cada vez que paso y el cree que no me doy cuenta? Pero quiza soy yo. Quiza es todo mi imaginacion y nada es real. Quiza no quiere que este cerca, quiza con suerte solo se ha fijado en mi cuerpo y no en mi, nunca en mi. Quiza solo sea el deseo oculto y semisepultado de pertenecerle. No como trofeo sino como compañia. De ser compañia en las constantes caminatas por estas calles de esta vana ciudad. Soy arrancada de mis tonterias al percatarme de el anciano que, sentado en la banca bajo el arbol, me ve, con sus viejos parpados y sus ojos de insulto clavandose en mi.
Idiotas, le dijo el anciano a su compañero.