Sigo esperando. Revisé si estaba en silencio pero el silencio era mío. Miré la hora pero no le presté atención. Hace veinte minutos que son las dos de la madrugada. Soy yo o el tiempo transcurre diferente cuando tu mente no está en este mundo. Me preguntaba que estarías haciendo en este momento. Seguramente durmiendo. Entonces ninguna de nuestras mentes estaban en este mundo. Vos soñando y yo también.
Luche contra mi ganas de que suene, aunque sea por un mensaje breve con palabras tuyas pero perdí la batalla con morfeo, ese dios que llega en momentos inoportunos y nos invita a descansar.
Suena la alarma y despierto. Sin entender mucho donde estoy ni cual es el porque del despertar pero vuelvo en si buscando respuestas.
Eran las diez y cuarto de la mañana. El sol entraba por la ventana del comedor como listones de algodon egipcio y llenaban la habitación de un resplandor inconmensurable.
Recordé como terminó mi noche anterior, en un de frenesí cogí el celular y busque en mi buzón de mensajes. Una notificación con tu nombre y una breve frase:
-Se que estás ahí.
En un instante maldige mi debilidad humana de no estar constantemente pendiente de tu llamado, de tus señales pero tengo que entender mis límites.
Tu frase deja ver un indicio. Sabes que estoy, sabes que mi existencia se funda en la tuya. Yo soy por vos, aunque se que no tiene que ser así.
"Se que estás ahí". Aún reconociendo mi existencia la tuya se basa en una línea, una oración. Tan simple y ambiguo. Al sentarme a la mesa del comedor y servirme un café me digo y te digo a vos, Constanza, "tú no estás aquí".
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No Sos Vos, No Soy Yo, Es El Celular
RomanceSin pensarlo esperé. Revise si estaba en silencio pero no. Era mio el silencio.