Capitulo 50.

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Intenté abrir mis ojos con lentitud.

Una fuerte luz blanca pegaba contra mi cara.

Lentamente abrí del todo mis ojos, y miré a mí alrededor.

Enseguida me topé con una hermosa mujer. Era delgada, cabello rojizo, un delicado cutis, y piel blanca. Llevaba puesto un vestido floreado, que le resaltaba una tierna barriga.

—Discúlpeme... —me senté en la cama, y froté las manos en mis ojos. — ¿Dónde estoy? ¿Y quién es usted?

—Hola Emily —sonrió con modestia.

— ¿Cómo sabe mi nombre? —la interrumpí.

—Soy Clarissa, tú compañera de cuarto...

Fruncí el ceño.

¿De qué demonios me estaba hablando?

— ¿De qué hablas? ¿Qué cuarto? —comencé a ponerme nerviosa.

—Eh... Emily, estas en un internado para mujeres embarazadas... —dijo, con un extraño tono de voz.

Reí.

¿Qué clase de estupidez acababa de decir esa tipa?

«Loca»

—Tú sí que estás loca, vamos, dime donde estoy —murmuré, mirándola fijamente.

—Eh, parece que los calmantes te han hecho efecto. Mira, te diré brevemente como has parado aquí... —respiró hondo y comenzó a hablar. —Has llegado desmayada, un hombre de aproximadamente unos treinta y pico de años, te trajo en sus brazos y rápidamente te dejó en una camilla, y de atrás venía una mujer más o menos de su misma edad, que por cierto era muy bonita y parecida a ti... Ella solo gritaba que no lo haga. Lo gritó una y otra vez. Pero aquel hombre no le llevó el apunte, pagó una gran cantidad de dinero y se marcharon. Y por cierto, a la mujer la tuvo que sacar seguridad...

Negué con la cabeza.

—Y luego los calmantes me han hecho efecto a mi —dije, esbozando una carcajada.

Ella me miró incrédula.

—Bueno, si no quieres creerme... —Se encogió de hombros, y salió de la habitación.

Luego de un momento, entró una muchacha, que tenía pinta de ser enfermera.

—Señorita... —murmuré, poniéndome e pie. — ¿Dónde me encuentro?

—Buenas tardes señorita Bailey. Usted se encuentra en un internado para mujeres embarazadas —contestó, con una amable sonrisa.

« ¿Acaso a todas le hizo efecto el calmante?»

— ¿Usted es otra loca? —pregunté, mirándola con inverosimilitud.

—No señorita. Mire, Clarissa me ha dicho que la trató de loca por lo que le dijo. —Hace una pausa, mientras examina mi reacción. —Pero eso es la única verdad.

— ¿Qué idioteces dice?

—Sígame por favor. —ordenó, mientras sin pensarlo dos veces le seguí el paso.

Nos dirigimos hacia el personal, y ella comenzó a mostrarme las cámaras de seguridad que lo grababan todo.

Absolutamente todo.

—No puede ser... —vacilé por un instante. — ¡Mi padre es un hijo de puta! —dije, sin escrúpulos.

—Señorita por favor...

Nunca te olvides de mi (NIALL HORAN) |TERMINADA| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora