25: Memoria transfigurada.

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Acostado boca abajo sobre la cama, Sehun se estiró para coger su móvil y mirar la hora. Eran casi las diez de la mañana, pero daba igual porque era sábado. Los sábados podía pasarse el día inconsciente, solo levantándose para atiborrarse de comida, y su madre no diría ni una palabra al respecto. Así que lanzó el celular de nuevo a algún lugar del colchón y cerró los ojos, listo para volver a dormirse.  

O ese era el plan, hasta que la puerta de su habitación fue abierta de golpe y las mantas tironeadas de encima suyo. Abrió los ojos y se arrepintió inmediatamente, pues Bin levantó las persianas, consiguiendo que toda la luz del sol lo golpeara directo en la cara.

―¡Agh, noona! 

―¡Levanta tu gordo culo de esa cama! Necesito que me hagas un favor.

―¿Esta es tu forma de pedir favores? ―gruñó, tapándose la cabeza con la almohada y dándole la espalda―. Lo que sea que quieras, olvídalo. Hoy no pienso moverme. Soy materia inerte.

―Muy bien. Tú me obligas.

El colchón se hundió cuando Bin se subió en él y comenzó a saltar, provocando que Sehun se sacudiera como un muñeco de trapo con cada brinco suyo. Gimió de frustración, amenazando:

―Voy a contarle a mamá.

―Ya lo sabe ―respondió, deteniéndose. Se bajó de la cama de un último salto y antes de dejar la habitación, ordenó―: Acicálate y todo eso. Te espero abajo.

Sehun se sentó en la cama, pasándose una mano por el cabello revuelto y mirando el desastre que su hermana había dejado alrededor. Cuando terminó de lamentarse por su arruinada mañana de sábado, suspiró de molestia, y se levantó para dirigirse al baño.

Abajo, el desayuno estaba servido en la barra de la cocina frente a un solo lugar.

―Lo siento, Hun, le dije a Bin que te despertara, no que causara un sismo ―se disculpó su mamá, acomodando un par de cosas en su bolso. 

Sehun se sentó y cogió los palillos, frunciendo el ceño.

―¿Vas a salir?

Hyejun asintió.―Tu hermana y yo iremos a pasear.

―Oh, vaya, ¿me están excluyendo?

―Es un día de mujeres ―sentenció Bin, mirándose en su espejo de mano y poniéndose máscara en las pestañas con meticulosidad―. Si hubieras sido una linda hermanita menor, estarías en los planes. 

Sehun rodó los ojos.―Entonces, ¿qué? ¿Para qué me querían?

Bin abrió la boca, entonces el estridente tono de una vieja canción de Hyunah que tenía de ringtone comenzó a sonar. Tomó su celular y se lo llevó al oído.

Toska «hunhan»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora