Capítulo 10: Mal día (Amy)

78 6 1
                                    

Me levantó tomándome por el cuello de mi polerón. Golpeándome en el estómago; dejándome sin aire.

-¡Eres una puta! -Gritó en mi oído- ¿¡ME ESCUCHASTE!? -Volvió a gritarme. A lo cual yo solo me limité a asentir con la cabeza.

-Pues vete -Me tiran al piso y comienzan a patearme

'Aguanta tus lágrimas, por favor. No dejes que te vean débil'

Retumbó en mi cabeza mi propia conciencia. No me iba a dejar vencer, pero no podía sola, necesitaba a Val, necesitaba a Zack...

Todo el mundo nos encerró en un círculo a Sam y a mí sorprendidos, pero nadie hacía nada. Hasta que llegó mi salvación.

-¡PERRA MAL CRIADA! -Gritó Val junto cuando le plantaba un puñetazo en el ojo derecho de Sam- ¿¡NO TE METAS CON ELLA ME OISTE!?

Veía toda la escena en silencio, débil y sin fuerzas para si quiera levantarme. Hasta que se acercaron las otras dos amigas de Sam

-Ustedes, váyanse... ¡O LES PARTO LA PUTA CARA! -Gritó tratando de controlar su ira

Las cómplices de Sam se mostraron indignadas pero estaban blancas como un fantasma (ya sé, ya sé. Los fantasmas son transparentes, pero es mi puta historia y hago la wea que quiera). Así que tomaron a Sam por los brazos y se la llevaron a enfermería. Val rápidamente me ayudó a levantarme y me sienta en una banca

-Amy... -Me mira con tristeza y comienza a inspeccionar todo mi cuerpo buscando daño alguno- Amy, estás herida en tu estómago... sin contar los cortes.

Estaba muda, las palabras no me salían, estaba débil y sin fuerzas como para contradecirle diciéndole 'estoy bien' porque no lo estaba.

-Ven, te llevaré a la enfermería -Pasó mi brazo por sus hombros y fuimos a enfermería

Me curaron las heridas, me vendaron un poco y llamé a Zack

*Llamada telefónica*

-Hola, Cariño -Respondió Zack un tanto preocupado

-Hola. Zack, ¿podrías venir a buscarme? Por favor -Supliqué

-Claro, ¿Te pasó algo?

-Luego te cuento

*Fin llamada telefónica*

Ya estábamos en casa de Zack, así que le conté lo ocurrido con Sam. Furioso se levantó golpeó una pared

-Una perra, eso es lo que es -Dijo furioso

-Tranquilo. Oye, estás nervioso; ¿Pasa algo? -Dije tomando su mano

-Dave no ha vuelto, no está -Dijo con tristeza

-Ya volve... -Me interrumpió un pequeño ladrido. Bajé la mirada y vi un perro. Me agaché a acariciarlo- ¿Cómo se llama? -Pregunté a Zack

-Se llama Rex -Lo toma y me lo pasa

-No gracias, prefiero los gatos -Dejé a Rex a un lado y pusimos la peli 'si decido quedarme' mientras Zack preparaba palomitas y servía refrescos

-Listo, ten -me pasa el bowl con las palomitas y un refresco- ¿En serio? ¿'Si decido quedarme'?

-Es buena, ahora calla -le doy un beso corto para callarlo

-Que eso lo hago yo, eh -Dejamos las cosas a un lado y me besa.

Le sigo el beso y tengo esa sensación otra vez, de cosquillas en mi estómago. Sus besos me encantaban; me transmitían seguridad, confianza... y por sobre todo amor, mucho amor. Pero no le diría que lo amaba, es un sentimiento muy fuerte para mi y para él también, creo.

Nos separamos por falta de aire, y nos miramos a los ojos. Zack susurra

-Te brillan los ojos -Susurró mientras acomodaba un mechón de pelo detrás de mi oreja

-¿En serio? -Pregunto con una sonrisa de oreja a oreja

-Si, y me encanta, te ves hermosa así -Besa mi mejilla con delicadeza

No acostumbraba a tener una relación con alguien. A recibir elogios; menos.

-Comienza a acostumbrarte, Cariño -Dijo Zack como si leyera mi mente

-Debo ir a casa -le dije un poco triste

-Yo te llevo, Vamos

*Ya afuera de mi casa*

-Gracias por traerme

-No las des, es un placer para mi venir contigo -Dijo orgulloso

-Claro. Ven aquí

Nos besamos otra vez, pero solo unos segundos ya que Val abrió la puerta de la casa observándonos sonriendo

-Son tan dulces que llegan a dar Diabetes -Val rie

-Pesada. Adiós Zack -Me despedí de Zack

-Adiós, princesa -Me da un último beso y lo veo alejarse

-Vamos Julieta, entra -Dijo Val burlona- ¿Están mejores tus heridas?

-Estoy bien, necesito estar sola -Me alejé a la habitación que me ayuda a desahogarme. La sala de música

Me senté y con las yemas de mis dedos rozé todas las teclas haciéndolas sonar levemente. Mis dedos se ubicaron en las notas que correspondían y comencé a tocar una melodía deprimente y tranquilizadora a la vez.

Mis dedos se movían con fluidez y agilidad, este sentimiento que sale del fondo de mi alma es inexplicable; el piano para mi no era solo un pasatiempo. Es mi pasión.

Al terminar la melodía me sentía mejor... me sentía relajada. Fui directo al baño, lavé mis dientes hice mis necesidades y me tiré a la cama; quedándome dormida al instante...

Un Destino CruelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora