Capítulo único.

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Aquellas personas que únicamente merecen felicidad siempre son las más dañadas.
Irónico, ¿verdad?
La vida es cruel con todos, con algunos más y otros menos. De eso no hay duda, pero ¿por qué precisamente ella y sus amigos tenían que formar parte del grupo de los más dañados?

Lucy sollozaba en silencio, incapaz de detener las lágrimas que salían a placer de sus ojos.
Quería parar de llorar, pero simplemente no podía.
Pensó en si misma como la persona más desdichada del mundo, pero ella sabía que allí los únicos que verdaderamente sufrían eran ellos.

Era inútil lamentarse; debían cruzar la puerta sí o sí, de lo contrario todos morirían allí mismo. Pero ambas opciones eran dolorosas para ella.
Era algo egoísta, lo sabía pero no le importaba. Solo quería volver a verlos mañana, cosa que sabía, no sucedería.

Una mano cálida y amistosa se posó sobre su hombro. Miró hacia atrás sin dejar de llorar, encontrándose con un pequeño hombrecillo de gran bigote, acompañado del símbolo de los Magos Santos.

-Maestro... -susurró con la voz quebrada. Su cara estaba también empapada en lágrimas, pero parecía tan firme. Era muy obvio que el maestro era una persona fuerte, muy fuerte. A veces, demasiado.

Lucy volvió a mirar al frente.

Los cinco Dragon Slayers sonreían sincera y tiernamente. Pero todas esas sonrisas estaban cargadas de tristeza y melancolía. Se sentían culpables de todo aquello, cuando en realidad ellos allí eran los más inocentes.

Un nudo se le formó en la garganta al ver a la pequeña Wendy sonreír así.
Ella no se merecía esto.

Ninguno de ellos se lo merecía.

La pequeña buscó con la mirada a la gatita blanca. Junto a Happy sollozaba siendo sujetada por Laxus.

Charle se mantenía igual de firme que siempre. Ella siempre sería fuerte, y eso a Wendy la hizo sentirse bien. Su amada compañera estaría bien.

Por la mejilla de la pequeña dragona resvaló una lágrima melancólica.

-Adiós, Charle. S-Siento haber roto nuestra promesa... -se le quebró la voz-...T-Te quiero.

Gajeel depositó su mano sobre la cabeza de la pequeña. Él, junto a Natsu, Gray y la mayoría del gremio, eran sus hermanos mayores. Debían protejerla y evitar a toda costa que se sintiera mal.
Esto pareció funcionar, porque Wendy agarró con fuerza el brazo del mago de hierro.

-¡Hey, coneja!-Lucy rió. Hasta en los peores momentos sabían como hacerla sonreír-. Eres una maga increíble. ¿Podrás defender al resto cuando yo no esté?

Lucy lo entendió. Hablaba de Levy, y puede que de Lily también. La rubia asintió como pudo. Gajeel sonrió y susurró un pequeño "gracias", el cuál Lucy no pudo entender.

Sting y Rogue, los Dragones Gemelos de Sabertooth, ambos permanecían callados y sonrientes. Lucy no pudo evitar sentirse abrumada por la sensación. Nunca más los volvería a ver, y era duro aceptarlo.

El maestro del anterior gremio más fuerte de Fiore levantó la mano en forma de despedida.

-Adiós, Lector.

-Adiós, Frosh.

Ambos se despidieron casi al unísono de sus fieles compañeros. Sus palabras estaban cargadas de dolor y melancolía.
Dirijieron una última mirada al resto de sus compañeros, y sonriéron.

Lucy reunió la fuerza de voluntad suficiente para mirar a aquél que robó su corazón.
Natsu estaba de espaldas al resto, contemplando la grandiosa puerta por la que tenían que cruzar en breves.

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