Capítulo 3

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Tres vueltas al colegio entero no dieron resultado, Castiel sin duda se encuentra fuera del recinto. Había pasado tanto tiempo buscándolo que hace ya diez minutos que el timbre de salida tocó. Decidí volver a casa, no me quedaría esperando a que se presentara en el instituto, además de que eso no pasaría. Caminé unas cuantas cuadras pero no tenía ni idea de adónde me dirigía, maldije a los  cuatro vientos el haber estado embobada por mi conversación con el de cabello de menstruación. Las calles son muy transitadas y por suerte no me he chocado con nadie mientras las esquivo al caminar. Para ser otoño todo está lleno de alegría y diversión, al parecer las estaciones del año no le afecta en nada a las personas de este país. De donde soy en cada cambio de estación quieren hacer una fiesta para celebrar el inicio de un nuevo clima, y las personas cambian junto con el.

Caminando sin rumbo aparente quedo frente a frente de una tienda de instrumentos. Instintivamente corrí a la entrada provocando que la puerta saliera disparada hacia adentro con un estruendoso sonido, llevándome una mirada desconcertada de quién parece ser el dueño del lugar. Avergonzada por mi asombrosa entrada me disculpo, el señor solo se ríe y coloca su mano en mi hombro para que levantara la cabeza. Cuando subo la mirada me encuentro con sus ojos grises tan sonrientes como su boca, tiene el pelo canoso y la cara con unas cuantas arrugas pero su sonría y la alegría que inspira le da un aire más joven.

—Tranquila, sé lo mucho que puede llegar a emocionar la música.

—¡De verdad lo siento!— vuelvo a decir antes de dar con el área de guitarras. Mis cuerdas ya están algo viejas.

Luego de tomar el paquete de cuernas me quedé mirando cada instrumento en la tienda y la necesidad de tocarlos me invadió. Primero me dirijo al piano y toco unas cuantas notas de Moonlight de Beethoven, después tomé un violín cuando comprobé que nadie me miraba lo puse entre mi hombro izquierdo y la cabeza. Con la otra mano tome el arco, poco a poco mi alrededor se vio inundado de Liebesleid, Kreisler.

—¿Tienes mal de amores, niña?— oigo decir de una voz a mi espalda. Devuelvo el violín en un abrir y cerrar de ojos para encontrar de nuevo al señor—. Beethoven compuso Moonlight mientras estaba en mal de amores. Y Liebesleid es mejor conocida como penas de amor en español.

—En realidad no, es solo que me gustan mucho— digo—. Si me disculpa creo que ya debería irme.

—Ha sido un placer el tenerte en la tienda, espero que vuelvas pronto a deleitarnos con tu talento— dice al momento que este está siendo tomado de una pierna por una niña de unos 6 años con los mismos hermosos ojos de quien creo que es su abuelo, pelo de rulos rubios y fina nariz.

—Gracias a usted por no echarme de ella— río—. Claro que volveré.

—Ah y si es por un chico que estás así, no te preocupes cuando se de cuenta de tus virtudes te amara— siento mi cara arder, ¿por qué ahora me están hablando de amor? Como si Castiel me gustara.

...

—Las cuatro de la tarde— digo mientras trato de ubicarme.

Vueltas y vueltas, y todavía no he logrado nada. Si tan solo le hubiera pedido su número. Llevo unas cuantas horas recorriendo la cuidad y nada, tampoco fui lo bastante inteligente como para escribir la dirección en mi celular. ¿Desde cuando soy tan descuidada?

Sentada en un banco del parque veo a los niños corretear hacia los columpios y tomando turno para deslizarse por el tobogán. Sería divertido poder sentirme como una niña de nuevo, me pare enseguida y me senté ahora en un columpio. Mientras me balanceaba me preguntaba dónde estaría el pelirrojo hasta que mis pensamientos se vieron interrumpidos por los ladridos de un perro. Me di vuelta para encontrarme con un enorme canino llamado...

Rock your heart CDM #2 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora