"...Este hombre no se toca, basta ya de tonterías; entérate de una vez por todas este hombre no se toca. Te lo juro amiga mía defenderé su amor como una loca..."
Si se vale preguntar, yo habría preferido usar un sobrio y elegante Oscar dela Renta. ¡Pero no!, heme aquí con un espantoso hanbok escogido por mi gloriosa suegra, mientras saludo a los asistentes que han venido a la fiesta de compromiso y la bilis me sale hasta por las orejas. La bruja maléfica ha estado tocándome las narices todo el tiempo, y lo peor de todo es que yo he soportado como una campeona para no caldear más los ánimos.
Estamos dentro de un salón de eventos a las afueras de Seúl y, mientras muchos adornos florales con infinidad de felicitaciones adornan la entrada, yo permanezco montada en mi pose de nuera buena partiéndome la espalda con tanta reverencia.
Doña Yeon Mi me observa y sonríe con disimulo, sabe que se ha salido con la suya y que ha ganado una primera batalla, pero no la guerra... ¡Con la iglesia ha ido a topar! Ella, encaramada por el padre de Hyun se ha encargado de poner todo a su gusto y, aunque mi potencial suegro ha jurado que lo han hecho desde el cariño, yo a esa señora ya no le creo ni los buenos días.
Sé que Hyun no ha estado en éste trapo, y lo sé porque en todas las ocasiones que su madre ha tratado de putearme, él me ha defendido, soltado alguna de sus lindas indirectas; pero también sé que como mucho, podré soportar alguna que otra de sus groserías ¡Vaya nochecita más larga me espera!
Haciendo una reverencia a una señora de muy avanzada edad, sonrío y me entero que es la abuela de Hyun Joong. Gustosa, la halmuhnee me pellizca las mejillas y me palmea la espalda con mimo, hasta que mi chico guapo la acompaña a su mesa y yo, agradezco a mi madre que ahora pernocta en el cielo que aquella viejecita bastante fortachona no me saque los pulmones a guantazos.
Durante unos minutos la gente sigue entrando, hasta que, llegado el momento, como a eso de las ocho de la noche, el organizador del evento nos indica que todo está listo para que empecemos con el rito tradicional coreano de la fiesta de compromiso. Mi cara es un poema del mismísimo Cervantes, porque simple y sencillamente me había imaginado aquello de otro modo y, a pesar de saber de todas las tonterías que puede llegar a hacer la vieja bruja, me concentro en lo que realmente importa: ¡Hyun y yo vamos a comprometernos formalmente en matrimonio!
Mientras espero una señal de una chica que asiste al planeador de fiestas, me paro de puntitas para husmear a través de un pequeño biombo en el que tengo que permanecer bien quieta y, con mucho pesar observo que todo marcha conforme al programa; al rancio programa que se ha organizado doña Jung Yeon Mi.
El salón está dividido en dos partes. Al centro se dibuja un camino iluminado por luces azules que dan justo al escenario ceremonial del lugar. Las mesas son pequeñas, apenas para cinco o seis personas cada una; desangelados centros de mesa las adornan y en mi interior, mi arpía particular se pregunta, partiéndose el culo de risa, ¿cómo han podido desaprovechar flores tan bonitas como los cerezos coreanos para hacer esos espantosos arreglos?
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ES LA HISTORIA DE UN AMOR...
RomanceTodo sucede en un momento. Todo transcurre en un instante. Cuando conoces al amor de tu vida, ni siquiera el propio tiempo puede hacer que de ti se aparte... Hoy, sentada frente a la sala de espera del aeropuerto internacional de Incheon, en Seúl, e...