Capítulo 14

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¡Dios! No puedo creer que le dije todo eso a mi papá ¿De dónde salió tanta confianza? Mi papá me matará cuando vuelva a casa pero no daré mi brazo a torcer. Siempre soy yo quien intenta arreglar las cosas, él solo dice lo que le molesta y piensa que ya todo está arreglado.

Esteban está callado, pero tiene la expresión endurecida, aprieta la mandíbula constantemente y no se atreve a verme. Generalmente evita el contacto visual conmigo cuando algo le molesta o le incomoda.

Llegamos al carro y me meto en él, Sebas hace lo mismo, enciende en carro pero no lo pone en marcha, en vez de eso me mira fijamente a los ojos enganchado a los míos.

-¿Por qué se porta como si perdiera la cabeza cuando se molesta?- dice confundido, como si le doliera el comportamiento de mi padre-. Un minuto es tan cariñoso y al siguiente es tan... Tan... Bruto- suspira-. No puede tratarte como un trapo las veces que le da la gana.

Está apretando tan fuerte el volante que sus nudillos se tornan blancos y sus bíceps se definen un poco más de lo habitual.

Trago algo de saliva para ver si el nudo en mi garganta se esfuma pero es inútil.

-Mi papá siempre ha sido así. Deberías acostumbrarte, no tiene remed...-un hilo de voz sale de mi boca y cuando quiero terminar la frase mi voz se quiebra, me recompongo y prosigo-. No quiero que esto te afecte tanto como a mí, ya yo lo superé.

Esta vez tuve que callar porque si continuaba, un sollozo saldría acompañado de otro y otro hasta no poder parar.

-Lo resolveremos juntos ¿Sí?- me toma del mentón, que tiembla tratando de reprimir mis sollozos-. No importa cuanto llueva, el sol siempre vuelve a brillar- hace una pausa y al cabo de unos segundos, prosigue-. Tú eres mi sol. Si no brillas, mis días serán grises-. Me da un beso en la frente y pone el auto en marcha.

Miro mis dedos ruborizada, muerdo mi labio inferior para que un sollozo no se escape, pero luego de tanto luchar, al final, lo que termina escapando, es una lágrima detrás de otra.

Al cabo de unos segundos Sebastián se da cuenta y se pone tenso. No le gusta verme llorar, sin embargo maneja en silencio.

Llegamos a su casa, aparca el carro y se queda mirándome, me da un abrazo y me subo a su regazo para sentirme segura. Empiezo a sollozar muy bajito y siento como traga duro, para el momento en que me calmo, lo miro y tiene los ojos cristalizados por las lágrimas que se niegan a caer por su mejilla. Me siento tan mal por ponerlo en esta situación, no quiero que se sienta así.

Me bajo de su regazo y me seco las lágrimas, suspiro y le regalo mi mejor sonrisa. El sonríe melancólico y luego se recompone y me sonríe como un dios.

-Así me gusta, una sonrisa brillante para una chica brillante.

Me río de su ocurrencia y me alejo de su regazo.

-Vamos, mañana será otro día- digo bajando del carro para entrar en la casa.

***

Me despierto en medio de la noche por un mal sueño, Sebastián no está en la cama. Es extraño que no me haya dado cuenta, siempre me despierto cuando siento que se levanta. Volteo a ver si está en el baño pero éste tiene la luz apagada. Me levanto para ver si está en la cocina pero no lo consigo, me doy cuenta que la ventana del balcón está abierta y me asomo. Allí está él, con las manos en los bolsillos, vestido como si hubiera salido y viendo las estrella con la mirada perdida en ellas. Se le ve preocupado, melancólico, pensativo, muchas expresiones de tristeza pasan por su rostro. Me acerco lentamente y lo abrazo por detrás, él se sorprende pero no se mueve, simplemente me mira y vuelva a ver las estrellas.

No soy suficienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora