Golpe de Miedo

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Hubo un tiempo en nuestra historia, en mi historia, en el que decir lo que pensábamos estaba mal. Disentir y estar en desacuerdo, pensar diferente y ver las cosas de otro modo era castigado.

Mis recuerdos de infancia son atormentados por sensaciones de terror, desesperación y agonía.

Recuerdo patente una mañana levantarme de mi cama -como cualquier otra mañana- dirigirme a la cocina y ver a mi madre apoyada contra la mesa con una mano tapando su boca y otra en el hombro de mi padre. En el televisor sonaba la voz autoritaria de un hombre, al principio no entendí las palabras que salían de su boca pues yo era muy joven pero ahora, después de todo lo que pasó logro entenderlas, él decía "A partir de este momento el país se encuentra bajo el poder de la fuerza armada" claro que no recuerdo las palabras exactas pero sí lo que eso significó.
Los primeros días que le siguieron a esa mañana fueron dentro de todo normales, algunas cosas habían cambiado, se habían incrementado algunas reglas, pero la gente decía que ese cambio era necesario, que estaba bien que alguien intentara poner el orden en este país de una vez por todas, asique a mí como joven e ignorante que era me tocaba creerles y estar de acuerdo pues era los mayores los que sabían.
Claro que esa tranquilidad de que el cambio había llegado duro poco. A las pocas semanas de aquella mañana se dio a conocer una noticia que acabaría con la confianza de las personas. En el diario de la mañana en primera plana se leía en letras muy grandes como habían sido encontrados diez cuerpos muertos a la orilla del río de la plata, aparecía el testimonio de los vecinos del barrio en el que habían sido encontrados los cuerpos y también una fotos bastante claras.
Si bien esta primera noticia provocó un fuerte shock en los habitantes del país pronto noticias como esta se volvieron algo muy común. En los diarios de todas las mañanas aparecían noticias de nuevos cuerpos encontrados sin vida y las causas de muertes eran de lo más variadas, las más repetidas eran por asfixia, desangrados por diversos cortes en el cuerpo o en el caso de las mujeres por violencia -tanto física como sexual- leer eso era como si una bofetada golpeara tu rostro, si bien yo era joven también era mujer y me daba una terrible pena y compasión por esas mujeres que habían tenido ese horrible final, esa violación a su dignidad, cuerpo y espíritu.
Yo veía todo esto como si estuviera detrás de un cristal, desde afuera, pero luego ocurrió algo que me hizo vivir todo eso como una realidad de mi vida
Una mañana mamá y papá decidieron acompañarme a mí -su única hija- hasta el colegio. Ibamos intentando mantener una charla normal sobre el clima y lo que podiamos almorzar, cuando dos oficiales -enfundados en sus trajes con sus armas en mano y otras cuantas pistolas abrochadas en el cinturón- se pararon frente a nosotros y uno con una voz fuerte y grave dijo "documentos" yo llevaba mi brazo alrededor del de mi mamá y pude notar su sobresalto al escuchar esa única palabra que emitió el oficial. Papá sin reprochar sacó de su bolsillo trasero su documento y el mío y miró a mamá con un gesto de súplica en su rostro y mamá casi en un susurro dijo "Lo he olvidado" ambos oficiales, el que miraba nuestros documentos y el otro que estaba unos centímetros más atras que el primero la miraron con sus caras serias y duras. El que estaba a unos centímetros más atras se acercó con paso decidido a mamá y la tomó del brazo "Acompáñenos" ordenó, "No" susurró papá poniendose entre mamá y yo provocando que soltara su brazo, el oficial que le había devueltos los documentos le apuntó la cabeza con el arma "¡Atras! No interfiera en nuestro trabajo o disparo" papá hizo unos pasos atras y me abrazó por los hombros mientras los oficiales se llevaban a mamá que no se molestó en forcejear.
Mientra veíamos como se alejaban miré a papá y luego a mamá y luego a papá de nuevo "¿Por qué se la llevan? ¿Por qué no los detenes? Sentía desesperación, porque mi padre no hacía nada y porque yo no podía hacer nada. Por días estuve enojada con él. Cuando le preguntaba por mi mamá -que era en el único momento en que lo hablaba- el me respondía que iba a volver en unos días, que solo la tenía retenida hasta confirmar su identidad. En ese momento solo me quedaba confiar en él, mamá no estaba y ya casi no veía a mis amigas, solo en la escuela, asique me convencía de que mamá volvería en unos días. Pero los días se convirtieron en semana y las semanas en años y mamá nunca regresó.
A pocos semanas de esa situación tan confusa ocurrió otro hecho aún más confuso e incierto. Estabamos en plena clase de matemáticas cuando de repente cuatro oficiales irrumpieron en el salón y sin decir una palabra agarraron el brazo de la maestra la obligaron a pararse y se la llevaron. Ella no pudo ocultar su cara de pánico pero al igual que mamá se dejó llevar sin resistirse.
Después de esos sucesos tan traumaticos para mí yo ya no quería salir de casa y lloraba porque estrañaba a mi mamá, poco a poco me iba haciendo la idea de que ella no iba a volver pero cuando le exigía a papá que me dijera en donde estaba y porqué no volvía él solo respondía que ya iba a volver y yo me convencía de que tenía que creerle.
Los días y semanas se pasaban cada vez más lento y yo no quería levantarme de la cama. Muerte era lo único que se escucha en todos lados y de lo único que se hablaba. No entendía lo que pasaba no entendía por qué en la tele, en la radio o en los diarios solo había muerte y sangre. No entendía por qué las personas de decían nada respecto a lo que pasaba.
Ahora lo entiendo, entiendo porqué papá no hizo nada para detenerlos y porqué mamá por más de que pasaran los días no iba a volver. Entiendo por qué se llevaron a mi maestra. Entiendo por qué mataron a todas esas personas.
Fueron años oscuros en la vida de todas esas personas que los vivieron. En la vida de esas personas que perdieron hijos, madres, padres, hermanos, tíos, amigos, maestros, profesores, abuelos, novios, esposos, primos, conocidos. Y los que perdieron la vida por sus ideales, sus valores, por intentar hacer lo correcto, por su valentía.
Fueron años oscuros para los que pensaban direfente, los que iban contra la corriente.
Esos años se acabaron. Y me queda pensar que ahora somos libres de ser diferentes, libres de disentir, libres de expresar nuestra opinión, libres de elegir.

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