—¡Pero Jongin! No le has visto la cara ni una sola vez y dices que te atrae, puede que sea un viejo pervertido o un primo tuyo o tu padre ¡Nunca sabes!
—No seas idiota Sehun. He hablado un par de veces con él. Bueno, no algo coherente, pero sé su nombre o al menos entendí uno. Es Kris y tiene acento como tu novio.
—¡Peor aún! ¡Es un turista pervertido! — Replicó Sehun. No hacía más de un mes que le había conseguido un nuevo trabajo en una sexshop a su amigo, lugar que su novio Luhan conocía y frecuentaba (aunque no preguntó detalles del por qué). El menor tenía la idea de que su amigo sólo trabajaría en el mostrador y sería muchísimo mejor que el antiguo trabajo en una tienda de electrónicos con viejitos amargados porque su tostador no servía (no lo habían encendido en primer lugar).
El problema era un pequeño trabajo adicional al de atender a la clientela desde el mostrador. El encargado de la tienda (si Sehun recordaba bien) se llamaba Jongdae y ofrecía una considerable comisión a sus empleados si daban un pequeño 'trabajito' los clientes. Lo peor de todo, fue que Jongin aceptó sin cuestionar de más -ya que necesitaba dinero, aparte era totalmente anónimo- y comenzó a atender a hombres que se acercaban a la tienda por una pequeña distracción.
Y eso era la punta de lo que preocupaba a Sehun semanas atrás. Después se enteró que la política de aquel servicio era que tanto el cliente como el empleado no podían cambiar palabra alguna ni verse antes o después del trabajo, ocasionando que su amigo sintiera -mucha- curiosidad por cierto cliente que frecuentaba el sitio. En palabras del moreno, aquél hombre debía ser muy alto y tenía una voz bastante sexy (que notaba cada que llegaba su clímax y dejaba salir algunos gruñidos, además se saltaron completamente la primera regla cuando le dio su nombre dos días atrás). Eran todas sus referencias de él, pero eso no le detenía a tener la esperanza de algún día ver su cara -y comprobar que no era un hombre horrible como su mejor amigo aseguraba-.
El 'servicio' se realizaba en un pequeño espacio detrás de la tienda. No era lo más cómodo del mundo: apenas una silla para poner ropa y un orificio del lado derecho donde el cliente ponía su miembro y el show comenzaba. Las paredes que los separaban eran de un resistente plástico desmontable, a veces le entraba la loquera a Jongdae y lo movía cerca de la entrada. El orificio era cubierto con algo de cinta y tenía el diámetro correcto para que cualquiera cupiese (a menos de que fuese un pulpo, pero eso es otra historia).
—Eres un idiota. — Concluyó Sehun después de no poder convencer al moreno que olvidara su obsesión. — No tienes posibilidades de conocerlo y mucho menos de tener algo con él. Tal vez sea casado o un asesino o Jongdae.
Jongin no pudo más que soltar un grito de terror ante la última idea.
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Las cosas no parecían mejorar para Sehun. El moreno solía llegar a su habitación compartida y platicarle explícitamente todo lo que hacía con su hombre misterioso. Las imágenes mentales horrorosas -no del todo- de las cosas que lograban hacer en 20 minutos sorprendían al menor y de cierta forma, le hacía sentir que su vida sexual con Luhan estaba en decadencia.
Tenía que tomar medidas o su poca cordura y paciencia desaparecerían.
O podía esperar y dejar que todo se arreglara por si solo (jamás).
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Las semanas pasaban y Jongin seguía soñando en cómo sería la cara de su crush-no-crush-porque-no-lo-conocía. Quería verlo, preguntarle sobre él y tal vez ver si las cosas funcionarían (incluso si la relación empezara de la forma más bizarra posible (en el punto de vista de Sehun, claro)), pero sabía que Jongdae escuchaba detrás de las paredes y sabría si había otra interacción entre ellos (su oído se agudizó después de conocer a Luhan y ser los reyes de los chismes). Además, aquel cliente parecía solo ir por un poco de atención, ya que con cada persona que asistía al local, hacía que el moreno tuviera la esperanza de que fuera él, de reconocer un poco su voz, pero no sucedía así. Además, las reservaciones se hacían por teléfono y Jongdae era el encargado en programarlas y todos los datos del cliente estaban guardados en una pequeña libreta con la horrible caligrafía de este, imposible de descifrar.