Desnudando El Alma.

Capitulo 1.

Primer capítulo. 

Sensación.

Había pasado la noche en vela tratando de aclarar mis pensamientos, mis ilusiones e inclusive hasta la manera en que debía terminar todo. La vida me había tratado bien, no podría quejarme pero me sentía inconforme, quería poder disfrutar un poco más mi tiempo como adolescente, tratar de que estos 17 años no fueran en vano. Me apresure a vestirme, el uniforme no era muy elegante, la falda me hacía ver un poco venos esbelta pero eso ya no importaba.

Paso tras paso, me repetía a mí misma al estar frente al instituto. Mi último año, un profundo suspiro me hizo cerrar los ojos y me encamine hacia la entrada de aquella instalación. Mi casillero no estaba muy alejado del salón donde me tocaba la primera clase. Acomode mis libros y algunas cosas que guardaba en la mochila.

-Hola – una voz tímida tras la puerta de mi casillero se escuchó.

-¿Niall? – cerré mi casillero recargándome en el para verlo bien, vaya que me hizo sonreír al ver sus destellantes ojos azulados – ¿cómo estas?

-Algo cansado, la tarea de filosofía me dejo así – una mueca se dibujó en su rostro – ¿y tú?

-Supongo que bien, lo normal, ya sabes – sonreí haciendo caso omiso de que el timbre había sonado, mi primera clase estaba a punto de iniciar, me despedí de Niall. Al entrar veía rostros conocidos de todos los años ya que la ciudad es muy pequeña, me senté hasta el final como siempre no había nadie a mi lado así que puse mi mochila en la silla, nunca me había gustado poner mi mochila en el suelo, creo que no me gustaba lavarla muy seguido. Miraba la puerta en repetidas ocasiones apoyando mi cabeza sobre mis manos con los codos en la mesa, la profesora hablaba sobre la trascendencia del hombre, no se cansaba de repetir el mismo tema desde la semana pasada.

Termino la clase y yo salí al último colgando mi mochila en mi hombro, fantástico ahora seguía filosofía, fruncí el ceño mientras caminaba, los pasillos estaban llenos de alumnos que cambiaban de salón yendo a sus respectivas clases. No soportaba el estar tanto tiempo en clase, apreté mi mochila y salí del instituto, no sabía muy bien a donde quería ir, tenía que pasar desapercibida pero el traer el uniforme no me ayudaba mucho. Necesitaba un delicioso frappe, así que ya sabía a dónde debía ir, entre al café mirándolo un poco vacío, me senté en la barra.

-¿Qué le ofrezco?

-un frappe de nutella, por favor… - alcé la mirada para continuar, me tope con unos hermosos ojos verdes, me recordó el color de las hojas en primavera, como su tono se hace más intenso conforme la primavera llegaba – y podrías añadirle un bastón de chocolate?

-Por supuesto – sonrió yendo a la parte trasera.

Llegue a mi casa malhumorada, sus ojos se habían clavado como dagas en mi mente, dagas profundamente incrustadas. Subí a mi habitación percatándome que no había nadie aun, lo mejor de todo es que podría inventar algo si alguien llegara a entrar por esa puerta, un “Salí temprano” me ayudaría de mucho. Acaricie mi oso de peluche mientras lo abrazaba, cerré los ojos y ahí estaban esos ojos verdes de nuevo en mi mente – maldición… -murmure rascándome la cabeza en forma de desesperación, debía olvidar esos ojos, pero ¿Por qué se había quedado en mi mente? No era como si me hubiera enamorado a primera vista, yo no era así, no pensaba en ningún chico de ninguna manera que no fuera en amistad, y esta vez estaba fallando algo en mí. Escuche la puerta abrirse, gire la cabeza en dirección a esta y vi un cabello color avellana asomarse, seguido de unos ojos acaramelados…

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