La vieja carta

3 0 0
                                    


"Querido Luc, Lucky, mi pequeño.

Cuando leas esta carta debes estar ya en tu casa, o eso quiero pensar. Esto me dolerá más a mí que a ti, pero ya he tomado una decisión, no quiero que esto cause más dolor de lo que causará ya. Sí en el aeropuerto, mañana por la mañana, no soy el mismo de siempre, por favor, mátame cuando me vuelvas a ver. En la vida alguien había despertado un sentimiento así en mí, pero es tanta tu dulzura que sería imposible no enamorarse de ti, sin embargo, no puedo estar contigo. No puedes estar con alguien como yo. No te merezco. Tú eres tanto, yo tan poco. Eres tan brillante y hermoso, y yo, sólo soy opaco y oxidado. Es tanto mi deseo de poder amarte de una manera especial, poder hacerte feliz, pero realmente no soy lo que te dije ser, soy peor... No me busques, por favor. No quiero darte todo, no quiero estar contigo, no quiero hacerte sufrir, quiero verte feliz. En menos de un mes, te volviste todo para mí, pero simplemente no puedo estar junto a ti... Tal vez algún día podré encontrarte de nuevo, y así, sí cambio, y sigo completamente sano, podré estar junto a ti, de otra manera, me será imposible. Hay tantas cosas que no sabes... Pero no quiero que las sepas.

Lo único que debes saber, y jamás olvidar, es que a ti, Luciano. Te adoro con todo mi corazón.

Te deseo lo mejor, porque eso es lo que mereces, y espero encuentres a alguien que pueda estar contigo y dártelo todo.

Te ama, aunque suene muy estúpido su parte, el chico seductor que se enamoró de ti en un crucero. Lucas."

... Aquella carta comenzó a tomar un color amarillento de tanto tiempo qué ha sido guardada, sin embargo, el perfume impregnado en ella no se ha ido. Hay partes qué comienzan a verse borrosas. Las lágrimas poco a poco han comenzado a correr la tinta y la hoja se ha comenzado a desgastar por cada vez qué se ha doblado, desdoblado y guardado, se ha manchado por tantas veces que ha sido sostenida.

Hace dos años recibí... Bueno. Me fue dejada esa carta en la bolsa interior de mi saco. La persona qué la dejó, fue Lucas, antes de terminar el crucero, quizás cuando me daba la última ducha en ese lugar.

He cortado mi cabello, el largo cabello se fue un mes después de que terminara el crucero hace dos años. Realmente, no me recordaba con el cabello corto. Fue un gran cambio, no luzco cómo el chico de aquel entonces.

Comencé a trabajar en una empresa de comida enlatada cómo supervisor de producción a los 19 años. Me iba muy bien. Mis compañeros eran excelentes. Me gané el cariño, y con mi propio esfuerzo y dedicación llegué hasta donde estoy.

Poco después de terminar el crucero contacté a Christian, el chico del avión. No para olvidar a Lucas, sino para seguir en contacto con él, ya que, lo que pasó en el avión fue algo un tanto lindo y extraño a la vez, cosa que no suele pasar a menudo.

Christian tiene ahora 22 años. Trabaja en una embajada de México en Estados Unidos. De vez en cuando viene de vacaciones y salimos a caminar, pasear, comer, o simplemente, platicar cada que se presenta la oportunidad. Es un chico demasiado dulce y muy detallista y atento conmigo. Es un sueño. Cada que salimos es demasiado cariñoso, y no he sabido nada de él sobre relaciones amorosas en su vida desde que lo conozco.

Mi cumpleaños número 20 se aproxima, y para celebrar, Christy, mi mejor amiga, y Ángela, una amiga del trabajo, quieren llevarme a un bar nocturno en el D.F; pero aún no deciden a cual. Es increíble que no se conozcan completamente y se lleven tan bien. Me alegra mucho el haberlas presentado.

— ¡No tengo la menor idea de a dónde ir! —gritó Christy.

— Cálmate, mejor vayamos por putas. —dije en tono de broma. Aquel chico sarcástico no se ha ido del todo

— ¿De las qué gritan mucho y cobran poco? —dijo Ángela

— Son unos cerdos. —replicó Christy

— Vamos, sé qué quieres. —le dije levantando las cejas

Christy ha estado conmigo desde lo sucedido en el crucero. Me ha apoyado y poco a poco me ayudó a qué no me doliera tanto. Pasó noches conmigo al otro lado de la línea telefónica escuchándome llorar y siempre dándome palabras de aliento para recuperarme.

En ese entonces me aislé dos semanas. Hasta qué abrí la carta pude salir un poco a caminar, a relajarme, a distraerme... Pero todo lo que hacía me recordaba a Lucas.

Lo único que quería era tenerlo a mi lado, pero él decidió irse, él fue el único qué decidió irse. Sin embargo se olvidó de todo lo que me había prometido. De todo lo que me había dicho.

A diario repetía escenas del crucero, de los días en Los Ángeles. Las veces qué desayunábamos, qué comíamos, todo, cada detalle.

Por las tardes aún como el coctel de frutas qué pedía cada mañana en el crucero y siempre imagino cómo sí él estuviera frente a mí regañándome por la forma en la qué jugaba con el tenedor.

Por las noches imaginaba qué él estaba ahí abrazándome. Dormía abrazando una almohada para ayudarme a imaginarlo a mi lado.

Me prometí a mi mismo qué lo buscaría, qué no regresaría sin él. Pero no he hecho nada para hacerlo... No por no querer, sino porque me aterra el hecho de que regrese con el corazón hecho polvo.

Al irse él perdí una parte de mí, le di todo y tal vez no recibí tanto a cambio, porque sí me hubiese amado, no se hubiera ido de esa manera... Pero es mi culpa. Me aferré tanto en sólo un mes.

Pude haber tenido más novios para intentar superarlo pero simplemente, no lo hice porqué le amaba... Rechacé a tantos por él y sobre todo, perdí muchas oportunidades, pero sólo quería estar con él...
Qué idiota soy.

Todos dijeron qué estaría mejor sí lo superaba, pero ellos no lo conocen cómo yo lo hago, o eso es lo que pienso... A veces quiero pensar qué es solo un mal sueño y qué al despertar estaré entre sus brazos cómo en aquellos días... Pero para mi suerte, no es el caso.

Cada día caminaba solo por la ciudad, me imaginaba cómo sería sí él estuviese ahí a mi lado a diario, el caminar a la escuela, pasear, dormir entre sus brazos. Imaginaba las mañanas, tardes, y noches con él junto a mí.

Por las noches, siempre las mismas preguntas: ¿Qué estará haciendo? ¿Se acordará de mí? ¿Me extrañará? Cada noche lo mismo, una noche acompañada de preguntas y lagrimas qué brotaban por mis ojos hasta quedarme dormido...

Ahora, simplemente no puedo creer qué han pasado dos años ya, ni mucho menos los cambios qué he tenido ya. También me pregunto sí él estará igual, sí él ha crecido, sí se ha vuelto más musculoso... En todos los cambios posibles...

Dos navidades han pasado ya desde entonces, y ciertamente, no planeo pasar una más sin él. Este... Este será mi año, este año iré por él...

Me prometí a mi mismo de nuevo, pero ahora, sí estaba completamente dispuesto a hacerlo.

No pienso el volver sin él. 

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Mar 24, 2016 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Viejas PromesasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora