Acto uno

509 24 22
                                    



«Haikyuu! No me pertenece, solo juego un poco con los personajes de Furudate-sensei».

«Esta historia contiene una pareja "crack" si este tipo de parejas no te gustan por favor abstenerte de seguir leyendo».

«En sí la historia es contada a través de una obra de baile teatral. Tal vez no lo entiendas al principio y menos en el transcurso de los capítulos. Pero espero que cuando termine esta historia llegues a comprenderla de principio a fin».



Capítulo Uno

Acto Uno



Una mujer en la parte inferior derecha, el hombre en la izquierda. Ella comienza a moverse con el violín y contrabajo, sus brazos se mueven de un lado a otro, sus pies se aferran al suelo, se arroja al suelo y rueda en movimientos serpenteantes, su rostro se muestra sereno, en paz, la sonrisa vuela cual ave en todos sus sutiles y encantadores movimientos. Queda hincada, sus caderas se mueven, sus brazos se sacuden nervios, precisos. Sigue haciendo lo mismo. Dando vueltos en el suelo, levantándose solo para contornearse, saltando de un lado a otro, giros, más giros por el mundo, ahora su rostro parece decidido a enfrentarse la invencible adversidad, buscar desesperada y cariñosa algo más. En un momento cae al suelo.

Ahora es el turno del hombre, sus pasos son distintos, firme, fuertes. Arden en imponer fuerza sobre los que una vez la mujer dejo, su rostro parece duro, sincero, crudo. Como si la percibiera, acaparando su presencia en cada punto que ella alguna vez toco. Y aun así demuestra que no la acapara. Nadie podrá.

Entre sus giros y saltos cae al suelo, la mujer ahora esta hincada, abrazándose a sí misma, deseando calor, su rostro ruega, mientras estira sus manos al público y sus labios se abren en gritos silenciosos. Él se arrastra por el suelo hasta llegar a su lado, abrazándola por detrás de manera suave, delicada: la manera que ella necesita. Se deja envolver sobre él. Cierra sus ojos, cree que ahora todo está bien.

La canción acaba, ellos se apartan, se miran confundidos, analizándose. Rodeando a su contrario, esperando lo peor...

Aun dudan del otro, no saben si esto está bien. Ella le reclama, golpeando sus mejillas, el sus pechos cual gorila, salta adelante y ella da pasos atrás con la punta de sus dedos. Lo analiza haciéndose caparazón con sus manos, él se calma y estira sus manos diciéndole que puede acercarse, su rostro mismo suplica por ella, sus labios la nombran. Mira la fragilidad, se acerca con calma, un pie delante y luego el otro, gira y es atrapada en los brazos ajenos. Los dedos de él apenas se atreven a rozar el rostro fino que le entrega la calma.

El violonchelo hace su entra en esta ocasión, los dos comienzan a girar del lado contrario del otro, saltando, moviendo sus brazos, sus piernas a la forma del otro. Chocan las primeras veces, cayendo al suelo y ellos volviendo a intentarlo. No piensan en rendirse, sus rostros parecen determinados. Los pobres seres han caído en los peores sentimientos. El violonchelo es su compañero en ese desafío. Sus gestos muestran deseo, poder, cariño. Se acerca, pero sin tocarse en algún momento.

Comienzan a girar juntos, ahora son uno. Firmes, ella sonríe con emoción, él tiene un gesto sereno. Saltan, emitan sus movimientos; brazos adelante, de puntillas, abren sus piernas, su columna se retuerce con la indudable emoción. Saltan sin control, más giros, más descontrol. Más y más cosas sin sentido, ella está perdida en esa emoción, su rostro lo muestra una dulzura asfixiante, emocionada. Sostiene su cabeza y rueda por el suelo. Él salta, ruedo, vuelve a levantarse, sus brazos al cielo y su boca abriéndose en unos gritos agobiados.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Dec 14, 2016 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Danza de emocionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora