IV

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<Bueno, ¿y Leo? El novio de Lissa, el tipo perfecto en el lugar imperfecto, ¿que paso con él?>

Paso por paso!

24 de Octubre, Casa de Lissa.

No pregunten como llegue ahí, porque les diría que fue culpa del viento, si conocieran mi contextura física (delgada) entenderían el chiste que acabo de decir.

Llegué a la casa de Lissa, peinado y embriagado de gomas masticables, en mi teoría, no me hacen ver tan nervioso. Mi diagnóstico emocional era bastante satisfactorio, mi autoestima en base a mis habilidades de seductor eran altas así que no siendo fácil, seria, por lo menos, posible.

Un lapso de tiempo produjo temores, una duda inicio la batalla entre el "me atrevo o no", pero al ver que llovía todo se hizo más llevadero.

-¿Quiera bailar?
- ¿Q-que? No sabes bailar, además está lloviendo.
-¿Acaso no ves cine? Esto se hace en las películas románticas.
- ¿Se sobreentiende que mojarse con la persona que quieres es romántico?
-No. Bailar mientras llueve, si.

La tomé de la mano, salimos a la calle y como en las películas, bailamos al son de una sirena que se oía al fondo, una caseta cerrándose, un carro frenando en seco, una barbarie hecha lluvia, una mujer mojando su lindo cabello, un tonto mirando a la chica, una señora observando por la ventana tratando de informarse.

-¿Porque eres así?
-Lo siento, pero ese interrogante no cabe en este momento, además el que me hizo fue Dios, yo no tengo culpa.
-Pues entonces dime ¿donde busco a Dios? Porque tendría mil cosas que agradecerle, entre esas, tu.

Les juro que todo se calló, la sirena del fondo se apagó, el carro por fin andó, la caseta se abrió lentamente y la barbarie se hizo carne, la barbarie era yo.  Mis manos estaban congeladas, ¿que debería hacer? ¿Besarla? ¿Hacer que nada paso? O simplemente lo que haría un verdadero idiota, escapar del sonrojo, hacer una broma pesada y que se vaya airada.
Pero dicen que son hermosos los reconcilios y está no fue la excepción.
-Hey! Espera! Lissa... Te quiero, más que a las salchipapas y a la coca-cola, más que a un helado en medio de un sol a medio día, más que una Pearl máster con doble bombo. Más que a mi orgullo de ser un segundo plato o la opción alternativa. Y...
-Cállate!

Sí, me besó esa niña atrevida. Me dio pena ajena y también la besé.

En realidad moría de ganas por amarrar su cabello al mio y hacer que nunca se fuera, pero lastimosamente, la señora de la ventana aplaudió y ahuyentó el romanticismo y dio paso a la comedia.

<¿Y el chico?>

El chico, eh, pues se podría decir que estaba siendo afectado por un engaño, el chico no se pronunció en el momento.

La mejor manera de equivocarse es pensar que la esencia de la felicidad se encuentra en una persona. Y la peor forma de creer saber dónde está es diciéndolo sin buscarla.

<Eso no responde a mi pregunta>
Yo tampoco sé la respuesta.

Una mesa para tresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora