Capitulo 1: Adios... y ¡Hola nuevo mundo!

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En cada familia existe un bicho raro, la oveja negra, el inadaptado. En mi familia, esa soy yo. En vez de parecer una muñeca, aparentó ser un peluche. En vez de comportarme con un demonio que da miedo, soy muy agradable. En vez de tener habilidades que hagan que mis presas se mueran de miedo y rueguen por sus vidas, les traigo alegría, o simplemente son demasiado bonitas. Quizás en otra raza como los humanos, yo quedaría muy bien. Ellos son solidarios y no todos tienen que ser horribles monstruos que maten por diversión, o simplemente jueguen con su comida.

En fin, yo era distinta al resto, era como una niña humana que solo quería reír y jugar. Así que como estaba tan segura de que en el mundo humano encajaría, decidí tomar mis cosas e irme. No era necesario que le avisara a nadie, al menos sabia que a mi familia le daba igual. Yo era la vergüenza de la familia. Madre y Padre siempre hablaban a mis espaldas de como quisieran que fuera yo, o que simplemente me fuera de casa entre otras cosas, para mi, era un "¿Por que no te vas?". Daba igual, ya no me importaba, el dolor del rechazo de mi familia, era tan seguido que ya no lo sentía.

Ya estaba oscuro, había salido de mi casa, y caminaba lentamente por la ciudad. La perla con destellos violetas en el cielo indicaba que era de noche. Había sabido por rumores que los humanos le llamaban Luna aquella esfera en el cielo, y tenia un color distinto dependiendo de la noche. Todo lo que sabia de aquellos seres me fascinaba, por lo cual, la emoción recorría mi pequeño cuerpo de apariencia de un peluche. Teníamos apariencia de cosas humanas, cosas que ellos adoraban, por naturaleza, así los atraímos y en el momento que menos esperaban, no los comíamos. Eran nuestra presa favorita, pero con el tiempo nuestra raza empezó a tomar distintos caminos (en lo que comida se refiere), yo,había elegido el camino de los dulces.

Claro, eso no significaba que no comiera de otras cosas, solo que el sabor, no era tan agradable como la comida principal que elegías.

-Chocolates, pastelitos, galletitas y caramelitos~-Cantaba casi murmurando mientras paseaba por ultima vez por mi ciudad.

Solía estar todo el tiempo con un dulce en la boca. Esta vez no traía nada, de hecho, cuando pensé tomar cosas para mi viaje me dije a mi misma: "¿Por que? Si no necesitaras nada de esto, solo comida." Decidiendo así, no traer ni siquiera un pequeño bolso conmigo.

Ya era la hora, tenia que irme. Elegí uno de los típicos callejones sin salida que estaban oscuros. Me adentre a este, hasta encontrarme con la pared y levante un poquito uno de mis brazos abriendo un portal un poco mas grande que yo. Mire hacia atrás un momento con algo de nostalgia, para luego bajar la mirada y volver a mirar el portal-Adiós...- Murmuré con tristeza, para luego adentrarme al portal.

La sensación que sentía al pasar este, era extraña. Era la primera vez que salia de mi dimensión y a decir verdad no tenia como explicarla. Por aquellas sensaciones sin darme cuenta, había cerrado los ojos. Los abrí un poco y ver el lugar me impresiono un poco. Era parecido a casa, vi hacia arriba y había una perla igual que la de casa, era blanca, resplandeciente y parecía tener destellos azules o el manto que la rodeaba era azul. Era difícil de explicar para mi.

Salte de alegría y sonreía levantando mis brazitos. Luego de un rato, ya calmada mire mi alrededor con atención, había una banca dos o tres veces mas grandes que como para mi estatura, de color blanca. Mire bajo mis pies, el suelo era gris, igual que en casa. Debía ser simplemente cemento, claro, si es que se llamaba así. Mire a los lados y había arboles muy grandes. En conclusión estaba en un parque o en una plaza, de seres mas grandes que yo.

No estaba segura de si los seres que vivían aquí, eran humanos u otros. Así que comencé a caminar e investigar el lugar con curiosidad, mientras daba uno que otro pequeño bostezo.

-Parece que aquí, también están durmiendo- Murmuré, a la vez que bajo un árbol, veía un bulto negro. Me acerque lentamente a este y le di unos pequeños golpecitos con mi mano. Un ser extraño, que aparentaba estar muy sucio, con ropas algo desgastadas se asomo, quitándose una especie de manta que tenia encima y mirándome con entrecerrados- Disculpe, ¿es usted un humano?-Pregunte, ya que como nunca había salido de mi ciudad, no tenia ni idea de que como eran aquellos seres que tanto comentaban.

-Uhm?...estas bromeando verdad?, ¡obviamente lo soy!...y..tu..tu eres una...niña con un raro disfraz..vamos..quitate aquel disfraz...-decía aquel ser con voz algo ronca y de manera extraña.

-Yo no soy una niña, ni tengo un disfraz..em..señor?..es usted de genero masculino verdad..?-Le respondía sin entender muy bien las cosas que decía.

-¿Te burlas de mi?¿ verdad?, chiquilla insolente!-Decía aquel ser que al parecer estaba enojado, a la vez que se acercaba a mi con sus manos y empezaba a tirar de mi cabeza, mientras yo con mis manos intentaba hacer que me soltara-Vamos!, sacate este disfraz!- Decía a la vez que le respondía -Suelteme, por favor señor, que no llevo nada encima!-

De la nada el señor me soltó, y me quedo mirando con miedo, mientras le miraba con extrañeza-¿Le pasa algo señor?- Preguntaba con amabilidad, a pesar de lo que me había hecho mientras me sobaba mi cabecita suavemente con mis manos.

-U..un..monstruo!-Grito de la nada para luego salir corriendo-Un...¿monstruo?..¿Donde?- Mire a mis alrededores y luego mire en la dirección de donde se había ido aquel señor tambaleando.

-No creo que se refiera a mi..- Me senté tranquilamente en los pies del árbol donde había estado aquel humano y me tape con su manta maloliente, que había dejado para luego quedarme mirando aquella esfera en el cielo-Espero que vuelva pronto..-Dije, antes de quedarme dormida, esperando que el mañana fuera un mejor día.

Conociendo El Mundo ExteriorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora