Aaron sujeta fuertemente mi mano por debajo de la mesa y la aprieta para que diga algo. Pero, ¿qué puedo decir? Acabo de olvidar completamente cómo hablar.
- Eliz, enserio eres tú. - dice el joven con emoción y, sin que pueda prepararme para ello, se inclina sobre mí y me abraza. - Esto parece un sueño, no puedo creer que estes frente a mí.
- En realidad, está entre tus brazos, Keith. - bromea mi hermano.
Sí, exacto, es ESE Keith. El mismo Keith que conocí en la adolescencia y del que me enamoré perdidamente. Es el mismo Keith con quien estuve en una larga y bonita relacion, pero, lamentablemente, es también el Keith que se mudó a Francia y me dejó con el corazón roto en Louisiana.
- Aaron, qué alegría verte. - ambos estrechan manos como los buenos amigos que eran antes de que Keith se fuera de viaje. - Qué alegría verlos a ambos. - añade, lanzandome una mirada cargada de un sentimiento que no logro descifrar por completo.
- ¿Cuándo volviste? - logro balbucear la pregunta y Keith lo interpreta como una invitación a sentarse con nosotros.
- Hace un par de días. - responde Keith. - Llegamos a Los Angeles porque mi padre tiene un caso aquí.
- ¿Eso quiere decir que se han mudado a Estados Unidos, de nuevo? - interviene mi hermano con un tono de preocupación.
- Así parece. - Keith me sonríe de oreja a oreja y yo siento como mi corazón se detiene. - Pero no volveremos a Lousiana, lamentablemente. Mi madre está buscando casa aquí y una escuela para Cony.
- Es una lástima. - dice Aaron con fingido dolor. - Nos hubiera gustado compartir más contigo.
- Oh, no se preocupen, mi padre sigue siendo socio del suyo, ¿recuerdan?
Un año antes de que la familia de Keith se fuese a Francia, su padre y el mío se hicieron socios. De hecho, la idea del viaje a Francia la apoyó papá porque, según él, expandiría la empresa. Recuerdo que me enoje con él por ello y que Keith intentó convencerlo de que podría quedarse en Lousiana y ayudarlo a dirigir la empresa. Pero fue inútil y una semana después, ya estaban en Francia.
- Cierto. - murmuro.
- Ahora que volvimos a Estados Unidos, nos veremos más seguido. - Keith se inclina ligeramente hacia mi rostro y se me erizan los vellos del brazo por su cercanía. - O eso es lo que espero.
- Cla.. Claro. - balbuceo y me odio por ser tan obvia. Trago algo de saliva y tomo una bocanada de aire antes de continuar hablando. Keith no puede llegar y revolucionar todo en mí. - Lástima que esta no es una de esas ocasiones porque tenemos que irnos.
- Sí, cierto. - me apoya Aaron y ambos nos levantamos de la mesa. - Tenemos una reunión a la que asistir.
- Fue un gusto, Ketih. - me apresuro a decir mientras tomo mi bolso y corro la silla.
- Es increíble como, a pesar del paso de los años, sigues siendo muy mala mentirosa, Eliz. - eso hace que se me congele todo el cuerpo. - ¿Por qué no me dices que vas a la fiesta de tu novio?
- ¿Co... Cómo sabes eso? - Keith me muestra una sonrisa autosuficiente, la misma sonrisa que odiaba y quería borrarla de su rostro.
- Jacob Whitesides está por todas las noticias. - explica muy cómodo desde su asiento. - Y su atractiva novia, dado que es su acompañante oficial, aparece en cada una de las entrevistas, eventos públicos y fiestas.
- ¿Investigaste a Jacob? - le interroga Aaron.
- Solo lo esencial. - responde, encogiendose de hombros. - Pero, tranquila, Eliz, sabes que jamás haría algo que te dañara y, si ese chico te hace feliz, tengo que aceptarlo.
Hecha un nudo, me limito a asentir y despedirme. Aaron y yo pasamos por la casa de los Whitesides para recoger algo de mi ropa y vamos a su hotel para alistarnos. Pero, a pesar de que logro verme como una actriz preparada para salir a la alfombra roja, por dentro soy un desastre. Ver a Keith ha sido la cosa más inesperada, increíble, terrible y perfecta. Es una combinación sin sentido, pero es cómo me siento.
- Parecen sacados de una película de acción. - la voz de Jessica me saca de mis pensamientos y me obligo a sonreír para ella y Cameron.
- ¿Porque somos muy guapos? - pregunto, moviendo las cejas para agregarle algo de gracia a mi intento de felicidad.
A pesar de que siento que mi cabeza va a estallar en cualquier momento, me subo al auto. Para mi mala o buena suerte, Cameron se sienta junto a mí.
- ¿Todo bien? - me susurra para que Aaron y Jessica no nos escuchen. - ¿Todavía quieres ir a la fiesta? Porque estamos a tiempo de regresar, cambiarnos y ver películas toda la noche.
- Si, no importa ya. - respondo antes de soltar un suspiro.
Llegar a la fiesta no ayuda en nada a calmarme, ya que nos esperan fotografos en la puerta del edificio. Todos están dispuestos a tomar una foto y a bombardearme de preguntas sobre por qué no estoy junto a Jacob. Ignoro a cada uno de ellos y camino junto a mis amigos y hermano. Jessica llega algo aturdida al interior del hotel en el que será la fiesta y Cameron bufa incomodo por la situacion.
Tal vez no haya sido buena idea venir.
- Esto es extraño. - comenta Jess. - Te siguen a todos lados esos tipos.
- Te acostumbras. - digo, encogiendome de hombros.
- ¿Y si no lo haces? - pregunta Cameron y me detengo unos segundos a pensarlo, a pensar en qué hubiese pasado si yo no me acostumbraba a esta en el ojo publico.
- No hay opción, debes hacerlo.
Mientras mis amigos se dirigen miradas preocupadas por mi respuesta, presiono el boton del elevador que nos llevara al último piso del edificio: la fiesta. Mientras subimos cada piso, voy pensando en una forma de enfrentarme a Jacob, pero nada parece ser lo indicado.
- Buscaré bebidas para todos. - sugiere Aaron en cuanto logramos ubicar a Jess en una zona alejada de la multitud. - Volveré en menos de lo que piensan.
- Bonita fiesta. - comenta Jessica. - Así que esta es la forma en la que los famosos se divierten.
- Vamos, Jess, tu papá siempre está en contacto con gente famosa. Esto no es nuevo para ti.
- Sí que lo es, Lizzie. - me contradice. - Los eventos son terreno neutral, pero las fiestas que dan los famosos son terreno prohibido.
- Y ya entiendo por qué. - añade Cameron, señalando a una chica con un escote hasta el ombligo y vasos con alcohol en cada mano. - La gente aquí es muy... pomposa.
- Nadie dice pomposo. - digo, riendo mientras empujo su brazo.
- Yo sí. - responde él y me dedica una sonrisa. - Y tendras que acostumbrarte a ello.
- Lo intentaré. - prometo y, en un impulso, mi mano se coloca sobre la de él.
- Lamentablemente, yo no me puedo acostumbrar a ti, Dallas.
Demonios. Tenía que llegar a arruinar absolutamente todo.
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Hit me with your best shot.
ФанфикElizabeth Woods tiene su vida resuelta: un papá asombroso, un hermano que la adora, una carta de aceptación de la universidad que deseaba y dinero suficiente para todo lo que desea. Tiene ya todo planeado y no piensa desviarse de sus metas. Pero cu...