Capitulo 14

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 Sin más sucesos poco usuales que añadir a su extraño día, Celeste continuó con naturalidad hasta que cayó la noche y pudo descansar.

 Al llegar la mañana, Celeste se preparó como todos aquellos días laborales en los que debía ir a la escuela.

 Fue un día común a excepción de que Katherine no había asistido.

 Al llegar de la escuela Celeste se cambio de ropa y puso la música a todo volumen. Pasadas 3 horas, tocaron la puerta, ella no esperaba visitas pero no se sorprendió, al parecer se había vuelto costumbre. 

 Abrió la puerta con esa felicidad que la había perseguido toda la mañana.

— Hola.—dijo William cuando Celeste abrió la puerta. Sorprendentemente no iba de negro, puesto que hacía calor, llevaba con una camisa verde con estampado de Luiggi y pantalones de mezclilla rasgados, claro que nos podían faltar sus Converse negros. 

— Wow.—dijo Celeste sin poder creérselo. 

— ¿Qué? ¿Tan mal me veo?

— ¡No!—dijo Celeste casi gritando.

— ¿Te sientes bien? 

— Si, es solo que no sabía que te gustarán los video juegos... y que tuvieras el cabello ondulado. 

— ¡Ah! Ya, entiendo, es solo que no quería peinarme. 

— ¿Te alisas el cabello?    

— No y si.

— ¿Qué?—dijo Celeste completamente confundida. 

— Algunas veces, cuando se pone demasiado rizado, no me gusta así.—dijo señalando a su cabello. 

— Te ves bien. 

— ¿No tienes una liga? 

— Si, iré por ella, si quieres pasa a sentarte. 

 Celeste fue a su habitación dejando a William sentado en el sillón. 

 Regreso en menos de 3 minutos, se acerco a William y le ofreció la liga, éste la tomó y recogió su rebelde cabello en una pequeña coleta. 

— Wow.

— Dime la verdad, ¿tan mal me veo? 

— No, pero tus ojos se ven tan... lindos—dijo casi hipnotizada por ese color verde esmeralda que tanto relucía, más ahora que no había mechones que obstruyeran el paso a ellos. 

— Gracias, Celi. 

— Bueno, ¿pasa algo? No sabía que vendrías. 

— ¿Quedamos en salir, no? 

— Si.

— Pues vengo por eso.—dijo, terminando con una sonrisa algo burlona pintada en sus labios. 

— ¿Ya?

— ¿Tienes algún problema? 

— No, solo me pongo zapatos. 

— Bien. 

 Celeste corrió a su habitación, hizo lo ya acordado y regresó con William. 

— Vamos.—dijo ella al estar frente a él.

 Salieron de ahí y caminaron hacia el parque que estaba a 3 cuadras del apartamento de Celeste. 

 El parque estaba casi vació, pues aún hacía calor, solo había unos cuantos niños jugando. Cruzaron el parque en silencio, nadie hablo en el camino, pero no eran necesarias las palabras, el silencio era agradable.

 Llegaron a la otra orilla del parque, donde había una tienda del postre favorito de ella: Helado.

 Después de comprar se sentaron en una de las numerosas bancas del parque. Celeste estaba feliz cuan niña pequeña con su helado de vainilla, por el contrario William prefería el chocolate. Hablaban de tonterías mientras disfrutaban del delicioso postre, Celeste y William se la pasaban bien el uno con el otro, reían pero también sabían ponerse serios y hablar de los problemas.

— Celeste.

— ¿Si? 

— ¿Sabes qué dicen que la tercera es la vencida? 

— Si, lo he escuchado... ¿a qué viene eso? 

— Ya terminaste, ¿no? 

— ¿Acaso ves el helado por algún lado? 

— Tienes razón.—dijo sonriendo— Soy despistado. 

— Eso parece.—dijo ella sonriendo, tratando de contener una pequeña risa.

— Celi...—dijo él tomándola de la mejilla para que se volteara a verlo. 

 Él se acerco lentamente hacia ella, pero Celeste no se movió, estaba cerca, sus narices rozaban y su respiración era acompasada, William se acercó un poco más, pero fue ella quien termino la unión. Y se besaron, pero no fue cualquier beso, estuvo lleno de cariño y ternura, de esos que son tan inocentes que te hacen desear más, que congelan el tiempo para quedarte allí por más segundos, aunque hubieras querido que durara más aquella sensación tan satisfactoria. 

 Al separarse ambos sonrieron, tomaron aire y retomaron su acción anterior. Después de eso William acompaño a Celeste a su departamento, no hablaron de lo ocurrido, solo tontearon como de costumbre. No tardaron en llegar a su destino, pues estaba a unas cuantas calles de distancia, al estar frente a la puerta del departamento se despidieron como si de una pareja se tratase. 



   

El Chico MisteriosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora