Capítulo 1

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Sigo sus pasos, como lo he hecho desde hace un tiempo. Siempre tiene la misma ruta y los mismos pasos despreocupados. Habla con el mismo chico, a quien le paga la misma cantidad de dinero. Recibe a cambio una pequeña bolsa. Da un par de pasos queriendo reanudar su camino, pero se detiene para ver lo que tiene entre sus manos. Es pequeño, diminuto pero con gran poder. Mira a su alrededor pero no es capaz de verme.

Vuelve a caminar y lo sigo.

¿Quién eres? ¿Porqué te sigo? ¿Porqué quiero compartir mi soledad contigo?

No dejo de pensar en eso como tampoco soy capaz de quitar su rostro de mis pensamientos. Tiene una actitud seria, fuerte y casi impenetrable cuando se trata de dolor, ¿pero porqué hace lo que hace?

Se sentó en el borde del carril del tren. Y yo... yo me he descuidado. Estoy a unos pasos de su espalda. Y él fue capaz de sentirme.

—¿Porqué me sigues?

Me dice y me paralizo. Se vuelve en su lugar para mirarme. Su mirada es dura.

—Te he preguntado por qué me sigues.

—No lo sé... Solo lo he hecho.

Él se vuelve en su lugar, limitándose a ocultar lo que tenía entre sus manos. ¿Para qué hacerlo, si ya lo había visto?

—Será mejor que te sientes conmigo antes de que empieces a incomodarme.

¿Sentarme con él? Sus hombros estaban tensos. ¿Cuánto peso llevaría sobre ellos? Me senté a su lado, dejando un poco de espacio entre los dos. Su espalda seguía viendo aquella bolsa. Pasaba sus dedos sobre el plástico, queriendo no usar nunca su contenido.

—¿Porqué lo haces?

Le interrumpo y con ello sus ganas de abrirla.

—Lo hago porque puedo hacerlo.

—Te estás matando.

Él guardó silencio. Yo me encogí en mi lugar.

—Te equivocas. Esto me vuelve a la vida.

Llevé mi vista lejos de él. ¿Cómo él podía pensar en algo como eso? Dejé mis ojos en el otro extremo de las vías. Tal vez al otro lado no sintiera el dolor que sentía en ese momento. Su mirada se posó en él por segunda vez.

—¿Porqué te interesa?

Esta vez su voz era tranquila.

—Porque me importas.

Eso le hizo reír. Sabía lo que pensaba.

—No me conoces. Ni siquiera sabes mi nombre.

Él tenía razón. Dejó escapar un pesado suspiro. Por su parte dejó su diminuta compra a un lado. Un leve peso en mis hombros desapareció.

—Soy Taehyung. ¿Podría saber tu nombre?

Después de tanto tiempo, al fin sé tu nombre, Taehyung. ¿Fue buena idea conocerte?

—Me llamo Jungkook.

Él sonrió y yo creí morir en ese momento. Su sonrisa era hermosa y conocerlo tuvo sentido. Agradecí mi propio descuido.

—Nunca pensé que tuviera un salvador. Esto es de locos.

—No me consideres como un salvador. Considérame como tu nuevo amigo.

Él volvió a sonreír y yo terminé por también hacerlo.

—¿Deberíamos salir a comer? Supongo que eso es lo que hacen los amigos.

Y de las vías del tren llegamos a su hogar. ¿Cómo iba a imaginarme yo en ese lugar? Taehyung me mostraba parte de su mundo. Sin miedos. Sin vergüenza. Preparó una deliciosa comida que iba acompañada del mejor postre. Su compañía. ¿Cómo alguien con todo lo que poseía podía estar tan vacío?

—¿Y por cuánto llegas siguiéndome?

Traté de no ahogarme con la propia comida.

—Por dos semanas... o un poco más.

Ahora el sorprendido había sido él.

—¿Tienes algún interés en mí?

¿Tendría yo algún interés por él? Miré sus ojos, su sonrisa y su corazón dolido. Recordé sus vicios, que eran su única vía de escapatoria del dolor. Recordé mi persistencia en seguirlo, en querer verlo todos los días.

—Sí.

Dirigió su vista a su comida a medio comer. Revolvió el arroz con sus palillos, hasta volver su atención en mí otra vez.

—¿Cómo puedes hacerlo? ¿Cómo puedes interesarte en un extraño al que conociste por verlo usar drogas?

Dicho de ese modo era totalmente absurdo pero no lo era. No me había interesado en él por lo que hacía, sino por lo que yo veía en él. ¿Pero cómo poder explicárselo? Iba a sonar aún más ridículo.
Me puse de pie y agradecí por la comida. Mis pasos se apresuraron a la salida, mismos pasos que no fueron seguidos.

Esa tarde, Taehyung se volvió a drogar.

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