Chico Malo

Los recuerdos se balanceaban de arriba a abajo en su memoria, recordándole aquellos momentos en los que su vida era más emocionante que ahora y todo había pasado gracias a su profesor de tercer año de secundaria. Un pulpo amarillo que quería destruir la tierra y que él, junto a todos sus compañeros de grupo, los habían obligado a ser asesinos; una cosa bastante loca de sólo pensarlo. Rio. Ahora que lo pensaba, ¿por qué recordaba aquello? Aparto la cobija blanca que cubría su cara, miro el techo, luego la hora, después la ventana y, al final, cerro los ojos y siguió vagando por los recuerdos mientras escuchaba el sonido de la regadera.

Él no tenía nada realmente importante en mente en ese entonces, nada que valiera la pena en realidad. Sus calificaciones, matar a su profesor e intentar sobrevivir a su madre, tal vez, no era algo que una persona común considerara como "nada importante", pero cuando las cosas se vuelven una costumbre su estado "impresionante" deja se de serlo. Pero su vida tuvo un cambio verdaderamente impresionante aquel día en donde la primera clase de deportes con Karasuma llego a su fin y el viento soplo haciendo que las hojas pasearan con el aire haciendo que la llegada de él se hiciera una escena que estremeciera su corazón. Él era Akabane Karma. Un chico problemas con una mente brillante, sonrisa de diablo y, por supuesto, su mejor amigo, hasta donde sabía en ese entonces. En ese mismo momento en donde sus ojos se encontraron y su nombre fue pronunciado con esa voz suave y juguetona debió haberse imaginado que ese momento se volvería el ancla que lo mantendría estático o que lo dejaría moverse.

Debía de admitir que Karma no era el tipo de persona con la cual se llevaría, es decir, él era un chico que no le importaba meterse en problemas mientras le divirtiera, calificaciones extraordinarias ¿y él? alguien bastante ordinario sino fuera porque su aspecto andrógino que llegaba a llamar la atención de todo aquel que lo mirara por primera vez. Aun así no se arrepentía de conocerlo. Karma había sido el único que estuvo allí para él, hasta cierto momento en que Karma se había alejado de él.

La canción favorita de Karma comenzó a sonar y el corazón de Nagisa se aceleró, giro su cabeza y vio salir a ese chico de cabellos rojos y ojos color ámbar; tenía una toalla cubriendo la parte inferior de su cuerpo y una mano sacudiendo su cabellera. Nagisa se mordió los labios y Karma sonrió de lado antes de acercarse y comenzar a besarlo.

Karma no era un chico verdaderamente malo, en realidad, tenía un corazón bastante grande, defendía a todas aquellas personas que entraran en su vida. Lo defendió a él. Tenían cosas en común, otras diferían demasiado.

Aquella vez en la que fueron junto a su profesor a ver la película de Sonic Ninja a Hawái y habían regresado a casa juntos, ese había sido un día bastante lindo ahora que lo pensaba. Cuando fue la excursión y su corazón se estrujo al saber que a Karma le interesaba Okuda, pero él lo había volteado a ver y susurro un "es broma" y le había sacado la lengua. Esa noche había dormido con una sonrisa en el rostro. Las tantas veces en las que se reunían para estar solos y poder hablar, las salidas y los juegos. La primera vez que se pelearon.

Se encontraba sentado en las piernas de Karma mientras esté le besaba el cuello y él hacía lo mismo.

Si no hubiera sido por ese día jamás en su vida hubiera pensado en que le ganaría en una pelea a su amigo, pero sobre todo hacer que su relación fuera más fuerte, duradera...verdadera.

La respiración de su pareja golpeando su oreja, su voz ronca y suave a la vez que pronunciaba su nombre entrecortadamente mientras entraba y salía de él, haciendo que en su mente tuviera una lluvia de estrellas.

Cuando fueron a la luna nunca se imaginó que ese mismo momento se volvería el más preciado para él ¿cómo no?, ¿cuántas oportunidades tenía uno de viajar al espacio con la persona que más amas en el mundo? Además, ese día se había confesado y había sido aceptado.