Capítulo 8

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Las nubes cubrían el cielo gris, y los arboles frondosos eran infinitos en ese lugar que estaría sumido en el silencio absoluto de no ser por unos latidos acelerados y la respiración agitada de una pequeña figura femenina que corría como podía entre la basta vegetación del inmenso bosque que separaba a la escuela de las pesadillas de la ciudad. Ella estaba tan cansada, su cuerpo no daba para más, y entonces, llegó a su limite.

— ¡Te encontramos! —exclamó uno de ellos con absoluta satisfacción.

Ella temblorosa se aferró al árbol, casi no podía ver nada ya que tenia casi todo su cabellera castaña cubriéndole el rostro.

— ¿Qué deberíamos hacerte ahora, bonita? —con sorna y una sonrisa maquiavélica le cuestionó el otro; al tiempo en que estaba poniendo uno de los mechones de cabello que cubrían su rostro detrás de la oreja mientras que con la otra mano la acorralaba contra el árbol.

—No... por favor —ella suplicaba titubeante y temblorosa por el terror a la vez que no pudo evitar el dejar caer unas lagrimas que ahora recorrían lentamente su mentón y empañaban sus gafas.

Era su perdición, esa chica ya estaba rodeada y no tenía escapatoria. Sin embargo, en ese instante en el que ya todo se veía perdido, se escuchó de repente un ruido a unos metros detrás de la escena; el sonido de que algo o mejor dicho alguien estaba bajando desde las copas de los árboles.

— ¿Creen ustedes que es divertido meterse con alguien que no se puede defender?—una voz femenina salida desde las sombras se dejó oír con una fiereza que causó temor en los presentes.

— ¿Así que tú también quieres divertirte? —con un tono burlesco uno de ellos decidió encarar la "amenaza" mientras se giraba tranquilamente para ver de quién se trataba; seguramente hubiese preferido no hacerlo.

— Claro, deshacerme de bastardos como ustedes es mi forma favorita de comenzar la semana—fue la respuesta que obtuvo antes de encontrar inmediatamente, saliendo de las sombras, a una chica de ojos dorados que ardían como oro siendo fundido. Entonces se dio cuenta que la situación se iba a tornar bastante complicada, especialmente cuando ella despejó su rostro de la cabellera oscura que por la caída del árbol la cubrían completamente, pues así se confirmó que se trataba de quien menos ganas tenían de encontrarse ahora.

En el momento en que ella se posicionó ante ellos y los encaró con su mirada, esa mirada tan llena de furia y tan aguerrida que la caracterizó desde un principio, dejó a más de uno tragando saliva; estaban completamente intimidados aunque por supuesto no iban a permitirse demostrarlo, al menos no del todo.

Él más "machote" de ellos, tan pronto como se recuperó del impacto que esos ojos dorados provocaban, sonrió de medio lado y acabó con ese silencio causado por el temor que él y sus compañeros nunca admitirían.

—¡Oh! Pero si es Daiga Sora —sonríe—. Justo a quien estábamos buscando...

— Pues ya me encontraste —le dice cortante—, solo que no estoy segura de que eso sea bueno para ti.

—Está por averiguarse... —la observó directamente a los ojos y al notar que ella jamás perdería en ese juego, se decidió por ir al grano— ¡A por ella!

La persecución comenzó en ese mismo instante, ella corría con todas su fuerzas mientras ese grupo de chicos la seguía muy de cerca. Su corazón latía a mil por hora, su cuerpo desesperadamente sacaba fuerzas de donde no las había. No obstante, la mayor dificultad estaba en su tobillo, puesto que dio un mal salto del árbol y ahora eso le estaba cobrando la factura. Pudo haber seguido oculta en la seguridad de las copas de los arboles, podría estar ahora a salvo... Y a la vez jamás se hubiese disculpado a sí misma de no haber salvado a esa pequeña chica; en la cual no pudo evitar ver a su hermana menor.

Skip Beat: Luces, cámara y... ¡Amor!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora