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El sol se impulsaba por el horizonte de Nueva York y ascendía gradualmente hasta comenzar a iluminar la ciudad.
Justin había olvidado bajar la persiana la noche anterior y la luz comenzaba a filtrarse por las cortinas de color berenjena de la habitación. Abrió sus ojos poco a poco debido a la iluminación repentina e incorporó un poco la cabeza.
Lo primero que pudo ver fue la espalda desnuda de Elisabeth. Desvió la vista hacia el reloj.
Las 6.27.
Quedaban treinta y tres minutos para que sonará el despertador, pero no quería volver a dormir. No tenía sueño. Es más, apenas había dormido aquella noche.
Buscó su ropa interior por la cama y se la puso para levantarse, arropar un poco a su novia y entrar al baño para darse una larga ducha antes de ir a trabajar.
Abrió el grifo y se metió dentro, sintiendo como el agua se deslizaba por su espalda haciendo que el silencio y el masaje del agua crearan la mezcla perfecta.
Ni siquiera sabía que pensar. Quería aclarar sus ideas pero no sabía cómo empezar.
Hacía casi una semana que no sabía nada de _______ y aquello le reconforta bastante y, a la vez, le aterraba. Había oído hablar del agente Clark de Colorado, y también había oído los rumores sobre los maltratos que recibían las presas. Sabía que ________ podría superar y defenderse sola pero no podía dejar de poner escenas horrorosas en su mente sobre aquellos rumores.
Quince minutos después cerró el agua y enrolló una toalla blanca de algodón alrededor de su cintura. Amoldó un poco su cabello y salió del baño.
La imagen que dejaba ver era de todo menos pura. Había que decirlo todo, era un hombre tentador. Jodidamente tentador. No había mujer que se hubiera resistido a él pero, seamos sinceros, era imposible hacerlo.
Conservaba una esencia varoníl, caballerosa y educada que todo hombre desearía tener. Su físico era algo que podía llegar a intimidar, y su mirada... Su mirada era algo difícil de descifrar porque él era, a parte de todo lo nombrado anteriormente, un hombre con mucho misterio.
- Buenos días, cariño. - Elisabeth bostezó y se quedó observando a su novio.
- Buenos días. - Quiso sonar todo lo empalagoso que les gusta a las chicas que suene un saludo, pero no tenía muchas ganas de hablar.
- Ven aquí... - Ella hizo dos golpes con la palma de su mano en la cama y rió traviesamente.
- No tengo tiempo, cielo... - Justin sacó una camisa gris y un pantalón vaquero del armario.
- ¡Pero si ni siquiera son las siete! Venga, Justin... - Rió otra vez e hizo un puchero con sus labios.
Justin se acercó a ella y la dio un fugaz beso en los labios.
- Tengo que ir antes a la oficina. - Y antes de que ella pidiera hablar, Justin hablo de nuevo. - Ya hemos hablado sobre esto, y no vamos a tener una discusión más por ello.
Volvió a darla un beso casto en sus labios y bajó a la planta baja. Allí sacó del frigorífico una botella que contenía zumo de fresa y lo vertió en un vaso. Después sacó la tostadora e hizo cuatro tostadas con tomate y queso. Se comió dos y las otras dos las dejó encima de la mesa para Elisabeth. Por último se bebió el zumo y subió de nuevo arriba.
- ¿Qué harás hoy?
Justin salió del baño mientras se cepillada sus dientes y miró a Elisabeth.
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Caso 21» j.b
FanficJustin Bieber es agente especial de la unidad de análisis de conducta del FBI. Vive una vida aparentemente perfecta; tiene trabajo, dinero, una novia preciosa... Pero todo dejará de tener sentido cuando _________ Johnson comience a cometer crímenes...